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Pregunta

¿Tendrá Jesús las cicatrices de la crucifixión en el cielo?

Respuesta


La Biblia no nos dice específicamente que Jesús, ahora en el cielo, haya conservado las cicatrices de Su crucifixión. No podemos estar absolutamente seguros, pero creemos que sí las conserva, las únicas cicatrices en cualquier lugar del cielo, basándonos en algunas pistas de las Escrituras.

Cuando Jesús resucitó de los muertos, Su cuerpo resucitado y glorificado aún tenía las cicatrices. Invitó a Tomás, quien había dudado de la resurrección, a ver y sentir las cicatrices de la crucifixión: "Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente" (Juan 20:27). Las cicatrices de Jesús eran visibles y palpables, después de la resurrección.

La descripción que Juan hace de Jesús en la primera parte del libro del Apocalipsis no menciona ninguna cicatriz o herida (Apocalipsis 1:12-16). Por supuesto, la descripción es bastante simbólica, enfatizando la gloria, el poder y la majestuosidad de Jesús. Más adelante, en el mismo libro, Jesús es representado como "un cordero como inmolado" (Apocalipsis 5:6). Esta imagen sugiere cicatrices, pero de nuevo, es extremadamente simbólica, y debemos tener cuidado de no extraer detalles de la apariencia física de un pasaje como tal.

Si Jesús aún lleva las cicatrices de la crucifixión en el cielo, ¿por qué podría haber decidido conservarlas? Las cicatrices que lleva nuestro Salvador representan varias cosas profundamente importantes:

Primero, las marcas son un testimonio eterno de la Encarnación del Hijo de Dios. Un espíritu no puede tener cicatrices, pero "aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" (Juan 1:14). Fue mientras caminaba por esta tierra como uno de nosotros que recibió las cicatrices. Y Cristo permanece en carne para siempre. Así como el Hijo no perdió nada de Su divinidad cuando vino a la tierra, tampoco perdió nada de Su humanidad cuando regresó al cielo. Él es por siempre Dios en la carne, el perfecto (y único) Mediador entre Dios y el hombre (1 Timoteo 2:5).

En segundo lugar, las cicatrices revelan por qué Jesús vino a la tierra: para ser un sacrificio por nosotros. Como dijo Jesús, "el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mateo 20:28). Vino a sufrir por nosotros, a salvarnos del pecado. Vino a reconciliarnos con el Padre en el cielo. Esa reconciliación requería Su sufrimiento:

"Mas él herido fue por nuestras rebeliones,

molido por nuestros pecados;

el castigo de nuestra paz fue sobre él,

y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5).

Las cicatrices de crucifixión de Jesús dan testimonio de Su sacrificio.

En tercer lugar, las cicatrices revelan que Dios nos amó mientras aún éramos pecadores. El pecado de la humanidad puso a Jesús en la cruz. Cuando fue arrestado, Jesús dijo a Sus enemigos: "esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas" (Lucas 22:53). Y el mundo mismo se oscureció cuando estaba en la cruz (Lucas 23:44). Pero así tenía que ser. Si Dios hubiera esperado hasta que de alguna manera nos hiciéramos justos, nunca habríamos conocido la salvación. No estábamos interesados en la justicia, y no podíamos alcanzarla (Romanos 3:10-12). El mal dejó cicatrices en Jesús, y esas cicatrices son la prueba de que "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8).

En cuarto lugar, las cicatrices que Jesús todavía lleva en el cielo revelan que sufrió como nosotros en este mundo. Conoce nuestro dolor. Lloró con quienes lloraban (Juan 11:35). Resistió contra el pecado hasta el punto de derramar sangre (Hebreos 12:4). Es nuestro Sumo Sacerdote que se compadece de nuestras debilidades (Hebreos 4:15).

En quinto lugar, las cicatrices significan que la muerte ha sido derrotada. Las heridas que Jesús recibió fueron mortales, pero triunfó sobre la tumba. Además, nos permite compartir en Su triunfo. Las cicatrices muestran que nuestra victoria final está en Él. "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? . . . Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Corintios 15:55, 57).

Las cicatrices de la crucifixión que Jesús probablemente tendrá para la eternidad hablan del amor más grande que jamás haya existido (Juan 15:13). Probablemente, Jesús tendrá las únicas cicatrices en el cielo, en cuyo caso veremos un recordatorio visible de Su alabanza. Sin el acontecimiento que ocasionó esas cicatrices, nadie más estaría allí.

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