Pregunta
¿Qué significa estar contrito? ¿Qué es la contrición?
Respuesta
La Biblia habla a menudo de un corazón contrito. En Isaías 66:2, el Señor dice: "Pero a este miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante Mi palabra" (NBLA). Y en el Salmo 51:17, David escribe: "Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás" (NBLA). La contrición es presentada en la Escritura como algo que agrada a Dios, y en estos versículos está vinculada a la humildad, al quebrantamiento y a un saludable temor a la Palabra de Dios. Entonces, ¿qué significa exactamente estar contrito?
Según la Enciclopedia Bíblica Internacional, "un corazón contrito es aquel en el que el orgullo natural y la autosuficiencia han sido completamente humillados por la conciencia de culpa" (Traducción propia). Las palabras hebrea y griega que a menudo se traducen como "contrito" significan literalmente "aplastado, lisiado o quebrantado". Cuando el adjetivo "contrito" describe el corazón, nos da la imagen de una conciencia aplastada por el peso de su propia culpa. Cuando el espíritu humano deja de justificar sus malas decisiones, despierta a la profundidad de su maldad y acepta humildemente la justa condenación de Dios sobre el pecado, allí hay contrición. Un corazón contrito no presenta excusas ni culpa a otros: está totalmente de acuerdo con Dios en cuanto a lo malo que es. Se arroja a la misericordia de Dios, consciente de que no merece otra cosa que Su justa ira (Isaías 6:5; Salmo 41:4).
El lugar de la contrición es un lugar bienaventurado. Dios dice: "Yo habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos" (Isaías 57:15, NBLA). Los contritos tienen la promesa de una morada con Dios, y sus corazones quebrantados serán renovados.
Jesús ilustra lo que es un corazón contrito en Lucas 18:10–14. En la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos, el humilde arrepentimiento que Dios desea se contrasta con la autosuficiencia. La elocuente oración del orgulloso fariseo no llegó al corazón de Dios, pero el clamor humilde del pecador arrepentido trajo perdón. Ambos necesitaban misericordia, pero solo el corazón contrito estaba en posición de recibirla.
Jesús también hizo referencia al corazón contrito en las Bienaventuranzas cuando dijo: "Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados" (Mateo 5:4, NBLA). Aquí, "llorar" se refiere a la tristeza por el propio pecado. La misericordia y el perdón de Dios consuelan a quienes ven su pecado como Él lo ve.
Un corazón contrito no da por sentado el perdón de Dios. Se duele por su propio pecado y por lo que ese pecado costó al Hijo de Dios (2 Corintios 5:21). La contrición es un elemento clave en el verdadero arrepentimiento. Sin ella, somos como el orgulloso fariseo: cumplimos con las formas externas de la religión, pero albergamos arrogancia en el corazón. La contrición reconoce que un corazón dispuesto a seguir a Cristo debe rechazar el mal en todas sus formas. Un corazón contrito no planea volver a pecar, sino que busca la fortaleza de Dios para vencer el pecado y avanzar hacia la santidad (1 Pedro 1:15–16).
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