Pregunta
El fruto del Espíritu Santo - ¿Qué es la fidelidad?
Respuesta
La fidelidad es firmeza, constancia o lealtad; es cuidado en guardar lo que se nos ha confiado; es la convicción de que las Escrituras reflejan con precisión la realidad. La fidelidad bíblica requiere creer en lo que dice la Biblia acerca de Dios: Su existencia, Sus obras y Su carácter. La fidelidad es un fruto del Espíritu; es el resultado de la obra del Espíritu en nosotros. Pero el Espíritu es también nuestro sello de fidelidad. Él es nuestro testigo de la promesa de Dios de que, si aceptamos la verdad acerca de Dios, Él nos salvará.
Hebreos 11 ofrece una larga lista de hombres y mujeres fieles del Antiguo Testamento que confiaron en Dios. La comprensión que Abel tenía de Dios hizo que su sacrificio fuera real y auténtico. Noé confió en la palabra de Dios acerca del juicio venidero, así como en la promesa de Dios de salvar a su familia (Génesis 6-9). Abraham y Sara creyeron, contra toda evidencia, que tendrían un hijo (Génesis 21:1-34). Rahab confió en que Dios protegería a su familia cuando los israelitas destruyeron Jericó (Josué 6). La fe del tamaño de un grano de mostaza de Gedeón derrotó a todo un ejército (Jueces 6-7).
En esa lista de Hebreos 11 está el ejemplo de Enoc, quien "recibió testimonio de haber agradado a Dios. Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan" (vs. 5b-6). La fe, o el compromiso fiel con quien Dios dice que es, es fundamental para caminar con Dios. Mientras Jesús viajaba, respondía a la fe de las personas y limitaba su participación donde no había fe (Marcos 6:1-6).
Enoc entendió que Dios recompensa a quienes lo buscan y confían en Él con todo su corazón. Confiamos en lo que Dios hace, porque confiamos en Él, no al revés. En otras palabras, confiamos en Dios incluso cuando Él guarda silencio y no vemos milagros. Eso es parte de la fidelidad. Sabemos que Dios es confiable, firme y verdadero.
Los santos del Antiguo Testamento también tenían fe en la obra invisible de Dios (Hebreos 11:3). Abraham nunca vio a sus descendientes llegar a ser "tan numerosos como las estrellas del cielo". Moisés nunca entró en la Tierra Prometida. Y ninguno de los santos del Antiguo Testamento vivió para ver a su Mesías. Pero fueron fieles. Creyeron que Dios haría lo que había prometido. Vivieron por la fe y no por vista (2 Corintios 5:7).
La fidelidad es creer que Dios es quien dice ser y continuar creyendo en ello a pesar de los caprichos de la vida. En la práctica, eso significa que confiamos en lo que Dios dice en la Biblia, y no necesariamente en lo que nos dice el mundo o nuestros propios ojos. Confiamos en que Él hará que todo salga bien. Confiamos en que Él hará Su voluntad en nosotros. Y confiamos en que nuestra situación en la tierra no es nada comparada con nuestra recompensa futura en el cielo. La única manera de tener esa fe es mediante la influencia del Espíritu Santo. Él da testimonio de la verdad y nos impulsa a buscar a Dios. El Espíritu nos hace fieles.
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