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Pregunta

¿Qué es un "banco del penitente"?

Respuesta


La alegría está en el centro de la salvación (Salmo 13:5). Sin embargo, el lamento por el pecado también es una parte importante del arrepentimiento, que junto con la fe, es esencial para responder al evangelio de Jesucristo (Marcos 1:15; Hechos 20:21). En relación con ese dolor por el pecado, el apóstol Pablo enseñó que existen dos tipos de tristeza (2 Corintios 7:10). La primera es piadosa, con propósito, y conduce al arrepentimiento y a la salvación. La segunda es mundana, sin sentido, y lleva a la muerte. El propósito del "banco del penitente" es provocar ese primer tipo de tristeza: una tristeza sincera por el pecado, dando a la persona un lugar especial para sentarse y lamentarse delante de Dios.

Este tipo de bancos solía encontrarse en los templos y en reuniones evangelísticas bajo carpas. Su forma y tamaño varían, desde bancos largos donde caben entre tres y cinco personas, hasta simples filas de sillas. Se colocaban estratégicamente en la parte delantera del auditorio, para ayudar a quien se sentaba allí a enfocarse en la presencia de Dios y facilitar el acompañamiento espiritual por parte de pastores u otros líderes que pudieran orar o aconsejar.

Otro diseño común es el de un banco largo y de madera, elevado unos centímetros del suelo y colocado frente al altar, paralelo a él. Este tipo de banco no es para sentarse, sino para arrodillarse, y permite que varias personas lo usen desde ambos lados, lo cual brinda un ambiente de apoyo mutuo entre quienes se acercan a Dios con dolor en el corazón.

Quienes promueven el uso del banco del penitente creen que es una forma práctica de obedecer lo que enseña la Biblia sobre afligirse por el pecado. Por ejemplo, Santiago 4:9 exhorta: "Aflíjanse, laméntense y lloren. Que su risa se convierta en lamento y su gozo en tristeza" (NBLA; cf. Isaías 22:12). Job, por su parte, muestra que lamentarse por el pecado tiene como fin apartarse del mal: "Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza" (Job 42:6, NBLA). Y David expresa que quien se quebranta ante Dios le está ofreciendo un sacrificio aceptable: "Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás" (Salmo 51:17, NBLA).

El banco del penitente se popularizó durante el Segundo Gran Despertar en los Estados Unidos (1790–1840). Muchos predicadores y evangelistas de ese periodo creían que este tipo de bancos ayudaban a que las personas reconocieran su pecado y respondieran con fe al mensaje del evangelio. Charles Finney (1792–1875), un destacado ministro cristiano del siglo XIX, es el personaje más asociado con el uso del banco del penitente. Finney prefería llamarlo "banco del ansioso", para resaltar la convicción de pecado, y lo utilizaba como un recurso para invitar a una respuesta inmediata al evangelio. Las iglesias que hoy en día aún cuentan con este banco suelen tener raíces en aquellas reuniones de avivamiento, como ocurre en muchas iglesias del Movimiento de Santidad.

Algunos cristianos prefieren no usar el banco del penitente, argumentando que podría manipular las emociones de las personas e incluso producir conversiones poco genuinas. También hay quienes opinan que tener a personas visiblemente afectadas sentadas al frente puede distraer a los demás durante la adoración. Desde esa perspectiva, el dolor por el pecado debe ser algo íntimo entre el creyente y Dios, no un acto público.

Aunque el pecado separa al ser humano de Dios (Romanos 6:23), Jesús promete consuelo y cercanía divina a quienes se lamentan de verdad por sus transgresiones: "Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados" (Mateo 5:4, NBLA). Sentir tristeza por el pecado es el primer paso hacia el arrepentimiento y la transformación. Para muchos cristianos, tanto en el pasado como hoy, el banco del penitente ha sido una herramienta significativa en su conversión y en su deseo de parecerse más a Cristo.

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