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Pregunta

¿Qué podemos aprender de la vida de David?

Respuesta


Podemos aprender mucho de la vida de David. Él era un hombre conforme al corazón de Dios (1 Samuel 13:13-14; Hch 13:22). Se nos presenta a David por primera vez después de que Saúl, ante la insistencia del pueblo fue hecho rey (1 Samuel 8:5, 10:1). Saúl no estaba a la altura como el rey de Dios. Mientras que el rey Saúl estaba cometiendo errores uno tras otro, Dios envió a Samuel a encontrar Su pastor elegido, David, el hijo de Isaí (1 Samuel 16:10, 13).

Se cree que David tenía entre 12 a 16 años de edad cuando fue ungido como rey de Israel. Él era el más joven de los hijos de Isaí, y una elección poco probable para ser rey, humanamente hablando. Samuel pensó que Eliab, el hermano mayor de David, era sin duda el ungido. Sin embargo, Dios le dijo a Samuel, "No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque el Señor no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón" (1 Samuel 16:7). Siete de los hijos de Isaí pasaron delante de Samuel, pero Dios no había escogido a ninguno de ellos. Samuel le preguntó a Isaí si tenía más hijos. David, el más joven, estaba cuidando ovejas. Así que llamaron el muchacho y Samuel ungió a David con aceite "y desde aquel día en adelante el Espíritu del Señor vino sobre David " (1 Samuel 16:13).

La biblia también dice que el Espíritu del Señor se apartó del rey Saúl y un espíritu malo lo atormentaba (1 Samuel 16:14). Los criados de Saúl sugirieron que buscaran a alguien que supiera tocar el arpa, y uno de los criados recomendó a David, diciendo: "He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y el Señor está con él" (1 Samuel 16:18). Así, David entró al servicio del rey (1 Samuel 16:21). Saúl estaba complacido con el joven David, y él se convirtió en su paje de armas.

La satisfacción de Saúl con David desapareció rápidamente cuando David creció en fuerza y fama. Quizás uno de los relatos bíblicos más conocidos fue cuando David mató al gigante Goliat. Los filisteos estaban en guerra con los israelitas y se burlaron de sus fuerzas militares con su paladín, Goliat de Gat. Ellos propusieron un duelo entre Goliat y alguien que quisiera luchar contra él. Pero nadie en Israel se ofreció para luchar contra el gigante. Los hermanos mayores de David formaban parte del ejército de Saúl; después que Goliat había estado provocando a los Israelitas por cuarenta días, David visitó a sus hermanos en el campo de batalla y escuchó los alardes de los filisteos. El joven pastor preguntó, diciendo: "¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?" (1 Samuel 17:26). El hermano mayor de David se enojó y acusó a David de orgullo y de haber venido solo para ver la batalla. Sin embargo, David siguió hablando del tema.

Saúl escuchó lo que David estaba diciendo y lo hizo venir. David le dijo a Saúl, "No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo" (1 Samuel 17:32). Saúl era incrédulo; David no tenía formación militar. David proporcionó sus credenciales como pastor, procurando dar la gloria a Dios. David había matado leones y osos que perseguían a sus ovejas, y afirmó que el filisteo iba a morir como ellos, porque había "provocado al ejército del Dios viviente. El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo" (1 Samuel 17:36-37). Saulo consintió, siempre y cuando David llevara la armadura de Saúl a la batalla. Pero David no estaba acostumbrado a la armadura y entonces la dejó a un lado. David tomó su cayado, cinco piedras lisas, su saco pastoril, y una honda. Goliat no fue intimidado por David, pero David tampoco fue intimidado por el gigante. "Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. El Señor te entregará hoy en mi mano" (1 Samuel 17:45-46). La confianza de David en Dios y su celo por la gloria de Dios, es admirable. David mató a Goliat. Él también entró al servicio de Saúl a tiempo completo, ya no cuidando las ovejas de su padre.

Fue en ese momento cuando "el alma de Jonatán quedó ligada con la de David" (1 Samuel 18:1). La amistad de David y Jonatán es un gran ejemplo para las amistades hoy en día. Aunque su padre era el rey y Jonatán habría sido un heredero natural al trono, Jonatán eligió apoyar a David. Comprendió, aceptó el plan de Dios y protegió a su amigo de su cruel padre (1 Samuel 18:1-4; 19 - 20). Jonatán demuestra humildad y amor desinteresado (1 Samuel 18:3; 20:17). Durante el reinado de David, después de las muertes de Saúl y Jonatán, David buscó a alguien que hubiera quedado de la casa de Saúl a quien pudiera mostrar amabilidad por amor a Jonatán (2 Samuel 9:1). Evidentemente, estos dos amigos se cuidaron mucho y se honraron el uno al otro.

