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Pregunta

¿Por qué Jesús afirmó Su rostro para ir a Jerusalén (Lucas 9:51)?

Respuesta


En las clases de conducción de motocicletas, los instructores enseñan a los alumnos a evitar los obstáculos en la carretera, centrándose en la dirección que quieren tomar y no en el obstáculo. Dondequiera que se dirijan los ojos, el cuerpo y el vehículo les seguirán. La tendencia natural es mirar el obstáculo. Pero si un conductor dirige la mirada hacia el obstáculo, es más probable que choque contra él. Para evitar los obstáculos, debe mirar hacia el camino libre. La Biblia hace referencia a esta práctica en sentido figurado. Lucas 9:51 dice: "Sucedió que cuando se cumplían los días de Su ascensión, Jesús, con determinación, afirmó Su rostro para ir a Jerusalén".

Las palabras "afirmó Su rostro" en el idioma original significan "resolver o fijar la mirada". Esta figura retórica se refiere a colocar u orientar el rostro con firmeza en una dirección específica. Con la determinación inquebrantable de completar la última y dolorosa etapa de Su misión, Jesús afirmó Su rostro en el camino abierto y sin obstáculos —"el gozo puesto delante de Él" en el cielo, a la diestra de Dios— y "soportó la cruz" (Hebreos 12:2, NBLA). La imagen resuelta de Lucas de Jesucristo, enfocado en Su objetivo, terminando Su misión, recuerda la descripción de Isaías del sufriente Mesías de Israel: "El Señor Dios me ayuda, por eso no soy humillado, por eso he puesto Mi rostro como pedernal, y sé que no seré avergonzado" (Isaías 50:7).

El pedernal es una piedra muy dura que se menciona a lo largo de la Biblia para simbolizar la fuerza, la determinación y la dureza. En Isaías 5:28, el pedernal se utiliza en un símil para describir la dureza de los cascos de los caballos. La palabra pedernal también se utiliza en sentido figurado para expresar la dureza de una tarea imposible (Deuteronomio 8:15; Salmo 114:8) y la inflexibilidad de una determinación inquebrantable (Ezequiel 3:8-9).

Lucas 9:51 marca un punto crucial en el Evangelio de Lucas. A partir de aquí, el camino hacia el Calvario se hace más evidente (ver Lucas 13:22; 17:11; 18:31; 19:11, 28). Algunos han denominado a este largo segmento "el relato del viaje de Lucas" (Lucas 9:51-19:27). Jesucristo soportaría Sus días más difíciles de humillación, deshonra y traición en Su camino hacia la cruz para morir por nuestros pecados. Su camino al cielo pasaría por las barreras de Getsemaní, el Gólgota, la tumba y el sepulcro custodiado. El Señor se enfrentaría al arresto, la tortura y una muerte agonizante. Isaías predice Su sufrimiento: "Ofrecí Mi espalda a los que me herían, y Mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no escondí Mi rostro de injurias y salivazos" (Isaías 50:6; cf. Mateo 26:67; 27:26; Marcos 15:19; Lucas 22:63). En lugar de apartarse o retroceder, Jesús afirmó Su rostro hacia Jerusalén. Ningún enemigo ni obstáculo le impediría cumplir Su propósito. Había puesto Su rostro como pedernal.

Jesús afirmó Su rostro para ir a Jerusalén para cumplir el propósito de Dios para Su vida. La obediencia a la voluntad de su Padre era fundamental en la vida y la misión de Cristo (Mateo 26:39; Juan 4:34; 6:38; 14:31; Hebreos 10:9). Él vino a sufrir y morir, ofreciendo su vida en sacrificio por el pecado, para que todos los que creen en Él puedan ser salvos y recibir la vida eterna (Isaías 53:3-10; Mateo 1:21; Lucas 19:10; Juan 3:16-17; 1 Timoteo 1:15; 2 Timoteo 1:10). Si Jesús no hubiera decidido ir a Jerusalén en obediencia desinteresada al plan de salvación de Dios, nunca habría logrado la redención de la humanidad (Romanos 5:18-19; Juan 17:2-4).

Los cristianos están llamados a continuar la misión de Cristo en la tierra hoy en día (Mateo 28:19-20; Juan 14:12; 20:21). El apóstol Pablo nos enseña a evitar los obstáculos en nuestro camino, manteniendo la vista fija en el "premio eterno" (1 Corintios 9:24-27, NTV). Pablo orientó su rostro hacia la meta en el cielo: "No es que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:12-14).

Así como Cristo afirmó Su rostro en Jerusalén, los creyentes deben superar los obstáculos del pecado, fijando su mirada en Jesús, que está sentado a la diestra de Dios en el cielo: "Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios" (Hebreos 12:1-2, NTV).

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