Pregunta
¿Qué es un yugo de esclavitud (Gálatas 5:1)?
Respuesta
En Gálatas 5:1-15, el apóstol Pablo analiza la naturaleza de la libertad cristiana, comenzando con una advertencia: "Para libertad fue que Cristo nos hizo libres. Por tanto, permanezcan firmes, y no se sometan otra vez al yugo de esclavitud" (Gálatas 5:1, NBLA). Pablo sostiene que Jesucristo vino para liberar a los creyentes de una existencia legalista y agobiante como esclavos de la ley. Por lo tanto, los cristianos deben asegurarse de permanecer libres y no volver a atarse al yugo de la esclavitud de la ley.
Un yugo es una barra curvada de madera o metal que une a dos o más animales de tiro para que puedan trabajar más eficazmente juntos. Los yugos también se colocaban alrededor del cuello de las personas, como grilletes, para inmovilizar a los prisioneros. Por lo tanto, llevar un yugo a menudo simboliza la esclavitud y las penurias en la Biblia (Deuteronomio 28:48; 1 Reyes 12:4; Jeremías 27:8; 1 Timoteo 6:1), y quitarse o romper un yugo representa la libertad (Levítico 26:13; Isaías 58:6). Las referencias a "sometan otra vez" (NBLA) o "sometan nuevamente" (NVI) sugieren volver a estar agobiado por una pesada carga.
Cuando Pablo dijo: "no se sometan otra vez al yugo de esclavitud" (NBLA) o "no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud" (NVI), estaba reprendiendo a los cristianos por su tendencia a volver al legalismo, que es lo contrario de la libertad cristiana. Un comentarista explica: "La libertad cristiana que él [Pablo] describe es la libertad de conciencia, la libertad de la tiranía de la ley, la terrible lucha por cumplir la ley con el fin de ganarse el favor de Dios. Es la libertad de ser aceptados por Dios y de acceder a Él a través de Cristo. [...] En otras palabras, debemos disfrutar de la gloriosa libertad de conciencia que Cristo nos ha traído con su perdón. No debemos caer en la idea de que tenemos que ganarnos la aceptación de Dios con nuestra propia obediencia" (Stott, J., The Message of Galatians: Only One Way, InterVarsity Press, 1986, p. 132).
Pablo describe nuestra antigua forma de vida antes de la salvación como esclavitud a la ley. Llevar un yugo de esclavitud es una metáfora adecuada para esta esclavitud porque un animal (o una persona) atado por un yugo debe obedecer a su amo. Bajo el pacto del Antiguo Testamento, los judíos trabajaban bajo la ley en un intento de ser justificados o hechos justos ante Dios (Romanos 2:13). Pero bajo el Nuevo Pacto, la gracia de Dios confirmada por la sangre de Jesús nos libera de la esclavitud de la ley y nos libera del pecado y de la muerte (Gálatas 4:24-31).
Los falsos maestros judíos se habían infiltrado en las iglesias de Galacia, exigiendo que los gentiles fueran circuncidados (Gálatas 2:3-5). Lo mismo había sucedido en Antioquía de Siria, donde los judaizantes enseñaban: "A menos que se circunciden como exige la ley de Moisés, no podrán ser salvos" (Hechos 15:1, NTV). Estos judíos legalistas intentaban hacer que los cristianos volvieran al yugo de la esclavitud, exigiéndoles que observaran las normas, las leyes y las ceremonias del Antiguo Testamento, especialmente la circuncisión.
Pablo se mantuvo firme contra estos falsos maestros, porque estaba en juego la verdad del evangelio de la gracia: "¡Presten atención! Yo, Pablo, les digo lo siguiente: si dependen de la circuncisión para hacerse justos ante Dios, entonces Cristo no les servirá de nada. Lo repito: si pretenden lograr el favor de Dios mediante la circuncisión, entonces están obligados a obedecer cada una de las ordenanzas de la ley de Moisés. Pues, si ustedes pretenden hacerse justos ante Dios por cumplir la ley, ¡han quedado separados de Cristo! Han caído de la gracia de Dios. Sin embargo, los que vivimos por el Espíritu esperamos con anhelo recibir por la fe la justicia que Dios nos ha prometido. Pues, una vez que depositamos nuestra fe en Cristo Jesús, de nada sirve estar o no circuncidado. Lo importante es la fe que se expresa por medio del amor" (Gálatas 5:2-6, NTV).
Pablo sostenía que, bajo el Nuevo Pacto, tanto los judíos como los gentiles son aceptados en la familia de Dios solo por la fe en Jesucristo (Romanos 3:21-22; Efesios 2:8). Antes de la salvación, vivíamos bajo el yugo de la esclavitud de la ley (Gálatas 4:3), agobiados por una conciencia culpable (Tito 1:15), presos de exigencias que no podíamos cumplir (Hechos 15:10) y cautivos por el temor al castigo debido a nuestra desobediencia (1 Juan 4:18).
Pablo dijo en Gálatas 3:24: "la ley fue nuestra tutora hasta que vino Cristo; nos protegió hasta que se nos declarara justos ante Dios por medio de la fe" (NTV). Cuando Cristo vino, nos liberó del yugo de la esclavitud al cumplir las exigencias de la ley por nosotros: "El pecado ya no es más su amo, porque ustedes ya no viven bajo las exigencias de la ley. En cambio, viven en la libertad de la gracia de Dios" (Romanos 6:14, NTV).
Ya no hay condenación para los que pertenecemos a Jesús (Romanos 8:1-2), porque Él tomó la sentencia culpable por nosotros: "Dios hizo lo que la ley no podía hacer. Él envió a su propio Hijo en un cuerpo como el que nosotros los pecadores tenemos; y en ese cuerpo, mediante la entrega de su Hijo como sacrificio por nuestros pecados, Dios declaró el fin del dominio que el pecado tenía sobre nosotros. Lo hizo para que se cumpliera totalmente la exigencia justa de la ley a favor de nosotros" (Romanos 8:3-4, NTV).
La vida cristiana se caracteriza por una alegre libertad para seguir a Cristo por amor y no por una terrible vida de esclavitud al cumplimiento de las normas. Jesucristo ha quitado el yugo de la esclavitud de nuestros hombros y ha puesto sobre ellos Su propio yugo, que describe la obediencia y el discipulado: "Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera" (Mateo 11:29-30).
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¿Qué es un yugo de esclavitud (Gálatas 5:1)?
