Pregunta
¿Qué significa que la sangre es la vida (Deuteronomio 12:23)?
Respuesta
Mucho antes de que la ciencia moderna demostrara que la sangre transporta los elementos esenciales de la vida por todo el cuerpo, Dios ordenó a los israelitas: "Solo cuídate de no comer la sangre, porque la sangre es la vida, y no comerás la vida con la carne. No la comerás; la derramarás sobre la tierra como el agua" (Deuteronomio 12:23-24). ¿Por qué ordenó Dios a los israelitas que no comieran carne con sangre? Existen varias razones, y lo más probable es que la prohibición se explique por una combinación de ellas.
Hoy sabemos con certeza que "la sangre es la vida". Ningún otro ingrediente natural ni material artificial puede sustituir a la sangre como medio para mantener la vida. Para los antiguos israelitas, la sangre era el emblema de la vida y equivalía a la vida misma. Como fluido vital, la sangre de los animales pertenecía a Dios, el dador de la vida: "Pero carne con su vida, es decir, con su sangre, no comerán" (Génesis 9:4; ver también Génesis 2:7; Job 33:4; Salmo 139:13). La sangre nunca debía consumirse como alimento común; cuando se ofrecía un sacrificio, se drenaba la sangre y se ofrecía a Dios en el altar (Levítico 17:14).
Desde un punto de vista puramente práctico, es posible que Dios se preocupara por el bienestar físico de los israelitas cuando dijo: "No comáis la sangre, porque la sangre es la vida". Ahora sabemos que la sangre puede contener muchas enfermedades y que estas pueden transmitirse por todo el cuerpo y a otras personas. Ciertas carnes, si no se cocinan bien, pueden causar enfermedades si se consumen. Por lo tanto, una razón secundaria por la que Dios pudo haber prohibido comer carne con sangre podría haber sido promover la buena salud.
En Deuteronomio 12, Dios comenzó a enseñar a los israelitas sobre el pacto que regía Su relación con ellos. Se centró en la adoración con estipulaciones detalladas sobre cómo Su pueblo debía amar, honrar y glorificar al Señor, su Dios. La adoración a Yavé, el único Dios verdadero, debía ser distinta y separada de la adoración a las deidades paganas y los ídolos.
Entre los antiguos rituales paganos se encontraba la práctica de beber la sangre de animales sacrificados, e incluso la sangre de sacrificios humanos. Algunas tribus paganas consumían la sangre de sus víctimas porque creían que poseía el poder y la fuerza de sus enemigos. Por lo tanto, el mandato del Señor de no comer carne con sangre habría sido para apartar por completo al pueblo de Dios de estas costumbres impías, idólatras y atroces. En la iglesia primitiva, también se animaba a los creyentes a evitar tales asociaciones paganas: "Al contrario, deberíamos escribirles y decirles que se abstengan de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de inmoralidad sexual, de comer carne de animales estrangulados y de consumir sangre. Pues esas leyes de Moisés se han predicado todos los días de descanso en las sinagogas judías de cada ciudad durante muchas generaciones" (Hechos 15:20-21, NTV).
En Levítico 17:10-12, aprendemos que la sangre era el medio de expiación ordenado por Dios: "Si algún hombre de la casa de Israel, o de los extranjeros que residen entre ellos, come sangre, Yo pondré Mi rostro contra esa persona que coma sangre, y la exterminaré de entre su pueblo. Porque la vida de la carne está en la sangre, y Yo se la he dado a ustedes sobre el altar para hacer expiación por sus almas. Porque es la sangre, por razón de la vida, la que hace expiación. Por tanto dije a los israelitas: Ninguna persona entre ustedes comerá sangre; tampoco comerá sangre ningún extranjero que reside entre ustedes".
La sangre representaba la vida del animal. Cuando se derramaba la sangre, la vida del animal terminaba. Sacrificar la vida de un animal en lugar de la propia satisfacía el precio o el pago de Dios por el pecado. La sangre derramada del animal inocente ofrecido en el altar servía como pago por los pecados del pueblo (Levítico 16:15). Por lo tanto, el derramamiento de sangre era un acto de expiación.
La sangre, como símbolo de la vida, debía ser tratada con honor. A los israelitas se les prohibía comer carne con sangre, porque consumir sangre habría violado o denigrado el acto sagrado de expiación por el cual los seres humanos son justificados ante Dios. Consumir la sangre habría ignorado su propósito divinamente ordenado. En cambio, el pueblo debía llevar cada animal a la entrada del tabernáculo para que el sacerdote lo ofreciera a Dios en el altar.
Este acto de expiación del Antiguo Testamento apuntaba hacia el derramamiento de la sangre de Jesucristo en la cruz para el perdón de los pecados: "Imagínense cuánto más la sangre de Cristo nos purificará la conciencia de acciones pecaminosas para que adoremos al Dios viviente. Pues por el poder del Espíritu eterno, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio perfecto por nuestros pecados" (Hebreos 9:14, NTV; ver también Hebreos 10:1-18). Cada vez que se sacrificaba un animal en el altar y se derramaba su sangre, se transmitía una imagen del Salvador. Jesucristo sufrió en nuestro lugar. Su sangre es la vida que fue dada para que nosotros pudiéramos tener vida eterna.
Jesús dijo a Sus discípulos: "Les digo la verdad, a menos que coman la carne del Hijo del Hombre y beban su sangre, no podrán tener vida eterna en ustedes; pero todo el que coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final" (Juan 6:53-54, NTV). Teniendo en cuenta la ley que prohíbe comer sangre, la idea de consumir la carne de Cristo y beber Su sangre habría sido impactante para Sus seguidores. Sin duda, las palabras de Jesús llamaron su atención. Pero Jesús no estaba hablando literalmente; se refería a Su obra redentora (ver Juan 6:32-35, 41, 47-58).
Los creyentes en Jesucristo son purificados, perdonados, reconciliados con Dios y liberados del poder del pecado mediante la sangre derramada del Cordero de Dios sin mancha: "Pues Dios ofreció a Jesús como el sacrificio por el pecado. Las personas son declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al derramar su sangre" (Romanos 3:25, NTV; ver también 1 Juan 1:7; 5:11; Efesios 1:7). La sangre de Cristo es verdaderamente "la vida" para aquellos que creen en Él y reciben Su vida.
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¿Qué significa que la sangre es la vida (Deuteronomio 12:23)?
