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Pregunta

¿Qué significa "Echa tu pan sobre las aguas" en Eclesiastés 11:1?

Respuesta


Eclesiastés 11:1 (NBLA) dice: "Echa tu pan sobre las aguas, que después de muchos días lo hallarás". Esta máxima ha dado lugar a diversas interpretaciones, algunas mejores que otras. En este artículo examinaremos un par de ellas.

Una opinión es que la instrucción de "echa tu pan sobre las aguas" tiene que ver con el comercio internacional. El principio es que, si inviertes tu "pan" o "grano" sabiamente, en un mercado lo bastante amplio, obtendrás un rendimiento. Un par de traducciones de la Biblia resaltan este significado:

"Lanza tu pan sobre el agua; después de algún tiempo volverás a encontrarlo" (NVI).

"Envía tu grano por los mares, y a su tiempo recibirás ganancias" (NTV).

El problema de considerar este versículo como un consejo sobre el comercio internacional es que el contexto no lo apoya demasiado. Uno de los temas de Eclesiastés es que las ganancias económicas son "vanidad" (ver Eclesiastés 5:10-17), así que ¿por qué iba el autor, Salomón, casi al final del libro, a dar consejos sobre cómo obtener beneficios?

Otra opinión es que la instrucción de "echar tu pan sobre las aguas" es una metáfora de ser generoso, aunque parezca improbable obtener beneficios.

Esta segunda visión, metafórica, probablemente se ajuste más a la intención del versículo. Echar el pan o sembrar la semilla en el agua parece un ejercicio inútil. Pero no sabes cuáles serán los resultados reales, dice Salomón; con fe sé generoso, y con fe espera un retorno en algún punto del camino. Esto concuerda con Proverbios 11:18 (NBLA), "el que siembra justicia recibe verdadera recompensa"; y Gálatas 6:9 (NBLA), "No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos".

Llevando adelante esa interpretación, examinamos juntos Eclesiastés 11:1-2 (NBLA):

"Echa tu pan sobre las aguas,

Que después de muchos días lo hallarás.

Reparte tu porción con siete, o aun con ocho,

Porque no sabes qué mal puede venir sobre la tierra".

El pasaje en su conjunto comunica el principio de hacer todo el bien que puedas, sabiendo dos cosas: los resultados están en manos de Dios, y no sabes cuándo tú mismo necesitarás la generosidad de otra persona.

El libro del Eclesiastés es único en las Escrituras hebreas. Es el único libro que filosofa abiertamente. Concretamente, el Eclesiastés es un libro de filosofía práctica: se basa en la observación y la prueba, no en ideas rebuscadas y esotéricas.

El tema de Eclesiastés 11:1-6 no es cómo el agua afecta al pan. Se trata de cómo nuestra bondad afecta al mundo. El pan y el agua se utilizan como imágenes. El "pan", que por metáfora se entiende mejor como la semilla del pan (su grano), representa nuestra bondad, y el resto del pasaje nos anima a no desfallecer en nuestra "siembra". Debemos "sembrar nuestro pan", es decir, debemos extender generosamente nuestra bondad, incluso cuando parezca que no hace ningún bien (cf. Mateo 5:44 y Lucas 14:13-14).

Debemos tener en cuenta que Eclesiastés 11:1 no es un algoritmo sagrado que diga que si haces X de la forma Y, entonces sucederá Z. Más bien, Salomón nos da un precepto y una prescripción. No es una fórmula como las que se utilizan en los laboratorios, que necesariamente dan los mismos resultados una y otra vez. Sembrar el bien pertenece al ámbito de las ciencias sociales.

Salomón ofrece un buen consejo basado en sus observaciones. Pero como hay personas implicadas -y como las personas son criaturas volitivas-, la máxima no puede garantizar un resultado positivo en todos los casos. Este aspecto "sin garantías" de la benevolencia se muestra en la frase "sobre las aguas". Arrojamos nuestro pan al mundo, y sencillamente no podemos saber si cada semilla encontrará un lugar donde crecer. Lo que sí sabemos es que un número significativo de semillas crecerá. No debemos obsesionarnos con el hecho de que algunas de las semillas no prosperen (cf. Marcos 4:3-20).

Echar pan sobre las aguas evoca la ley de la siembra y la cosecha. En este caso, la semilla son los actos de bondad de cada uno. Habrá mies en el cielo, si no en este mundo. Pero lo que Salomón quiere decir no es solo que sembremos bondad para recoger una cosecha futura, sino que nos convirtamos en personas que hagan el bien por el bien mismo, independientemente de la cosecha.

Eclesiastés 11:1-6 puede significar razonablemente: "Siembra semillas de bondad cada día, incluso cuando no tenga sentido hacerlo. A su debido tiempo recogerás la recompensa. Sé diligente a la hora de sembrar bondad, ¡y no aceptes excusas! Entonces la bondad formará parte de lo que eres, no solo de lo que haces, y el mundo será un lugar mejor gracias a ella".

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