Pregunta
¿Cuál es la diferencia entre veneración y adoración?
Respuesta
En respuesta a la acusación de que adoran a María y a los santos, los católicos a menudo afirman que los “veneran”, no los adoran. Venerar es tener un gran respeto o reverencia. La veneración puede definirse como "respeto o asombro dirigido hacia alguien debido a su valor o grandeza".
La definición más sencilla de adoración es "atribuir valor". La adoración puede definirse de manera más completa como "mostrar respeto, amor, reverencia o adoración". Según el diccionario, no existe una clara diferencia entre la veneración y la adoración. De hecho, veneración y adoración a menudo se usan como sinónimos entre sí.
Pero las definiciones del diccionario no son el punto. No importa cómo se llame. La Biblia no instruye en ningún lugar a los seguidores de Jesucristo a ofrecer adoración, veneración, adoración o algo similar a nadie más que a Dios. En ningún lugar del Nuevo Testamento se describe a los seguidores de Jesucristo adorando, venerando o adorando a nadie más que a Dios. Tampoco recibieron adoración. Pedro se negó a recibir adoración de Cornelio (Hechos 10:25-26), y Pablo y Bernabé fueron igualmente firmes en que la gente de Listra no los venerara (Hechos 14:15). Dos veces en el libro de Apocalipsis (Apocalipsis 19:10; 22:8), el apóstol Juan comienza a adorar a un ángel, y el ángel le instruye: “¡Adora a Dios!” María y los santos que nos precedieron al cielo dirían lo mismo: "¡Adora a Dios!"
La Iglesia Católica tiene diferentes grados de adoración: dulia, hiper dulia y latria. La dulia es el honor dado a los santos. La hiper dulia es el honor dado solo a María, como la más grande de los santos. La latria es el honor dado solo a Dios. En contraste, la Biblia siempre atribuye honor, en el contexto de la adoración, solo a Dios (1 Crónicas 29:11; 1 Timoteo 1:17; 6:16; Apocalipsis 4:11; 5:13). Incluso si hubiera apoyo bíblico para diferentes niveles de adoración, aún no habría apoyo bíblico para ofrecer niveles de adoración inferiores/menores a nadie más que a Dios.
Solo Dios es digno de adoración, alabanza (Nehemías 9:6; Apocalipsis 4:11; 15:4) y veneración, no importa cómo se defina. El valor de María proviene del hecho de que Dios la eligió para un papel glorioso y la salvó de sus pecados a través de la muerte de Jesucristo (Lucas 1:47). El valor de los santos proviene del hecho de que Dios los salvó, los transformó y luego los utilizó en formas poderosas e increíbles. Que todos nosotros, con María y los santos, nos arrodillemos y adoremos al único que es digno.
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