Pregunta
¿Qué significa que nuestra suficiencia es de Dios (2 Corintios 3:5)?
Respuesta
Pablo era un maestro de la ley muy culto y brillantemente cualificado, pero no dependía de su propia competencia en su ministerio como apóstol de Jesucristo: "Esta confianza tenemos hacia Dios por medio de Cristo. No que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios, el cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto" (2 Corintios 3:4-6, NBLA). Los auténticos ministros de Cristo pueden tener una confianza sólida como una roca, pero sólo si dependen totalmente del Señor y de Su gracia.
En 2 Corintios 3, el apóstol Pablo se enfrenta a las ideas y prácticas de los falsos maestros legalistas que presumen de sus "cartas de recomendación" (2 Corintios 3:1). Estos hombres poderosos y autosuficientes desafiaban la autoridad y el apostolado de Pablo. Pensaban que Pablo carecía de las credenciales y los recursos necesarios para ser un ministro competente. Pablo afirma que nosotros (él y todos los ministros cristianos auténticos) no necesitamos depender de credenciales proporcionadas por los humanos, porque nuestra suficiencia procede de Dios. En 2 Corintios 3:5, el sustantivo griego traducido "suficiencia" significa "la cualidad de ser capaz de satisfacer satisfactoriamente una necesidad, o ser lo bastante apto, capaz, competente o adecuado para el trabajo".
En una advertencia similar a los filipenses sobre los falsos maestros, Pablo explica que, quizá más que nadie, él tiene buenas razones para confiar en su propia competencia: "aunque, si alguien pudiera confiar en sus propios esfuerzos, ese sería yo. De hecho, si otros tienen razones para confiar en sus propios esfuerzos, ¡yo las tengo aún más! Fui circuncidado cuando tenía ocho días de vida. Soy un ciudadano de Israel de pura cepa y miembro de la tribu de Benjamín"Benjamin-en-la-Biblia.html">Benjamín, ¡un verdadero hebreo como no ha habido otro! Fui miembro de los fariseos, quienes exigen la obediencia más estricta a la ley judía. Era tan fanático que perseguía con crueldad a la iglesia, y en cuanto a la justicia, obedecía la ley al pie de la letra" (Filipenses 3:4-6, NTV).
Humanamente hablando, Pablo estaba sobre-cualificado para el trabajo. Sin embargo, "no confía en la carne" (Filipenses 3:3). No confía en su rica herencia, ni en su celo religioso, ni en su formación teológica, ni en su capacidad natural. Todo lo que definió y cualificó a Pablo como apóstol se lo atribuyó a Dios y a Su gracia: "Pues soy el más insignificante de todos los apóstoles. De hecho, ni siquiera soy digno de ser llamado apóstol después de haber perseguido a la iglesia de Dios, como lo hice. Sin embargo, lo que ahora soy, todo se debe a que Dios derramó su favor especial sobre mí, y no sin resultados. Pues he trabajado mucho más que cualquiera de los otros apóstoles; pero no fui yo sino Dios quien obraba a través de mí por su gracia" (1 Corintios 15:9-10, NTV). Pablo no reclama ningún mérito ni se atribuye ninguna gloria, sino que se lo da todo a Dios y al poder de Su maravillosa gracia.
"Nuestra suficiencia proviene de Dios" no es una declaración de falsa humildad. Por el contrario, es una declaración de confianza en la capacidad de Dios, reconociendo que sólo hay una fuente de la que podemos abastecernos como ministros del Evangelio de Jesucristo: el suministro ilimitado de la gracia derramada en nosotros mediante el poder del Espíritu Santo de Dios. En el libro de los Hechos, los apóstoles reconocieron que su "gran poder" para "dar testimonio de la resurrección del Señor Jesús" procedía de "la gracia de Dios", que "obraba poderosamente en todos ellos" (Hechos 4:33). La gracia de Dios es la única carta de recomendación que necesitamos (Hechos 14:26; Romanos 15:15-16). Pablo admite que en todos sus asuntos "dependía de la gracia de Dios" y no de su propia "sabiduría humana" (2 Corintios 1:12 ,NTV; ver también 1 Corintios 2:1-5).
"Nuestra suficiencia es de Dios", significa que ninguno de nosotros es apto, capaz o está satisfactoriamente cualificado por nuestros esfuerzos o aptitudes humanas para ministrar a los corazones de las personas perdidas. Sólo Dios puede capacitarnos o hacernos "suficientes como ministros de un nuevo pacto" (2 Corintios 3:6, NBLA). Nuestro éxito en el ministerio procede únicamente de Dios, como Pablo ilustra elocuentemente a lo largo de su carta: "pero nosotros mismos somos como frágiles vasijas de barro que contienen este gran tesoro. Esto deja bien claro que nuestro gran poder proviene de Dios, no de nosotros mismos. . . . Mediante el sufrimiento, nuestro cuerpo sigue participando de la muerte de Jesús, para que la vida de Jesús también pueda verse en nuestro cuerpo. . . . Así que vivimos de cara a la muerte, pero esto ha dado como resultado vida eterna para ustedes. . . . Todo esto es para beneficio de ustedes, y a medida que la gracia de Dios alcance a más y más personas, habrá abundante acción de gracias, y Dios recibirá más y más gloria" (2 Corintios 4:7-15, NTV; ver también 2 Corintios 5:18). Nuestra suficiencia procede de Dios, y Su gracia es todo lo que necesitamos (2 Corintios 12:7-10).
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¿Qué significa que nuestra suficiencia es de Dios (2 Corintios 3:5)?