Pregunta
¿Por qué algunas iglesias prosperan mientras que otras mueren?
Respuesta
La verdadera iglesia es aquella en la que Cristo es reconocido como su Cabeza, la Biblia es predicada y enseñada, y el camino de salvación es por gracia mediante la fe en la muerte y resurrección corporal de Jesucristo. El Espíritu Santo guía tanto al liderazgo como a la congregación, se lleva a cabo la Gran Comisión. Las iglesias que no tienen estas características ya están muertas, porque el Espíritu Santo no está obrando en sus miembros a través de la fe en Jesucristo. Hoy en día existen muchas iglesias así, tanto pequeñas como grandes, que, lamentablemente, son simplemente clubes sociales. El verdadero Cristo no es honrado allí. Aunque haya mucha apariencia, no hay sustancia. Lo sobrenatural ha desaparecido de su comunión. En algunos casos, hubo un tiempo en que esas iglesias predicaban el evangelio de Cristo, pero con el paso del tiempo dejaron de hacerlo. Y eso, por supuesto, también es muy triste. Se han convertido en iglesias muertas.
También hay iglesias donde Cristo es honrado y la Biblia es predicada, pero están conformes con solo eso. Simplemente existen. Como la iglesia de Éfeso en el libro de Apocalipsis (2:1-7), han dejado su primer amor. Tienen buena doctrina, pero han perdido su pasión por Cristo y por alcanzar a los que necesitan al Salvador. En ese sentido, también están muertas. Están conformes con ser cristianas, pero no hay señales de que Dios esté obrando en sus vidas. A veces una iglesia muere porque se divide. Muchas personas se van, y la iglesia no puede continuar. Esta también es una situación lamentable, y no honra a Dios. Otras veces, una iglesia muere por el lugar en el que está. Iglesias pequeñas en zonas rurales a veces deben cerrar por cambios en la población. En algunos casos, cuando hay iglesias pequeñas cercanas que comparten la misma fe, se han unido para formar una congregación más grande.
Ahora bien, el tamaño de la iglesia no es lo más importante. Lo que realmente importa es lo que sucede dentro de la comunidad de creyentes. Las características de una iglesia viva y en crecimiento se encuentran en Hechos 2:42-47, donde los creyentes "se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración". Se servían unos a otros y alcanzaban a los que necesitaban conocer al Señor. Y el Señor "añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos" (NBLA). Este pasaje nos muestra que la iglesia tiene cinco propósitos:
1) Adoración / Oración – Fuimos creados para alabar a Dios y tener una relación personal con Él a través de la oración (Salmo 72:15).
2) Aprendizaje – Fuimos diseñados para parecernos a Cristo al buscarlo cada día en Su Palabra (2 Timoteo 3:16-17).
3) Comunión – Fuimos formados para ser parte de la familia de Dios (Hechos 2:44-45).
4) Servicio – Fuimos capacitados para tener un ministerio dentro del Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:4-7).
5) Misión – Se nos ha ordenado compartir el amor de Dios y el evangelio (Mateo 28:19-20).
Estas cinco áreas describen lo que la verdadera iglesia de Jesucristo debería ser hoy. En la iglesia local, tanto el liderazgo como los miembros deben obedecer al Espíritu Santo. La oración debe ser una parte vital de la iglesia, porque sin ella, la congregación opera solo con fuerzas humanas. Las personas deben conocer y usar sus dones espirituales. Es esencial que haya servicio mutuo dentro de la comunidad, junto con un espíritu de cuidado y generosidad. También se requiere una pasión por alcanzar a quienes necesitan al Salvador, cumpliendo así la Gran Comisión de Mateo 28:18–20. La iglesia debe tener claro por qué existe y cuál es su propósito.
Cualquier iglesia, grande o pequeña, que honre a Cristo, predique y enseñe la Biblia, y esté en sintonía con el Espíritu Santo para ministrar a su congregación y alcanzar a la comunidad y al mundo, será una iglesia vibrante para Jesucristo. Un verdadero seguidor de Cristo no puede limitarse a calentar un asiento los domingos ni a ser un simple espectador. Cristo no vino para ser servido, sino para servir. Nosotros debemos hacer lo mismo.
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