Pregunta
¿Debe ser Jerusalén la capital del actual Israel?
Respuesta
Jerusalén ocupa un lugar central en la historia bíblica y en las profecías, además de ser el epicentro de numerosas disputas políticas contemporáneas. Desde el 6 de diciembre de 2017, Estados Unidos reconoció oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel, un hecho que coincide con la historia bíblica y nacional, aunque provocó la indignación del mundo musulmán. Dejando de lado los asuntos políticos, declarar que Jerusalén es la capital legítima de Israel es tanto bíblica como históricamente correcto.
El rey David estableció Jerusalén como la capital de Israel alrededor del año 1000 a.C.. Aunque la ciudad fue destruida en el año 70 d.C., tras la Segunda Guerra Mundial, el 14 de mayo de 1948, Israel volvió a convertirse en una nación independiente. Poco después, Estados Unidos reconoció al nuevo Estado de Israel como patria del pueblo judío. El 5 de diciembre de 1949, Israel reafirmó oficialmente a Jerusalén como su capital. Sin embargo, muchas naciones aún se resisten a aceptar su independencia plena y su derecho soberano a determinar su propia capital.
En 1995, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley de la Embajada en Jerusalén, que ordenaba el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén. Sin embargo, su implementación se pospuso durante veintidós años por motivos de "seguridad nacional". Finalmente, el reconocimiento oficial se hizo efectivo, confirmando lo que la historia y la Biblia ya habían establecido: Jerusalén es la capital de Israel.
La oposición a este reconocimiento proviene principalmente del mundo musulmán. Para los palestinos y otras naciones islámicas, Jerusalén tiene un valor religioso profundo debido al Monte del Templo, considerado su tercer lugar más sagrado. Según el Corán (sura 17:1), Mahoma realizó un viaje nocturno de La Meca a Jerusalén en el año 621 d.C., donde ascendió al cielo desde "la mezquita más lejana". La Cúpula de la Roca, edificada en 692 d.C., marca el sitio donde, según la tradición islámica, ocurrió esa ascensión. Actualmente, el Monte del Templo está bajo la administración del Waqf Islámico de Jerusalén, fundado en 1187 para supervisar las estructuras islámicas, y su reglamento prohíbe el acceso a los lugares sagrados a quienes no sean musulmanes.
No obstante, es importante considerar dos cosas:
(1) el gobierno de Israel reconoce el derecho de los musulmanes a practicar su fe en el Monte del Templo y protege su acceso a los sitios de culto, y
(2) incluso el Corán menciona los derechos del pueblo judío a la Tierra Prometida, que incluye Jerusalén: "Después dijo Alá a los hijos de Israel: ‘Habitad seguros en la Tierra Prometida’" (sura 17:104; ver también suras 2:122; 45:17; 57:26).
Normalmente, cada nación elige su propia capital, y las demás naciones ubican sus embajadas allí. Por ejemplo, cuando Brasil trasladó su capital de Río de Janeiro a Brasilia en 1961, todas las embajadas extranjeras se movieron también. El único país del mundo cuya capital no ha sido tratada de igual manera es Israel, donde se encuentran todos los edificios gubernamentales, la residencia presidencial y la del primer ministro. Hasta julio de 2023, solo Estados Unidos, Guatemala, Honduras y Kosovo tenían embajadas oficiales en Jerusalén. Israel, como cualquier otra nación soberana, tiene pleno derecho a decidir dónde establecer su capital.
El renacimiento de Israel en 1948 fue un paso crucial en el cumplimiento de las profecías bíblicas. Como anticipa Ezequiel 37, los "huesos secos" comenzaron a cobrar vida. El reconocimiento de Jerusalén como su capital histórica es otro avance significativo en el plan profético de Dios. Aunque no comprendamos todos los detalles del cumplimiento futuro, una cosa es clara: Jerusalén es una ciudad especial para Dios. Él mismo declaró: "En Jerusalén, que he escogido de entre todas las tribus de Israel, pondré Mi nombre para siempre" (2 Reyes 21:7).
Jerusalén, por tanto, no es solo la capital política de Israel, sino también el centro espiritual donde Dios ha decidido manifestar Su Nombre y cumplir Su propósito eterno.
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