Pregunta
¿Debería un cristiano hacer bromas pesadas?
Respuesta
A los seres humanos nos encanta reír; es parte de nuestra naturaleza y una forma en que disfrutamos la interacción con otras personas. Incluso algunos animales se divierten jugando y "tomándose el pelo" entre sí. Las bromas inocentes y bromas pesadas llevan ese juego un paso más allá: en ellas, una persona no sabe que se trata de una broma hasta que se convierte en el objetivo de la misma. Quienes no tienen problema en reírse de sí mismos pueden disfrutar siendo víctimas de una broma; pero otros pueden sentirse avergonzados o incluso considerar que la broma fue cruel. Por eso, un factor importante a la hora de decidir si hacer una broma pesada es evaluar la situación y la persona que será el centro de la broma.
Por supuesto, cualquier broma que cause daño está prohibida para un cristiano. La Biblia nos da un sabio consejo sobre los límites que no debemos cruzar: "Como el enloquecido que lanza teas encendidas, flechas y muerte, así es el hombre que engaña a su prójimo, y dice: ¿Acaso no estaba yo bromeando?" (Proverbios 26:18-19, NBLA). Las bromas y chistes pueden, en ocasiones, ser una manera de camuflar la crueldad, el engaño o la venganza. Existe el término "agresión pasiva" para describir acciones realizadas con intención de dañar o molestar, pero de forma indirecta. Comentarios con doble filo o bromas hirientes disfrazadas de "buen humor" son ejemplos de esto. Cuando la motivación de la broma es vengarse o herir, el cristiano está quitándole a Dios la oportunidad de obrar justicia y buscando su propia retribución por medios pasivo-agresivos (Hebreos 10:30). En esos casos, estaría mal hacer la broma.
A veces, las bromas también pueden salir muy mal. Un mal momento o circunstancias imprevistas pueden convertir una broma "inocente" en un desastre. Para que una broma elaborada funcione, se necesita que muchos factores externos encajen perfectamente; sin embargo, es común que alguno falle. O la persona que debía encontrarla graciosa, en lugar de reírse, se ofende, y la relación termina dañada. Antes de intentar una broma, es necesario estar seguros de que será bien recibida.
Podemos aplicar las palabras de Jesús al decidir si hacer o no una broma pesada: "Y así como quieran que los hombres les hagan a ustedes, hagan con ellos de la misma manera" (Lucas 6:31, NBLA). Antes de planearla, conviene ir un paso más allá y preguntarnos: "¿Me gustaría que me hicieran esta broma si estuviera en sus circunstancias, con su personalidad y sus sensibilidades?" Cuando nuestro enfoque es amar a los demás como a nosotros mismos, tomaremos mejores decisiones sobre si hacer o no una broma pesada (Gálatas 5:14; Romanos 13:10).
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