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Pregunta

¿Qué fueron los Concilios de Letrán?

Respuesta


Los Concilios de Letrán fueron una serie de reuniones convocadas por la Iglesia Católica Romana durante los siglos XII y XIII. Su nombre proviene del Palacio de Letrán en Roma, donde se celebraban estos encuentros. En ellos, los líderes de la Iglesia definieron su postura frente a distintas controversias y desafíos doctrinales. Cada concilio reflejó la creciente centralización del poder en el papado y la afirmación de la autoridad eclesiástica frente a otras voces dentro del cristianismo.

En conjunto, los Concilios de Letrán marcaron un proceso continuo hacia un liderazgo más rígido y centralizado dentro de la Iglesia católica. Muchos de los decretos aprobados en estas reuniones serían posteriormente objeto de rechazo por parte de los Reformadores protestantes. Cuando la Reforma estalló en el siglo XVI, los documentos y decisiones tomadas en los Concilios de Letrán ya se habían convertido en parte del trasfondo que explicaba la creciente separación entre Roma y los movimientos reformistas. Puede decirse, por tanto, que estos concilios representan una síntesis anticipada de las tensiones que más tarde darían origen a la Reforma.

El Primer Concilio de Letrán (1123) abordó principalmente la cuestión de la investidura, es decir, la autoridad para nombrar obispos. El concilio decretó que solo el Papa tenía poder para aprobar tales nombramientos, negando así la intervención de reyes y emperadores. También estableció que la autoridad espiritual legítima provenía exclusivamente de la Iglesia, no de ninguna otra institución. En esa misma reunión se reafirmó con firmeza el celibato obligatorio del clero.

El Segundo Concilio de Letrán, celebrado en 1139, profundizó en las normas sobre los sacramentos y la vida del clero. Determinó que solo los sacerdotes autorizados podían oír confesiones y administrar los sacramentos. Además, los obispos y sacerdotes fueron exhortados a vestir con modestia, evitando atuendos lujosos o extravagantes. El concilio también reiteró la prohibición del matrimonio sacerdotal y declaró inválidos los matrimonios ya existentes entre miembros del clero, reforzando así la disciplina eclesiástica.

En 1179 tuvo lugar el Tercer Concilio de Letrán, que estableció que el Papa debía ser elegido por una mayoría de dos tercios de los cardenales, regla que sigue vigente en la actualidad. Este concilio también condenó a los valdenses, un movimiento preprotestante que se basaba en la autoridad exclusiva de la Escritura, practicaba la pobreza y rechazaba doctrinas como el purgatorio, las reliquias y las oraciones por los muertos. Estas decisiones consolidaron la doctrina papal y marcaron un punto de quiebre con los grupos que buscaban una fe más simple y bíblica.

El Cuarto Concilio de Letrán (1215) fue el más influyente y numeroso, con la participación de unos 1.200 prelados y abades, además de varios representantes políticos. Convocado por el Papa Inocencio III, este concilio no abrió debates, sino que presentó setenta decretos ya redactados, que los asistentes aprobaron casi sin discusión. Entre sus decisiones más relevantes se encuentran la proclamación del Papa como obispo supremo de Roma, la afirmación de que solo la Iglesia Católica Romana era la verdadera Iglesia de Dios, y la definición oficial de la transubstanciación, es decir, la creencia de que el pan y el vino de la Eucaristía se transforman literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo.

Además, se estableció la obligatoriedad de los siete sacramentos y se dictaron normas sobre la conducta de los príncipes hacia el clero. También se exigió que los judíos y musulmanes vistieran de manera diferenciada para ser reconocidos públicamente. Una de las decisiones más trascendentales fue la creación de la Inquisición, que tendría autoridad para investigar la herejía y entregar a los acusados a las autoridades seculares para su castigo.

Las resoluciones del IV Concilio de Letrán provocaron una reacción intensa entre los reformadores, quienes veían en ellas una desviación del evangelio y una consolidación del poder humano por encima de la autoridad de Cristo. Las consecuencias de este concilio aceleraron el surgimiento de los movimientos reformistas y, finalmente, la Reforma protestante.

Varios siglos después, entre 1512 y 1517, se celebró el Quinto Concilio de Letrán, que enfrentó conflictos políticos internos y una creciente presión por reformar la Iglesia. Durante este concilio se prohibió la impresión de libros sin aprobación eclesiástica, se establecieron casas de empeño administradas por la Iglesia, y se reafirmó la inmortalidad del alma, rechazando la idea de que un concilio pudiera tener mayor autoridad que el Papa. Aunque intentó responder a los problemas de su tiempo, sus decisiones resultaron insuficientes para detener el descontento que poco después desembocaría en la Reforma.

Si bien a lo largo de la historia se celebraron otros concilios menores en el Palacio de Letrán desde el siglo VII hasta el XVIII, los cinco mencionados—del Primero al Quinto—son los más significativos y los únicos que la tradición eclesiástica reconoce formalmente como los Concilios de Letrán.

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