Pregunta
¿Cómo se preservó el evangelio durante la Edad Media?
Respuesta
A lo largo de los siglos, Dios ha preservado Su Palabra y ha levantado hombres y mujeres para esta tarea. Incluso durante la Edad Media, a veces llamada la "Edad Oscura" debido a la supuesta falta de conocimiento de la época, la verdad del evangelio estuvo disponible. Es cierto que la Iglesia Católica Romana y el Sacro Imperio Romano estaban en la cumbre de su poder y que se suprimía la Biblia en lengua común; sin embargo, aun en ese tiempo, el pueblo de Dios se mantuvo activo. La mano de Dios nunca se ha "acortado para salvar" (Isaías 59:1, NBLA). Su verdad seguía avanzando.
La Iglesia ya había sobrevivido intensas persecuciones bajo distintos emperadores romanos, incluyendo la Gran Persecución bajo Diocleciano entre los años 303 y 313 d.C. Constantino puso fin a la persecución tras convertirse en emperador, y el cristianismo eventualmente se convirtió en la religión oficial de Roma.
A medida que Roma consolidaba su poder sobre la Iglesia, surgieron disidentes que se negaban a reconocer al obispo de Roma como su líder. Uno de estos disidentes fue Donato, un obispo del norte de África, quien se opuso a la interpretación romana de los sacramentos y al bautismo infantil. Los donatistas fueron condenados por las iglesias de Europa, pero continuaron siendo un testimonio del evangelio de la gracia en tiempos de Constantino. Otros hombres que defendieron la verdad contra las primeras herejías fueron los obispos Alejandro y Atanasio. Más tarde, el evangelio se comenzó a predicar en lugares tan lejanos como Irlanda (desde el año 432 d.C.) gracias a Patricio. La Biblia también fue traducida al latín y el evangelio se extendió por toda Europa.
La Edad Media, que se extendió aproximadamente del siglo V al XV, estuvo dominada en Europa por el Sacro Imperio Romano. Fue una época marcada por las Cruzadas, el Gran Cisma, la Inquisición y el estricto dominio de la Iglesia Católica. A pesar de estas dificultades, Dios siempre tuvo testigos de la verdad.
Cuando la Iglesia de Roma introdujo el bautismo infantil, varias iglesias se opusieron y denunciaron la práctica. En los siglos XI y XII, los petrobrusianos rechazaron el bautismo infantil y se hicieron conocidos como anabautistas. Ellos rebautizaban a los creyentes que habían sido bautizados en su infancia, sosteniendo que el bautismo solo es válido si es un acto consciente de fe por parte del creyente. Los anabautistas sobrevivieron a intensas persecuciones y aún existen hoy en día. De los anabautistas surgieron los bautistas ingleses, que alcanzaron prominencia a mediados del siglo XVII.
Un grupo llamado los valdenses fue fundado en 1170 en Lyon, Francia, por un comerciante adinerado llamado Valdo (Pedro Valdo). Él defendía la pobreza como base de la vida cristiana y la necesidad de que todos los creyentes predicaran el evangelio. Los valdenses continuaron creciendo, pero se fueron alejando cada vez más de la Iglesia Romana debido a sus doctrinas. En 1184, una bula papal fue emitida en su contra. Otros grupos reformistas anteriores a la Reforma Protestante fueron los novacianos, los albigenses, los petrobrusianos, los paulicianos, los cátaros, los paterinos, los lolardos, entre otros.
Mucho antes de que Martín Lutero publicara sus 95 Tesis en la puerta de la Iglesia del Castillo en Wittenberg en 1517, ya había hombres que se habían levantado en favor de la reforma y del verdadero evangelio. Entre ellos estaban John Wycliffe, teólogo inglés y profesor en Oxford, condenado como hereje en 1415 por enseñar que el pueblo común debía tener acceso a la Biblia; Jan Hus, sacerdote de Bohemia, quien fue quemado en la hoguera en 1415 por oponerse a la Iglesia de Roma; y Girolamo Savonarola, fraile italiano que fue ahorcado y quemado en 1498.
Durante el siglo XVI, otros hombres piadosos se opusieron a la Iglesia de Roma: Jakob Hutter (fundador de los huteritas), John Knox de Escocia, William Tyndale (martirizado por traducir el Nuevo Testamento al inglés), Juan Calvino de Francia, Ulrico Zuinglio de Suiza y los reformadores ingleses Cranmer, Latimer y Ridley (todos quemados en la hoguera).
Dios ha tenido un remanente fiel en cada época. En tiempos anteriores al diluvio, Noé halló gracia ante los ojos de Dios. Durante la época de los jueces, hubo hombres fieles como Gedeón, Barac y Booz, y mujeres fieles como Ana, Débora y Rut. Durante el reinado de Acab y Jezabel, hubo siete mil personas que se mantuvieron firmes contra la adoración a Baal (1 Reyes 19:18). Así como Dios levantó hombres y mujeres fieles en los tiempos bíblicos para llevar a cabo Su plan divino, también los levantó durante la Edad Media. Todos eran pecadores, con defectos e imperfecciones, pero Dios tomó lo débil e imperfecto y lo usó para Su gloria. Esos cristianos fieles fueron utilizados por Dios para “luchar ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos” (Judas 1:3, NBLA). A pesar de todos los conflictos, cismas y derramamientos de sangre que acompañaron el crecimiento de la Iglesia hasta y después de la Reforma, el mensaje del evangelio ha sido preservado.
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¿Cómo se preservó el evangelio durante la Edad Media?