Pregunta
¿Cuál es el significado de la ciudad de Nínive en la Biblia?
Respuesta
Nínive es notable en la Biblia por ser la capital de Asiria, enemiga histórica de Israel. Situada en lo que hoy es Irak, Nínive se menciona en las Escrituras como un lugar que se apartó del pecado gracias a una advertencia de Dios, pero que más tarde fue destruido.
La primera mención de Nínive se encuentra en la Tabla de las Naciones, que describe las numerosas ciudades que Nimrod construyó en Asiria, entre ellas "Nínive, Rehobot Ir, Cala, y Resén, entre Nínive y Cala; aquella es la gran ciudad" (Génesis 10:11-12). Nínive era conocida por su gran riqueza, poder y prestigio. Los asirios eran famosos por su crueldad e idolatría (Nahúm 3:19). Su capital, Nínive, contaba con muchos templos, entre ellos uno dedicado a Ishtar, la diosa asiria que, según algunos estudiosos, dio nombre a Nínive.
En 2 Reyes 19:36 e Isaías 37:37, Nínive se describe como el centro del Imperio asirio y el hogar del rey Senaquerib. Senaquerib lideró una exitosa campaña contra muchas naciones, pero no logró tomar Jerusalén debido a la intervención del Señor. Regresó a Nínive y más tarde fue asesinado en el templo del dios asirio Nisroc (2 Reyes 19:35-37).
Nínive es conocida por ser el lugar al que Dios envió al profeta Jonás a predicar (Jonás 1:2). Jonás se mostraba reacio a ir, probablemente debido a la gran maldad de los asirios, y intentó huir de la orden del Señor. Dios interceptó a Jonás y lo envió a los ninivitas, haciendo que un gran pez se lo tragara (Jonás 1:3, 17). En Nínive, Jonás proclamó el juicio que se avecinaba sobre esa ciudad (Jonás 2:10; 3:1-4). En lugar de rechazar la advertencia del Señor, los ninivitas se humillaron y se arrepintieron de sus pecados, desde el rey hasta el último de ellos. Toda la ciudad ayunó, se vistió de cilicio y se sentó sobre cenizas; incluso vistieron a sus animales con cilicio (Jonás 3:5-9). Al ver que la ciudad de Nínive se arrepentía de su maldad, "Cuando Dios vio sus acciones, que se habían apartado de su mal camino, entonces Dios se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo" (Jonás 3:10).
Jesús mencionó a los ninivitas y su arrepentimiento, contrastando esa respuesta con la incredulidad de los fariseos y los maestros de la ley (Mateo 12:39-41). No hay excusa para rechazar a Cristo: "Los habitantes de Nínive también se levantarán contra esta generación el día del juicio y la condenarán, porque ellos se arrepintieron de sus pecados al escuchar la predicación de Jonás. Ahora alguien superior a Jonás está aquí, pero ustedes se niegan a arrepentirse" (Lucas 11:32, NTV). Siendo mucho más grande que el profeta Jonás, Jesús había demostrado ser el Mesías, pero el pueblo judío seguía negándose a creer en Él o a arrepentirse de sus pecados (Mateo 12:22-24). Los ninivitas habían respondido al mensaje de Dios transmitido por un hombre menos que ellos (Jonás 3:5), y aquí estaba el mensaje de Dios transmitido por el propio Hijo de Dios.
Aunque Nínive escapó de la destrucción en la época de Jonás, una generación posterior aún tuvo que enfrentarse a un ajuste de cuentas. El profeta Nahúm profetizó la destrucción de la ciudad debido a la maldad de su pueblo. Las predicciones de Nahúm sobre la destrucción de Nínive se cumplieron cuando los babilonios, los medos y los escitas saquearon la ciudad en el año 612 a. C. Las aguas de la inundación habían roto las murallas de Nínive, permitiendo a sus atacantes entrar en la ciudad. La ruina de la ciudad fue, en última instancia, producto de la ira divina de Dios (Nahúm 1:8-10). El Señor declaró su juicio sobre la ciudad debido a la maldad de Nínive: "¡Qué aflicción le espera a Nínive, la ciudad de crímenes y mentiras! Está saturada de riquezas y nunca le faltan víctimas". (Nahúm 3:1).
El juicio de Dios sobre Nínive y la nación de Asiria en su conjunto fue santo y justo, dada su crueldad, derramamiento de sangre e idolatría (Nahúm 1:2-3). Los ninivitas de la época de Jonás, que creyeron en el mensaje de Dios y se arrepintieron, serán recordados para siempre como un pueblo que volvió su corazón al Señor y creyó a pesar de su desconocimiento general sobre Él (Jonás 4:10-11). Los ninivitas que se salvaron del juicio deberían ser una motivación para que todos busquen la misericordia de Dios y elijan el camino de la humildad y el arrepentimiento.
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