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Pregunta

¿Cómo puedo vencer mi espíritu de crítica?

Respuesta


Un espíritu de crítica no es difícil de reconocer. Su fruto suele ser evidente. Alguien con un espíritu de crítica es propenso a quejarse, a tener una visión pesimista de la vida, a lamentarse por las expectativas no cumplidas, a percibir el fracaso (en los demás más que en uno mismo) y a ser crítico. No es agradable estar rodeado de personas con un espíritu de crítica, ni tampoco es bueno tenerlo.

Como con la mayoría de los pecados, tener un espíritu de crítica es una perversión de algo que Dios hizo para ser bueno - en este caso, un anhelo por Dios y Su perfección. Eclesiastés 3:11 dice: "[Dios] Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin". Vivimos en un mundo caído, y a menudo nos sentimos impacientes por entrar en la gloriosa perfección para la que originalmente fuimos creados. En cierto sentido, es bueno que podamos ver lo que falta en este mundo; después de todo, el mundo no es como debería ser, ni nosotros somos como deberíamos ser. Reconocer la insuficiencia del mundo nos ayuda a reconocer nuestra necesidad de un Salvador. Sin embargo, tener un espíritu de crítica puede cegarnos ante la gracia y la belleza que Dios sigue otorgando cada día. Un espíritu de crítica también se puede ver como una perversión del discernimiento. Con frecuencia, aquellos que tienen un espíritu de crítica tienen puntos válidos. Sólo que lo hacen de una manera desagradable.

Obviamente, un espíritu de crítica es destructivo, y destruye tanto al que lo recibe como al que lo critica (Gálatas 5:14-15). La Biblia habla en contra del juicio crítico. En Mateo 7:1-2 Jesús dice: "No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido". Jesús no está diciendo que no debamos tener discernimiento o que debamos ignorar la naturaleza caída del mundo. Tampoco está diciendo que nunca, bajo ninguna circunstancia, debamos criticar a nadie. De hecho, la Biblia nos dice que debemos juzgar correctamente (Juan 7:24). Sin embargo, no debemos criticar con intención maliciosa o por orgullo, hipocresía o arrogancia. No podemos suponer que somos imparciales o que podemos imponer rigurosamente nuestros criterios a los demás. Los seres humanos tienen corazones naturalmente engañosos (Jeremías 17:9) lo cual permite que haya aspectos oscuros y comparaciones inapropiadas. Sólo Dios puede juzgar con perfecta exactitud (Hebreos 4:12; Santiago 4:11-12; 1 Samuel 16:7; 1 Crónicas 28:9; Isaías 11:4; Apocalipsis 19:11). Y nuestro discernimiento sólo es válido cuando está fundamentado en una naturaleza renovada en Cristo (2 Corintios 2:14-16; Juan 16:13). Sólo cuando nos sometamos a Cristo y seamos honestos con nosotros mismos, nuestro juicio servirá para edificar en lugar de destruir.

Entonces, ¿cómo podemos vencer un espíritu de crítica? La condición de nuestro corazón es esencial. Lucas 6:45 dice: "El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca". Las palabras negativas surgen de un corazón crítico. Y un corazón criticón generalmente proviene de un malentendido de la gracia de Dios, ya sea por orgullo o por una simple falta de información sobre el carácter de Dios y el significado de la salvación. Sólo cuando comprendamos nuestra depravación lejos de Dios y la profundidad de Su gracia, podremos otorgar gracia a otros (Romanos 3:23; 6:23; Colosenses 2:13-15; Efesios 2:1-10). Los que luchan con un espíritu de crítica saben que nunca podrán vivir a la altura de sus propios estándares. Constantemente juzgan a los demás y a sí mismos, y siempre les falta algo. No obstante, ¡Cristo llena esta carencia! Él es perfecto y justo, y concede gratuitamente esa justicia a los que creen en ÉL (2 Corintios 5:21). Cuanto mejor comprendamos la gracia de Dios, más misericordiosos seremos con los demás (1 Pedro 2:1-3). Y más agradecidos seremos. Dar las gracias es un fuerte antídoto contra el espíritu de crítica.

Otra área importante son nuestros pensamientos (Romanos 12:1-2; 2 Corintios 10:5). En lugar de centrarnos en lo que falta, debemos pensar en lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre (Filipenses 4:8). Esto no quiere decir que debamos ignorar la falsedad, la injusticia, la maldad o la imperfección. Sin embargo, no debemos detenernos en lo negativo. Pablo instruyó a los efesios con respecto a esto: "crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo... para ir edificándose [el cuerpo] en amor . . . . Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. . . . Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Efesios 4:15-16, 29, 31-32). Seguro que las cosas podrían estar mejor de lo que están, pero el amor cubrirá todas las faltas (Proverbios 10:12). El perdón es una prioridad. Como Cuerpo de Cristo, hablamos con un corazón de amor para edificarnos mutuamente. Un espíritu de crítica sólo sirve para destruir (Efesios 4:1-3; Gálatas 6:1-5).

También puede resultar útil recordar que no conocemos los pensamientos y las intenciones de los demás. A veces, el comportamiento refleja la motivación, pero no siempre. Antes de hacer un comentario negativo (ya sea en voz alta o para nosotros mismos), deberíamos detenernos y considerar otras posibilidades. ¿Es esa persona un auténtico imbécil que no se preocupa por nadie, o tal vez está pasando por una situación difícil y necesita gracia? La Regla de Oro es una herramienta muy útil.

Un espíritu de crítica destroza a los que nos rodean y nos priva de nuestra propia capacidad de disfrutar de la vida. Cuando nos volvemos demasiado criticones, nos perdemos la belleza que Dios ha puesto en este mundo. Las pequeñas bendiciones pasan desapercibidas y dejamos de ser agradecidos. Vencer un espíritu de crítica requiere agradecimiento, voluntad para perdonar, un conocimiento exacto de la gracia de Dios (¡es gratis!), un reenfoque intencional de nuestros pensamientos, y un compromiso para compartir la verdad en amor. Superar un espíritu de crítica es una cuestión de santificación, y para ello contamos con la ayuda del Espíritu Santo (2 Tesalonicenses 2:13). A medida que nos sometemos a Dios, leemos su Palabra y oramos por la gracia, encontraremos que el espíritu de crítica se rinde ante el Espíritu Santo de Cristo.

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