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Pregunta

¿Qué significaba que Jesús caminara sobre las aguas?

Respuesta


El milagro de Jesús caminando sobre las aguas, registrado en tres de los Evangelios (Mateo 14:22-36; Marcos 6:45-56; Juan 6:16-21), se produjo poco después de Su milagrosa alimentación de los 5.000 con solo cinco panes y dos peces (Mateo 14:17). Sin embargo, fue el milagro de Jesús caminando sobre las aguas el que, más que ningún otro, convenció a los discípulos de Jesús de que Él era realmente el Hijo de Dios (Mateo 14:32-33).

La historia se desarrolla en el Mar de Galilea, que se encuentra en la parte baja del valle del Jordán, en una cadena montañosa que se eleva a 1.200 metros sobre el nivel del mar. El lago mismo está a unos 200 metros por debajo del mar Mediterráneo. Uno de los aspectos más notables de esta masa de agua es que es muy susceptible de sufrir tormentas repentinas y extremadamente violentas. Estas tormentas son provocadas por el aire frío que desciende de las montañas que lo rodean y choca con el aire cálido y húmedo que se eleva de la superficie del agua misma.

"Al atardecer Sus discípulos bajaron hasta el mar, y subiendo en una barca, se dirigieron al otro lado del mar, hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido adonde ellos estaban; y el mar estaba agitado porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían remado unos 25 o 30 estadios (cuatro o cinco kilómetros), vieron a Jesús caminando sobre el mar y que se acercaba a la barca, y se asustaron. Pero Él les dijo: Soy Yo; no teman. Entonces ellos querían recibir a Jesús en la barca, y la barca llegó enseguida a la tierra adonde iban" (Juan 6:16-21, NBLA).

Hay varios puntos significativos que debemos reconocer sobre este milagro. En primer lugar, Mateo nos dice que "la barca ya estaba muy lejos de tierra, y era azotada por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vigilia de la noche (3 a 6 a.m.), Jesús vino a ellos andando sobre el mar" (Mateo 14:24-25, NBLA). Aunque solo debían recorrer una corta distancia, la tormenta era tan violenta que, a pesar de todos sus esfuerzos por controlar su barca, la tempestad les había conducido a unos seis kilómetros de distancia, en medio mismo del mar. Siendo la cuarta guardia de la noche (de 3:00 a 6:00 de la mañana), ¡habían estado remando y esforzándose con los remos durante casi nueve horas! Estaban totalmente agotados.

Marcos nos dice que, cuando los discípulos vieron a Jesús caminando por el lago, pensaron que era un fantasma. Gritaron, porque todos le vieron y se aterrorizaron (Marcos 6:48-50). Y esto nos lleva al segundo punto significativo de este milagro. Jesús siempre viene a nosotros en las tormentas de la vida. Esto nos recuerda las palabras de Dios a Isaías "Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo, y si por los ríos, no te cubrirán" (Isaías 43:2, NBLA). Puede que el Señor no venga en el momento en que creemos que debe venir, porque Él sabe cuándo le necesitamos más. Jesús había esperado a que la barca estuviera lo más lejos posible de tierra, cuando ya habían perdido toda esperanza. Básicamente, Jesús estaba poniendo a prueba la fe de los discípulos, y esto significaba quitarles todo apoyo humano. ¿Por qué caminó Jesús sobre las aguas? Para mostrar a Sus discípulos que aquello que temían, el mar enfurecido y agitado, no era más que un peldaño para que Él llegara hasta ellos. A menudo tememos las experiencias difíciles de la vida, como la enfermedad, la pérdida de seres queridos y las dificultades económicas, solo para descubrir que estas experiencias pueden acercar a Jesús a nosotros.

Ahora bien, debemos preguntarnos: ¿por qué no reconocieron a Jesús? La respuesta es que no le estaban buscando. Si hubieran esperado por fe, le habrían conocido al instante. En cambio, llegaron a la falsa conclusión de que Su aparición era la de un fantasma. El punto es el siguiente: el miedo y la fe no pueden vivir en el mismo corazón, pues el miedo suele cegar los ojos ante la presencia del Señor.

El tercer punto significativo es que Jesús demostró estar al mando de los elementos, algo que solo Dios puede hacer. Reveló esta verdad a los discípulos, que reconocieron Su divinidad y respondieron con una confesión de fe en Jesús como Dios: "el viento se calmó. Entonces los que estaban en la barca lo adoraron, diciendo: En verdad eres Hijo de Dios" (Mateo 14:32-33, NBLA). Era la primera vez que los discípulos llamaban a Jesús Hijo de Dios, una afirmación que, de hecho, se basaba en lo que habían dicho antes sobre Él en Mateo 8:27 (NBLA): "¿Quién es Este, que aun los vientos y el mar lo obedecen?". Aquí responden a su propia pregunta: "En verdad eres Hijo de Dios".

Aunque les quedaba mucho camino por recorrer en su comprensión espiritual, los discípulos estaban creciendo en su fe en el Señor. Además, esta fue la primera vez que se dice que los discípulos adoraron a Jesús. En Mateo 2:11, los sabios de Oriente adoraron a Jesús. Más tarde, se dice que un leproso adoró a Jesús (Mateo 8:2). Un jefe de la sinagoga hace lo mismo en Mateo 9:18. Pero esta es la primera vez que los discípulos le adoraron. También es importante señalar que su adoración va unida a su confesión (Mateo 14:33).

Y eso es la adoración: reconocer quién es Dios y alabarle tanto por lo que es como por lo que ha hecho. Fue en este relato donde los discípulos dieron el primer paso y adoraron a Jesús como Hijo de Dios.

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