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Pregunta

¿Cuál debe ser nuestra verdadera identidad?

Respuesta


En un mundo en el que nos bombardean constantemente con mensajes contradictorios sobre quiénes somos y quiénes deberíamos ser, descubrir nuestra verdadera identidad puede ser un proceso confuso. Sin embargo, según la Biblia, nuestra verdadera identidad se encuentra en Jesucristo. Una vez que comprendemos esto, nuestro enfoque cambia de la autopercepción a una perspectiva centrada en Dios que nos da propósito, gozo y paz.

El fundamento de nuestra verdadera identidad es el hecho de que hemos sido creados a imagen de Dios. Génesis 1:27 (NBLA) dice: "Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó". La impronta divina de Dios en nosotros significa que tenemos un valor y una dignidad inherentes y sienta las bases para comprender nuestra verdadera identidad y lo que estamos destinados a ser.

Nuestra verdadera identidad se define además por la obra redentora de Jesucristo. Mediante la fe en Su crucifixión y resurrección, somos perdonados y transformados. Segunda de Corintios 5:17 (NBLA) dice: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas". En Cristo, somos hechos nuevos, renunciando al viejo yo, arraigado en el pecado y abrazando una nueva vida en Él.

Cuando creemos en Cristo para la salvación, somos adoptados en la familia de Dios, que es fundamental para nuestra verdadera identidad: "Pues todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús" (Gálatas 3:26, NBLA). Y Juan 1:12 (NBLA) afirma: "Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre". Nuestro nuevo nacimiento, nuestra adopción en la familia de Dios, cambia nuestra relación con Dios. Somos herederos con Cristo y profundamente amados por el Padre.

Repetidamente, en las Escrituras, se dice que los creyentes están "en Cristo". Nuestra identidad está envuelta en Él. Colosenses 3:3 (NBLA) dice: "Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios". En Su Oración del Sumo Sacerdote, Jesús oró por esta clase de unidad: "Pero no ruego solo por estos, sino...para que todos sean uno. Como Tú, oh Padre, estás en Mí y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno: Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad" (Juan 17:20-23, NBLA). Los creyentes están predestinados "a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo" (Romanos 8:29, NBLA).

Nuestra verdadera identidad en Cristo también incluye la presencia del Espíritu Santo. Romanos 8:9 (NBLA) afirma: "ustedes no están en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en ustedes". El Espíritu Santo nos guía, nos consuela y nos equipa para vivir como hijos de Dios, dando el fruto del Espíritu en nuestra vida diaria.

Otro aspecto de nuestra verdadera identidad es la libertad de la condenación. Romanos 8:1 (NBLA) nos asegura: "Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús". La libertad que tenemos en Cristo nos permite vivir con valentía, sabiendo que los pecados pasados no nos definen. En cambio, somos definidos por Dios, "creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas" (Efesios 2:10, NBLA). Como creación de Dios, estamos llamados a vivir nuestra fe en santidad y justicia.

Nuestra verdadera identidad en Cristo nos conecta con otros creyentes. Primera de Corintios 12:27 (NBLA) dice: "Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él". Como parte del cuerpo de Cristo, los creyentes son interdependientes, apoyándose y animándose unos a otros en amor.

A medida que crecemos en nuestra verdadera identidad en Cristo, estamos llamados a reflejarlo en todo lo que hacemos. Colosenses 3:12-14 nos instruye: "revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; soportándose unos a otros...Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad" (NBLA).

Nuestra verdadera identidad no se encuentra en los logros mundanos, las relaciones humanas, las opciones profesionales o el estatus social, sino en nuestra relación con Jesucristo. Cuando abrazamos la verdad de las Escrituras, podemos vivir con propósito y confianza, sabiendo que estamos en Cristo. Hemos sido creados a imagen de Dios, redimidos por Cristo, adoptados como hijos de Dios y fortalecidos por el Espíritu Santo.

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