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Pregunta

¿Quiénes son los superapóstoles que menciona Pablo en 2 Corintios 11:5?

Respuesta


Los "superapóstoles" eran falsos maestros que aparentaban ser superiores a Pablo en su comportamiento y autoridad. Pablo los llama "super" en tono burlón.

Mientras Pablo recorría el Imperio Romano predicando el evangelio, otros iban tras él e intentaban robarle los nuevos conversos. A menudo afirmaban que el evangelio que Pablo predicaba era inadecuado en algún aspecto y necesitaba que se complementara. En su carta a los Gálatas, Pablo advierte contra aquellos que buscaban añadir la circuncisión al evangelio y, en ese contexto, pronuncia el siguiente anatema: "Me maravillo de que tan pronto ustedes hayan abandonado a Aquel que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente, que en realidad no es otro evangelio, sino que hay algunos que los perturban a ustedes y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema. Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguien les anuncia un evangelio contrario al que recibieron, sea anatema" (Gálatas 1:6-9).

En Corinto, parece que las personas que vinieron después de Pablo se dedicaban a atacar a su persona como una forma de sembrar dudas sobre sus enseñanzas. No tenemos ningún texto de primera mano de estos detractores, pero a partir de la defensa que expone Pablo podemos discernir el tipo de cosas que decían sobre él. La razón por la que Pablo decidió defenderse no fue para conservar su honor personal, sino para que nada restara valor al evangelio que predicaba.

La primera carta a los Corintios es una carta contundente con algunas reprimendas severas para la iglesia de Corinto. En 1 Corintios 16:5-9, Pablo les dice a los corintios que planea visitarlos en persona. Al parecer, se retrasó. Explica que retrasó su llegada porque no quería tener una confrontación con ellos, presumiblemente para darles más tiempo para corregir los problemas que abordó en 1 Corintios (ver 2 Corintios 1:23; 2:1-11; y 7:5-9). Aunque Pablo era apóstol, no quería tratar con ellos de manera autoritaria (2 Corintios 1:24). Al parecer, algunos de los "superapóstoles" que se oponían decían que Pablo era débil y poco fiable, y que esa era la razón por la que había retrasado su visita.

En 2 Corintios 4, Pablo explica por qué su ministerio no parece muy exitoso. En primer lugar, hay una guerra espiritual, y los incrédulos simplemente no pueden entender por sí mismos el evangelio que él predica (versículos 1-6). Además, Pablo carece de toda señal de prosperidad y bendición externos. Está afligido, perplejo, perseguido y abatido (versículos 8-9). Pero explica que esto es solo su condición exterior. Espiritualmente, no está abatido, desesperado, abandonado ni destruido. De hecho, el estado de debilidad es común en el ministerio del evangelio, para que la gloria sea de Dios y no del obrero humano: Pablo es simplemente un "vaso de barro" que contiene un tesoro increíblemente valioso (versículo 7). Pablo no se desanima porque sabe que, cuando esta vida termine, le espera algo increíblemente mayor (versículos 16-18). Los "superapóstoles" parecen ver la gloria para sí mismos y disfrutar de la popularidad.

En 2 Corintios 7, Pablo dice que no se jacta de su propio ministerio ni de sus logros. Se jacta de la respuesta de los corintios y de su arrepentimiento, que se produjo como resultado de su primera carta. En los capítulos 8-9, también dice que se jacta de su generosidad y espera que sus jactancias no hayan sido vanas. Anima a la iglesia a dar generosamente para una ofrenda destinada a los creyentes en situación de pobreza de otras zonas. Intenta persuadirles para que den sin exigirles que lo hagan. Una vez más, Pablo decide no actuar de forma autoritaria. Por el contrario, los "superapóstoles" no tienen ningún problema en ejercer un control autoritario.

En 2 Corintios 10, Pablo se dirige a aquellos que dicen que su presencia física es poco impresionante, y su manera de hablar despreciable, mientras que sus cartas son severas y duras (versículo 10). Es decir, algunos decían que Pablo ladraba más de lo que mordía. Pablo defiende su práctica de ser manso y humilde en persona. Si alguien se jacta, que se jacte en el Señor (versículo 17). Si alguien se jacta de sí mismo, no significa nada. Lo que realmente importa es lo que el Señor piensa de una persona (versículo 18). La deducción es que, en contraste con Pablo, los "superapóstoles" eran audaces y jactanciosos.

Así pues, gran parte de 2 Corintios destaca la humildad de Pablo y la falta de lo que muchos en el mundo podrían considerar éxito. En el capítulo 9, contrasta este enfoque con el de los "superapóstoles". En el versículo 6, Pablo indica que no es un orador hábil. En el resto del capítulo destaca algunos de sus sufrimientos e incluso admite haber tenido que huir de una ciudad por la noche para evitar ser capturado. También señala en el versículo 7 que les predicó el evangelio gratuitamente. Pablo no tomó dinero de los corintios para su propio sustento o enriquecimiento. Pero los "superapóstoles" ejercieron su autoridad y tomaron dinero para su sustento.

Basándonos en la defensa que Pablo hace de su ministerio, parece que los "superapóstoles" (2 Corintios 11:5; 12:11) son falsos maestros que se proclaman superiores a Pablo. Pablo los llama "superapóstoles" con ironía burlona. En comparación con ellos, Pablo parece un apóstol muy insignificante. Es como si Pablo dijera: "Si yo soy apóstol, entonces ellos deben ser "superapóstoles", ¡mira cuánto más poderosos y exitosos son que yo!". Pablo es humilde, tímido, perseguido físicamente, autosuficiente, sin habilidades y enfermo. Los superapóstoles eran todo lo contrario: audaces, talentosos, respetados, sanos y más que dispuestos a aceptar dinero de los corintios. No temían tratar a los corintios de manera autoritaria: "Pues toleran si alguien los esclaviza, si alguien los devora, si alguien se aprovecha de ustedes, si alguien se exalta a sí mismo, si alguien los golpea en el rostro" (2 Corintios 11:20). Pablo llama a los otros maestros "superapóstoles" porque, según las apariencias externas, ellos son los exitosos, mientras que él es el fracasado.

Aun así, Pablo continúa explicando. Puede que no sea un orador hábil, pero predica el evangelio de Cristo. Puede que no tenga éxito según todos los criterios externos y mundanos, pero realizó entre ellos las señales de un verdadero apóstol (2 Corintios 12:12). No es porque sea débil por lo que no abusa de ellos ni les quita su dinero, sino porque los ama (versículo 14). Lo motiva el amor por ellos y el amor por el Señor.

La mansedumbre de Pablo es similar al ejemplo de Jesús y a la forma en que instruyó a Sus seguidores: "Ustedes saben que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será su servidor, y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su siervo" (Mateo 20:25-27). Un dictador egoísta y jactancioso puede parecer un "superlíder". Hemos visto a personas de este tipo alcanzar puestos de liderazgo en el mundo. Sin embargo, solo son "super" según las apariencias mundanas y externas. Para ser verdaderamente grandes, deben servir como lo hizo Jesús. Para ser verdaderos "superapóstoles", tendrían que seguir el ejemplo de Pablo, que seguía el ejemplo de Jesús.

Incluso hoy en día, es tentador juzgar a los ministros como exitosos (o no) basándose en la prosperidad, la popularidad, la oratoria y su capacidad para inspirar respeto y que le sigan sus fieles. Esto puede convertirlos en "superministros" según los estándares del mundo, pero no necesariamente según los estándares de Dios.

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