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Pregunta

¿Qué podemos aprender de la tribu de Gad?

Respuesta


Las 12 tribus de Israel, entre las cuales se encontraba Gad, recibieron el nombre de los hijos (o nietos, en el caso de Efraín y Manasés) de Jacob. "Israel" era el nombre que Dios le puso a Jacob (Génesis 32:22-30); por lo tanto, la frase "hijos de Israel" es una forma de referirse a los descendientes de Jacob. El hijo de Jacob, Gad, nació en Padan-aram de Zilpa, la sierva de la primera esposa de Jacob (Génesis 35:26). Cuando Jacob bendijo a sus 12 hijos, dijo: "Gad, ejército lo acometerá; mas él acometerá al fin" (Génesis 49:19). Después, Moisés bendijo a la tribu de Gad, diciendo: "Bendito el que hizo ensanchar a Gad; como león reposa, y arrebata brazo y testa. Escoge lo mejor de la tierra para sí, porque allí le fue reservada la porción del legislador. Y vino en la delantera del pueblo; con Israel ejecutó los mandatos y los justos decretos del Señor" (Deuteronomio 33:20-21).

La tribu de Gad fue una de las tres (Rubén y la media tribu de Manasés fueron las otras) que lucharon y obtuvieron tierras al este del río Jordán, la puerta de entrada a la tierra prometida (Josué 12:6; 13:8-13). Cuando Gad y las demás tribus solicitaron por primera vez estas tierras fuera de la tierra prometida, Moisés les advirtió que sus acciones podrían desanimar a los demás a tomar la tierra que Dios les había dado, al igual que el terrible informe de los diez espías cuarenta años antes. Los rubenitas y gaditas dijeron: "Edificaremos aquí majadas para nuestro ganado, y ciudades para nuestros niños; y nosotros nos armaremos, e iremos con diligencia delante de los hijos de Israel, hasta que los metamos en su lugar; y nuestros niños quedarán en ciudades fortificadas a causa de los moradores del país. No volveremos a nuestras casas hasta que los hijos de Israel posean cada uno su heredad. Porque no tomaremos heredad con ellos al otro lado del Jordán ni adelante, por cuanto tendremos ya nuestra heredad a este otro lado del Jordán al oriente" (Números 32:16-19). Moisés estuvo de acuerdo: "Entonces les respondió Moisés: Si lo hacéis así, si os disponéis para ir delante del SEÑOR a la guerra, y todos vosotros pasáis armados el Jordán delante del SEÑOR, hasta que haya echado a sus enemigos de delante de sí, y sea el país sojuzgado delante del SEÑOR; luego volveréis, y seréis libres de culpa para con el SEÑOR, y para con Israel; y esta tierra será vuestra en heredad delante del SEÑOR. Mas si así no lo hacéis, he aquí habréis pecado ante el SEÑOR; y sabed que vuestro pecado os alcanzará" (Números 32:20-23).

Las tribus fueron fieles a su compromiso (Números 32:25; Josué 22:1-6). Cuando regresaron a su tierra, construyeron un altar. Los demás israelitas salieron contra ellos, pensando que se estaban rebelando contra el Señor. Sin embargo, las tribus de Gad, Rubén y la media tribu de Manasés invocaron al Señor, diciendo que Él conocía sus motivos y que, si habían actuado en rebeldía o desobediencia, no debían ser perdonados. De hecho, habían construido el altar no para hacer sacrificios, sino "para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros, y entre los que vendrán después de nosotros, de que podemos hacer el servicio del Señor delante de él con nuestros holocaustos, con nuestros sacrificios y con nuestras ofrendas de paz; y no digan mañana vuestros hijos a los nuestros: Vosotros no tenéis parte en el Señor". (Josué 22:27). Aunque las tribus se habían asentado al otro lado del Jordán, seguían muy comprometidas con la adoración a Dios. Seguían siendo parte de Israel y querían evitar que el río Jordán, una importante división geográfica entre Gad y la mayoría de las otras tribus, dividiera espiritualmente al pueblo de Dios en ese momento o en futuras generaciones (Josué 22:10-34). "Y los hijos de Rubén y los hijos de Gad pusieron por nombre al altar Ed; porque testimonio es entre nosotros que el Señor es Dios" (Josué 22:34).

Gad, junto con todas las demás tribus del norte de Israel, fue enviada al exilio en el año 722 a.C. (2 Reyes 15:29 - 17:41). Las circunstancias específicas de Gad, aparentemente provocadas por la infidelidad a Dios de la media tribu de Manasés, están descritas en 1 Crónicas 5:11-26.

En la tribu de Gad vemos la fidelidad hacia Dios y hacia sus compromisos con los demás. Quizá la lección más importante que aprendemos de Gad (y de todas las demás tribus) es reconocer la necesidad de tener una fe y una confianza completas en Dios. Dios le ordenó a Moisés que les recordara a los israelitas lo siguiente: "Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que hiciereis" (Deuteronomio 29:9). "No sea que haya entre vosotros varón o mujer, o familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy del Señor nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esas naciones; no sea que haya en medio de vosotros raíz que produzca hiel y ajenjo" (Deuteronomio 29:18).

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