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Pregunta

¿Cómo se opone el Espíritu a la carne (Gálatas 5:17)?

Respuesta


En Gálatas 5:17, el apóstol Pablo escribe: "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen" (NBLA). La carne está contra el Espíritu, y el Espíritu está contra la carne. Primero debemos explorar lo que Pablo quiere decir con "carne" y "Espíritu" para entender cómo el Espíritu está en contra de la carne.

En los escritos de Pablo, carne a menudo se refiere a nuestra naturaleza pecaminosa. La carne desea independizarse de Dios y satisfacerse a sí misma. Romanos 8:7-8 dice: "La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios" (NBLA). La carne no se somete a la ley de Dios porque quiere seguir su propio camino y hacer lo que le place.

Por otro lado, el "Espíritu" mencionado en Gálatas 5:17 es el Espíritu Santo. El Espíritu mora en nosotros cuando confesamos a Jesucristo como Señor y Salvador (Romanos 8:9-11). El Espíritu también nos da poder para vivir según la voluntad de Dios y dar el "fruto del Espíritu" (Gálatas 5:22-23). Cuando nos sometemos al Espíritu en lugar de a la carne, producimos el fruto del amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza.

En Gálatas 5:17, Pablo explica que la carne y el Espíritu se oponen entre sí. La carne tiene sus deseos y el Espíritu tiene los Suyos. Esto crea una lucha interna en cada creyente. ¿Nos someteremos a la carne o al Espíritu? Someterte a la carne nos lleva al pecado y a la desobediencia, pero someterte al Espíritu nos lleva a la justicia y a la obediencia.

El Espíritu se opone a la carne, porque el Espíritu Santo contrarresta nuestros deseos pecaminosos. La carne nos empuja hacia "inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejías, envidias, borracheras, orgías" o cualquier otro pecado (Gálatas 5:19-21, NBLA); el Espíritu nos empuja hacia "todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio" (Filipenses 4:8, NBLA).

Como Pablo sabía de primera mano, la batalla entre la carne y el Espíritu puede ser frustrante. Él confesó: "Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno. Porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practico" (Romanos 7:18-19, NBLA). Todo creyente conoce la lucha de querer hacer lo correcto pero persiste en hacer el mal.

Por lo tanto, Pablo nos exhorta a "vivir por el Espíritu" y a "andar en el Espíritu" (Gálatas 5:25). Debemos resistir el pecado y rendirnos al Espíritu. Rendirse al Espíritu significa depender de Él diariamente, escuchar Su voz y seguir Su guía. Al hacerlo, podemos vencer los deseos de la carne: "Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne" (Gálatas 5:16, NBLA).

Gálatas 5:17 explica la batalla entre la carne y el Espíritu. El conflicto entre la carne y el Espíritu continuará hasta que Jesús regrese, pero no estamos desesperados porque el Espíritu nos ayudará a despojarnos de los deseos de la carne.

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