Pregunta
¿Por qué pregunta el salmista: "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?" (Salmo 8:4)?
Respuesta
Cuando consideramos el Salmo 8:4 junto con los versículos que lo rodean, vemos que el salmista (el rey David) está alabando al Señor por conceder a los seres humanos una posición tan superior en Su creación. Escribe: "Cuando veo Tus cielos, obra de Tus dedos, la luna y las estrellas que Tú has establecido, digo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre para que lo cuides?". (Salmo 8:3-4).
En este pasaje, la palabra hebrea traducida como "hombre" se refiere a la humanidad en general y subraya la fugacidad y debilidad del género humano. Cuando David contempla la inmensidad y el esplendor del universo, los seres humanos parecen pequeños e insignificantes. Considerando la majestuosidad y permanencia de la luna y las estrellas que Dios ha creado, David se pregunta: "¿qué son los simples mortales para que pienses en ellos, los seres humanos para que de ellos te ocupes?". Luego responde a su propia pregunta: "Sin embargo, los hiciste un poco menor que Dios y los coronaste de gloria y honor. Los pusiste a cargo de todo lo que creaste, y sometiste todas las cosas bajo su autoridad" (Salmo 8:5-6, NTV).
Ante la obra de Dios y lo ilimitado de Su creación, David se asombra de la preocupación del Señor por los seres humanos y de la posición que les dio para gobernar la creación. El Dios todopoderoso del universo se preocupa tanto por nosotros que nos hizo ligeramente inferiores a Él (o, como dicen algunas traducciones, a los ángeles) y nos dio autoridad sobre Su creación. El Salmo 8:4 se refiere a Génesis 1:26 y a la decisión de la Trinidad de crear a los seres humanos a Su imagen y semejanza y darles autoridad sobre toda la creación de Dios. Ambos pasajes transmiten una doctrina bíblica: que, desde el principio, Dios creó a los seres humanos para que fueran Sus representantes en la tierra y para que, en Su nombre, dominaran sobre todas las demás criaturas.
En la mente y el corazón de Dios, las personas son Su principal preocupación. Job hace la misma observación, pero con un énfasis diferente. En lugar de sentirse cautivado por la atención de Dios, Job -absorbido en su miseria y sufrimiento- desea que el Señor lo deje en paz: "¿Qué es el hombre para que lo engrandezcas, para que te preocupes por él, para que lo examines cada mañana, y a cada momento lo pongas a prueba? ¿Nunca apartarás de mí Tu mirada, ni me dejarás solo?" (Job 7:17-19).
El libro de Hebreos hace un uso sorprendente del Salmo 8:4: "porque en cierto lugar las Escrituras dicen: ¿Qué son los simples mortales para que pienses en ellos, o un hijo de hombre para que de él te ocupes? Sin embargo, por un poco de tiempo los hiciste un poco menor que los ángeles y los coronaste de gloria y honor. Les diste autoridad sobre todas las cosas. Ahora bien, cuando dice "todas las cosas", significa que nada queda afuera; pero todavía no vemos que todas las cosas sean puestas bajo la autoridad de ellos. No obstante, lo que sí vemos es a Jesús, a quien por un poco de tiempo se le dio una posición "un poco menor que los ángeles"; y debido a que sufrió la muerte por nosotros, ahora está "coronado de gloria y honor" (Hebreos 2:6-9, NTV). El escritor de Hebreos hace referencia al pasaje del Antiguo Testamento para demostrar que Jesús era verdaderamente humano, Dios encarnado. El Salmo 8:4 se cumplió en Jesucristo.
Jesús se humilló y se convirtió en un ser humano. En Su ministerio terrenal, fue "un poco menor que los ángeles" (Hebreos 2:7, 9). Como hombre, experimentó voluntariamente el sufrimiento y la muerte, igual que nosotros. Pero Jesús "conoció la muerte por todos" (versículo 9). Asumió nuestra naturaleza y se hizo como nosotros, pero sin el pecado y la rebelión que empañan nuestra existencia. Con Su muerte, Jesús rompió el poder de la muerte por nosotros: "Debido a que los hijos de Dios son seres humanos—hechos de carne y sangre—el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues solo como ser humano podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía el poder sobre la muerte. Únicamente de esa manera el Hijo podía libertar a todos los que vivían esclavizados por temor a la muerte" (Hebreos 2:14-15, NTV). Jesús se hizo humano y murió para liberarnos de la muerte.
¿Quiénes somos nosotros, meros humanos, para que el Dios supremo de la creación se implique tan íntimamente con nosotros? ¿Qué aprendemos de la pregunta del salmista?
"¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?" Exalta la dignidad y la estima del ser humano a los ojos de Dios, a pesar de su aparente insignificancia. Incluso en nuestra condición humilde, Dios nos honra enormemente, hasta el punto de otorgarnos autoridad sobre la creación. Es más, aprendemos que somos el centro de Su atención, la niña de los ojos de Dios (ver Deuteronomio 32:10; Zacarías 2:8; Salmo 17:8). Somos la última creación y obra maestra del Señor, creados "de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás" (Efesios 2:10, NTV).
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¿Por qué pregunta el salmista: "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?" (Salmo 8:4)?
