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Pregunta

¿Qué significa obedecer el Evangelio de Dios (1 Pedro 4:17)?

Respuesta


En 1 Pedro 4:12–19, el apóstol Pedro exhorta a los creyentes a no sorprenderse ni avergonzarse si sufren pruebas dolorosas por su fe en Jesucristo. Pedro presenta el sufrimiento no como algo fortuito o vergonzoso, sino como parte del propósito de Dios para nuestras vidas. A menudo, el sufrimiento es el instrumento que el Señor utiliza para refinarnos, fortalecernos y desarrollarnos (ver Romanos 5:3–5; Malaquías 3:1–3; Santiago 1:3). En este contexto, Pedro declara: "Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios. Y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios? Y

si el justo con dificultad se salva,

¿qué será del impío y del pecador?" (1 Pedro 4:17–18).

El Diccionario Bíblico Tyndale define la obediencia como el acto de "someterse a la autoridad o mandato de un superior". La autoridad del creyente es Dios Padre (Romanos 9:19–21; 13:1–2), y Su mandato es el evangelio, que en esencia es la buena noticia del plan de redención de Dios para la humanidad que se revela en las Escrituras. Obedecer el evangelio implica actuar conforme a la voluntad de Dios (Romanos 14:7–8; Efesios 1:11).

El evangelio es la buena noticia de que Jesús murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día (1 Corintios 15:1–4). Obedecer el evangelio significa creerlo y aceptar que Jesús es el Salvador. Pedro habla de aquellos que no creen en el evangelio, es decir, los que en obstinada incredulidad rechazan el mensaje que Dios reveló a través de Su Hijo. Pedro afirma que el juicio que enfrentan los incrédulos será severo: "El que no cree, ya ha sido condenado" (Juan 3:18).

En la ciudad de Roma, el emperador Nerón perseguía brutalmente a los cristianos, arrastrando sus cuerpos cubiertos de alquitrán y quemándolos en la hoguera. Más tarde, Pedro sería torturado y asesinado. Obedecer el evangelio requería un compromiso inquebrantable y una paciencia constante. Los creyentes jamás deben rendirse mientras esperan pacientemente el regreso del Señor. En ese momento, estarán en Su presencia, cara a cara, y compartirán Su gloria (1 Pedro 4:13; 2 Corintios 4:16—5:4).

Cuando Pedro menciona el juicio, se refiere tanto al juicio purificador de Dios como al juicio futuro en el regreso de Cristo. No importa cuán dolorosas sean las pruebas, si obedecemos el evangelio y vivimos para Jesús, podemos tener la confianza de que el juicio futuro de Dios validará nuestro sufrimiento presente (Romanos 8:18). Pedro cita Proverbios 11:31 para reforzar esta idea desde la perspectiva de los pecadores impíos. Los incrédulos (aquellos que no obedecen el evangelio) no experimentan el juicio purificador de Dios como los creyentes. Por lo tanto, Pedro reflexiona sobre cuán peor será el resultado para ellos.

Obedecer el evangelio comienza con creer en Dios Padre (Hebreos 11:6; Juan 10:38; 11:25–27; 14:8–11) y en todo lo que ha hecho por nosotros en Jesucristo (Juan 3:14–16). Implica poner nuestra fe y confianza en Jesús como Señor y Salvador: "Los que creen en el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al Hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios" (Juan 3:36, NTV; ver también Juan 20:31; Romanos 10:9–10). También incluye arrepentirse del pecado (Hechos 3:17–20; 8:22; 20:21; Santiago 4:8–10).

Durante el resto de nuestras vidas, obedecemos el evangelio a través del discipulado, siguiendo el ejemplo de Cristo en todo (Juan 13:14–15; Filipenses 2:5; 1 Pedro 2:21). Por amor a Él, nos sometemos a Él y obedecemos Su Palabra (Juan 14:15, 21, 23; 15:10; 1 Juan 2:3–6; 3:21–24; 5:3).

Obedecer el evangelio requiere que diariamente muramos a nuestros deseos egoístas (2 Corintios 5:15; Gálatas 2:20; 1 Pedro 4:2). Jesús les dijo a Sus discípulos: "Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz y seguirme" (Mateo 16:24, NTV). Sirvamos a otros con humildad, amándolos sacrificialmente (Juan 13:12–17; 15:9–14; 1 Juan 4:7–21). Estemos dispuestos a sufrir por causa de Cristo (Hechos 14:21–22; Filipenses 1:29; 2 Timoteo 3:10–12; Santiago 1:2; 1 Pedro 3:14). Obedecemos el evangelio cuando vivimos para Cristo, haciendo de Su voluntad nuestro objetivo y buscando agradarlo en todo (Romanos 14:7–8; 2 Corintios 5:9, 15; 1 Pedro 4:2).

Cuando el Señor regrese, los creyentes serán vindicados porque obedecieron el evangelio a pesar de muchas aflicciones en esta vida. Pero los incrédulos comparecerán ante Dios como su juez y enfrentarán castigo bajo Su ardiente ira. El apóstol Pablo afirma: "Esta es una señal evidente del justo juicio de Dios, para que sean considerados dignos del reino de Dios, por el cual en verdad están sufriendo. Porque después de todo, es justo delante de Dios que Él pague con aflicción a quienes los afligen a ustedes. Pero que Él les dé alivio a ustedes que son afligidos, y también a nosotros, cuando el Señor Jesús sea revelado desde el cielo con Sus poderosos ángeles en llama de fuego, dando castigo a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús" (2 Tesalonicenses 1:5–8, NTV).

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