Pregunta
¿Qué quiso decir Jesús cuando nos ordenó amar a nuestros enemigos?
Respuesta
Cuando Jesús dijo que debemos amar a nuestros enemigos, estableció una norma completamente nueva para las relaciones humanas. Enseñó a las multitudes en el Sermón del Monte que ellos ya sabían que debían amar a su prójimo, porque ese mandamiento aparece en la Ley de Dios (Levítico 19:18). De ahí, muchos judíos habían inferido erróneamente que también debían odiar a sus enemigos. Aunque ningún versículo bíblico dice literalmente "odia a tu enemigo", es probable que los fariseos hubieran aplicado mal ciertos pasajes del Antiguo Testamento sobre el odio hacia los enemigos de Dios (Salmo 139:19-22; 140:9-11). Pero Jesús elevó por completo el estándar: "Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, para que ustedes sean hijos de su Padre que está en los cielos" (Mateo 5:44-45). Y explicó que amar a quienes nos aman es fácil, incluso para los incrédulos. Por eso concluye ordenándonos: "Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto" (Mateo 5:43-48).
Jesús enseñó a Sus discípulos a obedecer el verdadero sentido de la Ley de Dios: amar tanto al enemigo como al prójimo. En una ocasión, un fariseo preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" (Lucas 10:29). Jesús respondió con la parábola del buen samaritano. Con esta historia mostró que Sus seguidores deben amar a toda clase de personas, sin importar su fe, origen o temperamento, incluyendo a quienes consideran sus enemigos. Cuando amamos a nuestros enemigos y "oramos por los que nos persiguen", demostramos que Jesús gobierna nuestra vida.
Jesús ilustró Su enseñanza con el sol y la lluvia que Dios envía tanto a buenos como a malos. Esa imagen muestra el amor indiscriminado de Dios hacia toda la humanidad. Sus seguidores deben reflejar ese carácter divino y amar sin parcialidad, tanto a amigos como a enemigos. Jesús nos llama a vivir con una norma más alta que la del mundo, una norma imposible de alcanzar en nuestras fuerzas. Solo el Espíritu de Dios puede capacitar a Su pueblo para amar y orar sinceramente por quienes quieren hacerles daño (Romanos 12:14-21).
Finalmente, después de ordenarnos amar a nuestros enemigos, Jesús añade: "Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto" (Mateo 5:48). Como hijos de nuestro Padre (Mateo 5:45), Él nos llama a esa perfección. Pero el ser humano pecador no puede alcanzarla. Esta misma imposibilidad es lo que la Ley demandaba (Santiago 2:10). Entonces, ¿cómo puede Jesús exigir lo imposible? Más adelante Él mismo responde: "Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible" (Mateo 19:26). Lo que Dios demanda, solo Él puede producirlo en nosotros, incluyendo la capacidad de amar a nuestros enemigos. Lo que es imposible para el hombre se vuelve posible para quienes se rinden a Jesucristo y viven por el poder del Espíritu Santo que habita en sus corazones.
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