Después del incidente con Goliat, David continuó creciendo en fama. Los cantos en el campamento de Saúl estaban provocando mientras el pueblo cantaba alabanzas a David y deshonraban al rey Saúl, causando un celo rabioso en Saúl que nunca cesó (1 Samuel 18:7-8).

El celo que Saúl sentía por David lo llevó a convertirse en homicida. Primero, quiso que los filisteos mataran a David pidiéndole que fuera su yerno. El rey ofreció a su hija a cambio del servicio militar de David. Él, con humildad, se negó, y la hija de Saúl fue dada a otro (1 Samuel 18:17-19). Mical, la otra hija de Saúl, estaba enamorada de David, por lo tanto, Saúl preguntó de nuevo. David se negó de nuevo debido a su falta de riqueza y la imposibilidad de pagar el precio de la novia por la hija de un rey. Saúl pidió cien prepucios de filisteos, esperando que David cayera en manos del enemigo. Cuando David mató a doscientos filisteos, duplicando el pago requerido, Saulo comprendió que él estaba en desventaja, y tuvo más temor de David (1 Samuel 18:17-29). Jonatan y Mical advirtieron a David de las intenciones que su padre tenía de asesinarlo, y David pasó los siguientes años de su vida huyendo del rey. David escribió varios cánticos durante este tiempo, incluyendo los salmos 57, 59 y 142.

Aunque Saúl nunca dejó de perseguirlo con la intención de matarlo, David nunca levantó la mano contra su rey y el ungido de Dios (1 Samuel 19:1-2; 24:5-7). Cuando Saúl finalmente murió, David lloró (2 Samuel 1). Incluso sabiendo que él era el ungido de Dios, David no forzó su camino al trono. Él respetó la soberanía de Dios y el honró las autoridades que Dios había establecido, confiando en que Dios cumpliría Su voluntad en Su tiempo.

Mientras escapaba, David levantó un ejército poderoso, y con el poder de Dios derrotó a todos los que se cruzaban en su camino, pidiéndole siempre permiso e instrucciones a Dios antes de entrar en batalla, una práctica que mantendría siendo rey (1 Samuel 23:2-6, 9-13; 2 Samuel 5:22-23). Una vez asumió su función como rey, David siguió siendo un poderoso soldado y comandante militar. 2 Samuel 23 narra algunas de las hazañas de los así llamados "valientes" de David. Dios honró y recompensó la obediencia de David y le dio la victoria en todo lo que hacía (2 Samuel 8:6).

David comenzó a tomar otras esposas. Se casó con Abigail, una viuda de Carmel, durante el tiempo que estaba huyendo de Saúl (1 Samuel 25). David también se había casado con Ahinoam de Jezreel. Saúl había dado a su hija Mical mujer de David a otro hombre (1 Samuel 25:43-44). Después de la muerte de Saúl, David fue públicamente ungido como rey sobre la casa de Judá (2 Samuel 2:4), y entonces él tenía que pelear contra la casa de Saúl, antes de ser ungido por rey sobre todo Israel a los 32 años de edad (2 Samuel 5:3-4). Siendo ahora rey, David recuperó a Mical para ser su esposa nuevamente (2 Samuel 3:14). David también conquistó Jerusalén, tomándola de los Jebuseos, y llegó a ser más y más poderoso porque el Señor todopoderoso estaba con él (2 Samuel 5:7).

El arca del pacto había sido previamente capturada por los filisteos (1 Samuel 4). A su regreso a Israel, el arca fue puesta en Quiriat-jearim en casa de Abinadab (1 Samuel 7:1). David quería traer el arca de vuelta a Jerusalén. Sin embargo, David omitió algunas de las instrucciones de Dios sobre cómo transportar el arca y quién debía llevarla. Esto resultó en la muerte de Uza, quien, en medio de todas las celebraciones, extendió su mano para sostener el arca. Dios hirió a Uza, y murió allí junto al arca (2 Samuel 6:1-7). Por temor al Señor, David abandonó el traslado del arca y dejó que permaneciera en casa de Obed-edom (2 Samuel 6:11).

Tres meses más tarde, David reanudó el plan para traer el arca a Jerusalén. Esta vez, él siguió instrucciones. Él también "danzaba con toda su fuerza delante del Señor" (2 Samuel 6:14). Cuando Mical vio a David adorando de esa manera, "le menospreció en su corazón" (2 Samuel 6:16). Ella le preguntó a David cómo él, como rey, pudo haber actuado sin decoro en frente de su pueblo. "Entonces David respondió a Mical: Fue delante del Señor, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo del Señor, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante del Señor. Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado" (2 Samuel 6:21-22). David entendió que la verdadera adoración está destinada únicamente para Dios. Nosotros no adoramos para beneficiar las opiniones de los demás, sino como una humilde respuesta a Dios (Juan 4:24).

