Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre las serpientes? ¿Son las serpientes malas?
Respuesta
Las serpientes reciben bastante atención en la Biblia, donde se las menciona más de 80 veces. Aparecen en la corte del faraón (Éxodo 7:12), en el desierto (Números 21:7), en la isla de Malta (Hechos 28:3) y, por supuesto, en el Jardín del Edén (Génesis 3:1). Casi siempre se las presenta como criaturas despreciables, asociadas con el veneno y la astucia. Aunque las serpientes, como criaturas amórales, no son "malas" en sí mismas, la Biblia las usa frecuentemente como metáfora del mal.
Todo comenzó en el Jardín. "La serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho" (Génesis 3:1, NBLA). De alguna manera, Satanás usó a la serpiente para mentirle a Eva y llevarla a la desobediencia. Adán la siguió. Cuando Dios pronunció las maldiciones, maldijo también a la serpiente: "Maldita serás más que todos los animales, y más que todas las bestias del campo. Sobre tu vientre andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida" (Génesis 3:14, NBLA). Cada vez que vemos una serpiente arrastrándose por el suelo, sin patas, recordamos la Caída del hombre y las consecuencias del pecado.
Desde el momento en que Satanás habló a través de la serpiente, esta ha sido asociada con el pecado. Los profetas comparan a los malvados con quienes "incuban huevos de áspides" (Isaías 59:5), con una "serpiente que nos tragó… y nos vomitó" (Jeremías 51:34), y con los que "lamerán el polvo como la serpiente" (Miqueas 7:17, NBLA). Los libros poéticos hablan de hombres malvados que "aguzan su lengua como serpiente; veneno de víbora hay bajo sus labios" (Salmo 140:3, NBLA), de mentirosos que "tienen veneno como veneno de serpiente; son como una cobra sorda que cierra su oído, que no oye la voz de los que encantan" (Salmo 58:4–5, NBLA), y del vino que al final "muerde como serpiente, y pica como víbora" (Proverbios 23:32, NBLA). Jesús y Juan el Bautista denunciaron la hipocresía de los fariseos llamándolos "camada de víboras" y "serpientes" (Mateo 3:7; 12:34; 23:33).
La serpiente, como símbolo de Satanás, ha envenenado el corazón humano. Por más que intentemos, no podemos librarnos de su influencia. Y, como descubrió el rey Macbeth, las serpientes son difíciles de destruir: "Hemos herido a la serpiente, pero no la hemos matado". De hecho, en el libro de Apocalipsis, la serpiente del Jardín se convierte en un gran dragón que busca dominar el mundo. Después de una batalla en el cielo, "fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él" (Apocalipsis 12:9, NBLA).
Necesitamos ayuda en nuestra lucha contra "la serpiente antigua". Afortunadamente, desde el principio Dios prometió un Salvador: hablando a la serpiente en el Jardín, dijo: "Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el talón" (Génesis 3:15, NBLA). Este versículo es conocido como el protoevangelio, o "primer evangelio". Dios prometió que la descendencia de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente: una profecía de que el Hijo de Dios, nacido de una virgen, vencería de manera decisiva al poder del diablo.
Jesús dijo que vino a salvarnos de la mordida de la serpiente: "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo aquel que cree, tenga en Él vida eterna" (Juan 3:14–15, NBLA; cf. Números 21:6–9).
El Señor Jesús es nuestro vencedor de serpientes. Es nuestro matador de dragones. Y un día, cuando establezca Su reino en la tierra, toda la creación será restaurada a su estado original, sin daño ni peligro, incluidas las serpientes: "El niño de pecho jugará junto a la cueva de la cobra, y el niño destetado extenderá su mano sobre la guarida de la víbora. No dañarán ni destruirán en todo Mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor como las aguas cubren el mar" (Isaías 11:8–9, NBLA).
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