Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre ser pasivo-agresivo?
Respuesta
Una persona pasivo-agresiva es aquella que aparenta cumplir con una petición, pero en realidad se resiste de manera sutil. La resistencia puede ir desde hacer muecas hasta una venganza postergada. Todos mostramos comportamientos pasivo-agresivos en algún momento, normalmente cuando somos pequeños y no es seguro rebelarse abiertamente. Sin embargo, a medida que maduramos, deberíamos aprender comportamientos más saludables, como establecer límites y expresar los desacuerdos de forma más abierta. La Biblia no utiliza el término "agresividad pasiva", pero nos ofrece descripciones de personas que mostraban rasgos pasivo-agresivos y los resultados de ese comportamiento.
El hijo del rey David, Absalón, es un ejemplo de persona pasivo-agresiva (2 Samuel 14:28-33). Después de que Absalón asesinara a su hermano Amnón (2 Samuel 13:20), David lo expulsó del reino. Incluso cuando se le permitió regresar, David no quiso saber nada de él. Sin embargo, Absalón estaba lleno de orgullo y odiaba a su padre. Llamó a Joab, el comandante de los ejércitos de David, para que le enviara un mensaje a David. Cuando Joab rechazó dos veces la petición, Absalón prendió fuego a sus cosechas en el campo. Entonces comenzó a tramar cómo quitarle el reino a su padre, pero lo hizo fingiendo compasión y preocupación por los ciudadanos. Insinuó que su padre no atendía las necesidades del pueblo, y que, si él, Absalón, era coronado rey, se encargaría de satisfacerlas. El plan de Absalón funcionó y "robó el corazón de los hombres de Israel" (2 Samuel 15:6). Las personas pasivo-agresivas son posiblemente más peligrosas que las abiertamente agresivas, porque no vemos venir el ataque.
El rey Acab de Israel demostró un comportamiento pasivo-agresivo cuando codició la viña de un vecino y se le negó su compra (1 Reyes 21:1-4). Su respuesta al ver denegada su petición fue enfadarse, poner mala cara y negarse a comer. Sus acciones pasivo-agresivas impulsaron a su malvada esposa Jezabel a urdir un plan para matar a Nabot, el propietario de la viña, y darle la tierra a su marido. Ella mintió, falsificó la firma de su esposo y calumnió al inocente Nabot, lo que condujo a su ejecución pública. El Señor envió inmediatamente al profeta Elías para proclamar a Acab que Dios había visto todo lo que había sucedido y que la muerte de Acab seguiría pronto a la de Nabot (1 Reyes 21:17-22). Fue el comportamiento pasivo-agresivo de Acab lo que inició la desastrosa cadena de acontecimientos.
El lenguaje y el comportamiento pasivo-agresivo son formas cobardes de evitar el conflicto. Al fingir ser agradables mientras por dentro hervimos de resentimiento, nos engañamos a nosotros mismos pensando que somos pacificadores que practicamos el autocontrol. En realidad, estamos comunicando desprecio y desaprobación sin tener el valor de decirlo abiertamente. Un antiguo proverbio chino define la agresión pasiva así: "¡Detrás de la sonrisa, un cuchillo oculto!".
Las redes sociales han convertido la agresividad pasiva en una forma de arte. Todos sabemos lo que significa que alguien nos "elimine de su lista de amigos", "deje de seguirnos" o nos bloquee. A algunos les resulta más fácil descargar sus frustraciones en las redes sociales que tener una conversación privada con alguien que les ha ofendido. Sin embargo, lo que comienza como agresividad pasiva puede convertirse rápidamente en acoso online. Internet y la proliferación de los teléfonos inteligentes han creado docenas de formas para que las personas pasivo-agresivas se venguen desde la relativa seguridad de una pantalla. Ya sean verbales, actitudes o escritas, las respuestas pasivo-agresivas son dañinas y deshonestas. Fingimos no sentirnos ofendidos mientras secretamente planeamos formas de vengarnos.
Levítico 19:17 dice: "No odiarás a tu compatriota en tu corazón; ciertamente podrás reprender a tu prójimo, pero no incurrirás en pecado a causa de él". La Biblia nos enseña a confrontar el pecado de una manera amorosa y humilde, llevando a alguien con nosotros si el ofensor no quiere escuchar (Mateo 18:15-17). Debemos estar dispuestos a perdonar y restaurar cuando alguien se arrepiente (Lucas 17:3). La agresividad pasiva omite esos pasos críticos en una relación y pasa directamente al juicio (Juan 7:24). En lugar de confrontar abiertamente el mal y ofrecer una oportunidad para aclarar las cosas, las personas pasivo-agresivas se deslizan silenciosamente en el asiento del juez e idean formas sutiles de vengarse.
Los rasgos pasivo-agresivos suelen estar tan bien ocultos que ni siquiera somos conscientes de ellos. Podemos identificar los comportamientos que pueden sugerir que estamos siendo pasivo-agresivos, haciéndonos algunas preguntas:
1. ¿Insinúo culpa cuando alguien tiene algo que yo no puedo tener? Ejemplo: "Me encanta tu vestido. Ojalá pudiera comprar algo así, pero tengo que cuidar de mi madre".
2. ¿Doy cumplidos de doble filo para ocultar mis celos? Ejemplo: "Oh, tu nueva casa es linda… para ser una casa inicial".
3. ¿Hago un esfuerzo por ignorar o comportarme fríamente con alguien con quien he tenido un desacuerdo? Ejemplo: La persona inicia una conversación, pero yo sigo mirando mi celular o volteando la mirada hacia otra parte.
4. ¿Hablo mal de alguien en lugar de dirigirme directamente a esa persona? Ejemplo: Santiago se sintió confundido cuando no recibió el ascenso que le habían prometido. En vez de confrontar a su jefe al respecto, empezó a difundir rumores de que era deshonesto.
5. ¿Trato de sabotear el éxito de alguien que me ha ofendido? Ejemplo: "Sé que estás a dieta, pero no pude resistirme a gastar todo mi sueldo en este pastel para ti".
6. ¿Llevo la cuenta de ofensas y me aseguro de desquitarme? Ejemplo: Susana no me invitó a su última cena, así que yo envío las invitaciones de mi fiesta a todos en la oficina menos a ella.
7. ¿Me escondo detrás de comentarios imprecisos en redes sociales, dirigidos a avergonzar, humillar o exponer a alguien con quien no he hablado cara a cara? Ejemplo: Juan publica en Facebook: "Algunas personas necesitan aprender que la amistad es más que pedir dinero para la fianza".
Cumplir la Regla de Oro de Jesús eliminaría la agresión pasiva (Mateo 7:12). Debemos tratar a los demás como queremos que nos traten, no como ya nos han tratado. Independientemente de cómo actúe otra persona, debemos responder con amabilidad, paciencia y perdón (Efesios 4:31-32). Cuando un día estemos ante Dios, no nos preguntará cómo nos han tratado a nosotros, sino cómo hemos tratado a los demás (Romanos 14:12). Con Su ayuda, podemos reconocer nuestras propias tendencias pasivo-agresivas y sustituirlas por el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-25).
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¿Qué dice la Biblia sobre ser pasivo-agresivo?