Después que David se estableció en su palacio y tuvo paz con sus enemigos, él quería construir un templo para el Señor (2 Samuel 7:1-2). El profeta Natán primero le dijo a David que hiciera lo que considerara. Pero luego Dios le dice a Natán que David no sería el que construiría Su templo. En su lugar, Dios prometió construir una casa para David. Esta promesa incluía una predicción que Salomón construiría el templo. Pero también habla de la venida del Mesías, el hijo de David que reinaría para siempre (2 Samuel 7:4-17). David respondió con humildad y reverencia: "¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí?" (2 Samuel 7:18; ver 2 Samuel 7:18-29 para toda la oración de David). Antes de morir, David hizo preparativos para el templo. La razón de Dios para no permitir que David construyera el templo, era que él había derramado mucha sangre, sin embargo, el hijo de David, sería un hombre de paz y no un hombre de guerra. Salomón construiría el templo (1 Crónicas 22).

Mucho del derramamiento de sangre por parte de David, había sido el resultado de la guerra. Pero, en un mezquino incidente, murió uno de los poderosos hombres de David. Aunque David era un hombre conforme al corazón de Dios, él también era un ser humano pecador. Mientras que sus ejércitos estaban en guerra durante una primavera, él se quedó en casa. Desde su azotea, vio a una hermosa mujer bañándose. Él supo que era Betsabé, esposa de Urías el hitita, uno de sus valientes hombres que estaba en guerra, y David envió mensajeros para que le trajeran a la esposa de Urías. David se acostó con Betsabé, y quedó embarazada. David llamó a Urías del campo de batalla, con la esperanza de que él durmiera con su esposa y creyera que el niño fuera suyo, pero Urías se negó a ir a su casa mientras sus compañeros estaban en guerra. Entonces David hizo todo para que Urías muriera en la batalla. Posteriormente, David se casó con Betsabé (2 Samuel 11). Este incidente en la vida de David nos muestra que todos, incluso aquellos que tenemos en alta estima, luchan con el pecado. También sirve como una moraleja acerca de la tentación y la forma en que el pecado puede multiplicarse rápidamente.

El profeta Natán confrontó a David por su pecado con Betsabé. David respondió con arrepentimiento. Escribió el salmo 51 en ese momento. Aquí vemos la humildad de David y su verdadero corazón para el Señor. Aunque Natán le dijo a David que su hijo iba a morir como resultado de su pecado, David le rogó al Señor por la vida de su hijo. La relación de David con Dios era tal, que estaba dispuesto a persistir en la fe y en la esperanza de que Dios pudiera ceder. Cuando Dios promulgó su sentencia, David la aceptó completamente (2 Samuel 12). En esta historia, vemos también la gracia y la soberanía de Dios. Salomón, el hijo de David, quien lo sucedió y a través de quien vendría Jesús, nació de David y Betsabé.

Dios también le había dicho a David por medio de Natán, que la espada no se apartaría de su casa. De hecho, la familia de David tuvo muchos problemas a partir de ese momento. Esto lo vemos entre los hijos de David cuando Amnón violó a Tamar, lo que condujo al asesinato de Amnón por parte de Absalón, y la conspiración de Absalón contra David. Natán también le había dicho a David que sus esposas serían dadas a uno que estaba cerca de él; esto no ocurriría en secreto, así como el pecado de David con Betsabé, sino que sería en público. La profecía se cumplió cuando Absalón durmió con las concubinas de su padre, en la azotea para que todos vieran (2 Samuel 16).

David es el autor de muchos de los salmos. En ellos, vemos la manera que él buscó y glorificó a Dios. Generalmente de él se piensa como un rey pastor y un poeta guerrero. La biblia lo llama "el dulce salmista de Israel" (2 Samuel 23:1). La vida de David parecía estar llena de una gama de emociones humanas; un joven pastor común y corriente, con gran confianza en la fidelidad de Dios que honró a autoridades, huyó por su vida, y se convirtió en el rey contra quien todos los futuros reyes de Israel serían medidos. Vio muchas victorias militares. También cayó en un gran pecado, y su familia sufrió como consecuencia de ello. Pero en medio de todo esto, David se volvió a Dios y confió en Él. Incluso en los Salmos, cuando David está deprimido o desanimado, le vemos alzar sus ojos a Su creador y darle alabanza. Esta confianza en Dios y la continua búsqueda de la relación con Él, es parte de lo que hace que David sea un hombre conforme al corazón de Dios.

Dios prometió a David un descendiente que reinaría en el trono para siempre. Ese rey eterno es Jesús, el Mesías e Hijo de David.

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