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Pregunta

¿Quién era Catalina de Siena?

Respuesta


Catalina Benincasa nació en Siena, Italia, el día de la Anunciación de 1347. Era la menor—o una de las más jóvenes—de más de veinte hermanos, aunque el número exacto varía según las fuentes. Su hermana gemela murió poco después del nacimiento. Su padre era tintorero de lana, y la familia vivía en una casa que aún se conserva. Desde niña, Catalina mostraba una fuerte inclinación espiritual: disfrutaba de la oración y la enseñanza a otros niños. A los seis años, afirmó haber tenido su primera visión de Cristo mientras caminaba con su hermano hacia la casa de una de sus hermanas. A los siete años, hizo un voto secreto de consagrar su vida a Dios. Sin embargo, a los doce, obedeciendo a su madre, comenzó a vestirse con mayor esmero para atraer a un posible marido. Poco después, decidió volver a la sencillez, se cortó el cabello y juró permanecer soltera. Como castigo, sus padres la asignaron a las tareas domésticas, que Catalina realizó con tanta alegría que su padre finalmente cedió a su decisión.

Catalina llevó una vida ascética y disciplinada, aun viviendo en el seno familiar. Transformó su habitación en una pequeña celda donde pasaba largos periodos en ayuno, oración y penitencia, incluyendo flagelaciones. Con el tiempo, su familia le permitió unirse como terciaria dominica, es decir, una laica comprometida con los valores de la Orden de Santo Domingo, sin ingresar plenamente en la vida monástica. Esto le permitía seguir en su hogar, pero bajo una vida de devoción rigurosa. Dormía y comía muy poco, y raras veces salía de casa, excepto para asistir a la iglesia cercana. Durante esta etapa comenzó a afirmar tener visiones frecuentes, algunas de consuelo divino y otras de supuestos ataques demoníacos. Tras tres años de silencio espiritual, aseguró haber tenido una visión en la que Cristo, María y los ángeles le aparecieron. En dicha visión, Jesús colocaba un anillo invisible en su dedo, en una especie de "matrimonio espiritual", y le indicaba que su tiempo de retiro había terminado y debía salir al mundo a servir a los demás.

Su servicio público fue notable. Catalina empezó cuidando enfermos, incluso los que padecían las enfermedades más repulsivas, y su alegría y compasión atrajeron a un grupo de seguidores compuesto por monjes, sacerdotes, artistas e incluso familiares. Se decía que Catalina podía discernir los pensamientos y tentaciones de las personas que la rodeaban, incluso a distancia. Durante su labor entre los pobres, los enfermos y los prisioneros, se le atribuyeron muchos milagros, lo que llamó la atención de las autoridades eclesiásticas. Su reputación de santidad y su habilidad para conciliar conflictos la llevaron a actuar como mediadora en diversas disputas políticas y religiosas en Italia. Catalina exhortó al Papa Gregorio XI a organizar una cruzada contra los turcos, y fue enviada como su representante ante los florentinos rebeldes, convenciéndolo además de regresar a Roma desde Aviñón. Más tarde, durante el inicio del Gran Cisma de Occidente, el nuevo Papa Urbano VI quedó impresionado por sus cartas y consejos, al punto de invitarla a Roma para que lo asesorara directamente. Catalina pasó sus últimos años en esa ciudad, trabajando por los pobres y escribiendo en nombre del Papa, ayudando incluso a reconciliar la República Romana con la Iglesia.

Catalina de Siena murió a los 33 años, probablemente a causa de su extrema austeridad y desnutrición. Dejó como legado su obra El Diálogo de Santa Catalina y más de cuatrocientas cartas, muchas de las cuales fueron escritas en un estado de trance espiritual. Fue canonizada en 1461 por el papa Pío II y declarada patrona de Italia. Su festividad se celebra cada 30 de abril.

La vida de Catalina, marcada por el sacrificio y el servicio, es digna de admiración en cuanto a su compasión y entrega hacia los necesitados. No obstante, su ascetismo extremo, misticismo y experiencias sobrenaturales resultan problemáticos a la luz de las Escrituras. Entre sus afirmaciones más controvertidas están haber recibido un "anillo de bodas" de Cristo—que, según algunas versiones, habría sido de su propio prepucio—, haber recibido los estigmas invisibles, y haber bebido la sangre de Cristo directamente de Su costado. Tales experiencias carecen de fundamento bíblico. Es posible que Catalina sufriera alucinaciones por inanición y falta de sueño, o incluso engaños espirituales. En ningún lugar la Biblia enseña que Dios apruebe el autocastigo físico ni el ayuno prolongado hasta la muerte. Tampoco existe respaldo bíblico para la idea católica de que las mujeres se "casen" con Jesús como parte de su consagración.

Al reflexionar sobre figuras como Catalina de Siena, debemos recordar la exhortación de la Escritura: "Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:21). La verdad no proviene de visiones, sueños ni flagelaciones, sino de la Palabra de Dios (Juan 17:17). La Biblia es la única fuente de verdad objetiva y suficiente; todo lo demás se debe discernir y juzgar a la luz de ella.

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