Pregunta
¿Cómo puedo parecerme más a Cristo?
Respuesta
El deseo de Dios para todos los que le conocen es que nos volvamos más como Cristo. Lo hacemos primero creciendo en nuestro conocimiento de Cristo. Es lógico que no podamos crecer para ser como alguien a quien no conocemos. Cuanto más profundo sea nuestro conocimiento de Cristo, más profundo será nuestro entendimiento de Él y más nos pareceremos a Él. Entre otras razones, debemos conocer y comprender a Cristo para que tengamos seguridad en la fe.
El apóstol Pablo reitera esta verdad en Efesios 4:14-16: "Entonces ya no seremos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error. Más bien, al hablar la verdad en amor, creceremos en todos los aspectos en Aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo, estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen, conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor". Este hecho se repite una vez más en 2 Pedro 3:17-18: "Por tanto, amados, sabiendo esto de antemano, estén en guardia, no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos, caigan de su firmeza. Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén". Estos pasajes nos muestran que crecer en el conocimiento de Cristo nos preservará del error que destruye la fe.
Por supuesto, el conocimiento por sí solo no producirá un carácter semejante al de Cristo. El conocimiento que obtenemos de la Palabra de Dios debe impactar nuestros corazones y convencernos de la necesidad de obedecer lo que hemos aprendido. Romanos 12:1-2 nos dice enfáticamente que el proceso de llenar nuestras mentes con el conocimiento de Dios no solo nos acerca a la semejanza con Cristo, sino que la obediencia a ese conocimiento nos alinea con la perfecta voluntad de Dios: "Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto".
La consecuencia natural de conocer y obedecer a Dios es que Él se vuelve cada vez más grande, mientras que nosotros nos volvemos cada vez más pequeños al cederle el control de nuestras vidas. Así como Juan el Bautista sabía que: "Es necesario que Él [Jesús] crezca, y que yo disminuya" (Juan 3:30), el cristiano crece para reflejar más a Cristo y menos su propia naturaleza. Lucas lo resume muy bien cuando describe lo que Jesús dijo a Sus discípulos: "Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de Mí, ese la salvará" (Lucas 9:23-24). La cruz era un instrumento de muerte, y Jesús nos anima a tomar nuestra cruz para dar muerte a nuestra vieja naturaleza pecaminosa en ella. Dios quiere que olvidemos este mundo y todos sus placeres temporales y seamos obedientes a Su Palabra. Jesús es la Palabra viva (Juan 1:1), y la Biblia es la Palabra escrita de Dios. Por lo tanto, conformarse a la Palabra de Dios es conformarse a Cristo.
Es importante darse cuenta de que para ser más como Cristo hay que empezar por recibirlo como Salvador de nuestros pecados. Luego, crecemos en nuestro conocimiento de Dios, leyendo la Biblia diariamente, estudiándola y siendo obedientes a lo que dice. Este proceso nos hace crecer y se produce a lo largo de toda una vida en Cristo. Solo cuando hayamos entrado en el cielo para la eternidad con Dios, este proceso alcanzará su culminación.
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