Pregunta
¿Qué significa no avergonzarse del evangelio (Romanos 1:16)?
Respuesta
En Romanos 1, Pablo se dirige a los creyentes gentiles de Roma y comienza explicando su misión: predicar el evangelio a todos. Concluye su explicación diciendo: "Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree, del judío primeramente y también del griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá" (Romanos 1:16–17, NBLA; cf. Habacuc 2:4).
La palabra traducida como "avergüenzo" implica "sentirse humillado" o "deshonrado personalmente". Una persona "avergonzada", en este contexto, es alguien que ha quedado expuesto por haber depositado su confianza en algo que lo defraudó. El término también puede referirse a haber sido deshonrado por hacer alianzas equivocadas. Así que, cuando Pablo afirma que no se avergüenza del evangelio, está diciendo que su confianza en él no es en vano. No hay deshonra en proclamarlo. Pablo había entregado su vida a anunciar las verdades que el mismo Jesús le reveló (Hechos 9:3–6; 2 Corintios 12:2–4), y en su carta a los romanos explica por qué no se arrepiente de haberlo hecho ni de haberse identificado con Cristo.
Esta verdad también se aplica a nosotros. Así como Pablo depositó su confianza en el evangelio de Cristo, nosotros también podemos hacerlo. Podemos proclamar con valentía las verdades que Dios ha revelado en Su Palabra, sin temor a que nuestra fe esté mal fundada. "Todo el que cree en Él no será avergonzado" (Romanos 10:11, NBLA; cf. Isaías 28:16). Podemos descansar en el conocimiento de que el Espíritu Santo que inspiró la Escritura no cambia (2 Pedro 1:21; Malaquías 3:6; Hebreos 13:8). Lo que fue cierto hace miles de años sigue siendo cierto hoy. La oferta de salvación presentada a las personas del primer siglo aún está disponible para nosotros (Hechos 2:39; Juan 17:20).
Vivir sin avergonzarse del evangelio implica no solo proclamarlo, sino también aplicarlo a nuestra vida y demostrar que lo creemos. Las decisiones de vida de Pablo respaldaban su mensaje: no predicaba una cosa y vivía otra. Nos avergonzamos del evangelio cuando permitimos que el pecado permanezca sin control en nuestra vida (Mateo 3:8). Cuando nos entregamos a deseos mundanos y carnales, o desobedecemos abiertamente los estándares bíblicos, estamos demostrando falta de confianza en nuestro propio mensaje (1 Corintios 3:3; 1 Pedro 2:11). Cuando "andamos en consejo de malos, seguimos el camino de pecadores y nos sentamos en silla de escarnecedores" (Salmo 1:1), nos estamos avergonzando del evangelio. No estamos permitiendo que su verdad penetre nuestras vidas para que otros vean su poder transformador. Vivir sin avergonzarnos del evangelio significa que, como Pablo, dejamos que gobierne nuestra vida de tal manera que todos los que nos rodean puedan notar que hemos "estado con Jesús" (Hechos 4:13).
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¿Qué significa no avergonzarse del evangelio (Romanos 1:16)?
