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Pregunta

¿El alma humana es mortal o inmortal?

Respuesta


El alma o espíritu humano es la parte del hombre o la mujer que no es física. El alma es fundamental para la personalidad de un ser humano. Es el "verdadero yo", lo que una persona es en realidad. El alma es el centro de la vida, los sentimientos, el pensamiento y la acción del ser humano.

Sin duda, el alma humana es inmortal. Es decir, no está sujeta a la muerte. Una vez creada, el alma nunca deja de existir, sino que es eterna. El alma es espiritual y, por tanto, tiene la cualidad de la inmortalidad. Por el contrario, el cuerpo es físico; el cuerpo terrenal que poseemos ahora está sujeto a la muerte.

La inmortalidad del alma se ve claramente en muchos lugares de las Escrituras. Por ejemplo, en Salmo 23:6 David dice: "Y en la casa del Señor moraré por largos días". En Eclesiastés 12:7 el Predicador menciona dos cosas que suceden con la muerte: "Entonces el polvo volverá a la tierra como lo que era, y el espíritu volverá a Dios que lo dio". En 2 Corintios 5:8 Pablo dice que estar "ausente del cuerpo" es "habitar con el Señor". Todos estos pasajes indican que el alma es inmortal.

¿Qué debemos hacer, entonces, con 1 Timoteo 6:16, que dice que Él es "el único que tiene inmortalidad"? Entendemos este versículo como una enseñanza de que solo Dios es inmortal en y por Sí mismo; es decir, solo Él posee inmortalidad como parte esencial de Su naturaleza. Por otra parte, la inmortalidad de nuestra alma -y la de los ángeles- se deriva de Dios. Dios es inmortal en Su ser; nuestras almas son inmortales como resultado de la creación de Dios. El comentarista Albert Barnes lo expresó de esta manera: "Dios, en Su propia naturaleza, disfruta de una perfecta y segura exención de la muerte. Las criaturas solo tienen inmortalidad en la medida en que la obtienen de Él y, por supuesto, dependen de Él para ello. Él la tiene por Su propia naturaleza, y en Su caso no se deriva de él, y no puede ser privado de ella. Es uno de los atributos esenciales de Su ser, que siempre existirá, y que la muerte no puede alcanzarle" (Notas sobre la Biblia, 1834).

En Juan 5:26 Jesús dice: "el Padre tiene vida en Él mismo". Esta es otra forma de decir que solo Dios es inmortal. La inmortalidad del alma humana, es decir, su cualidad de continuar para siempre, es un reflejo de la naturaleza de Dios en nosotros. Solo Dios no tiene principio ni fin. Todas Sus criaturas, animales, humanas y angélicas, tuvieron un principio. Nuestras almas nacieron en un determinado momento de la historia, y hubo un tiempo en que nuestras almas no existían. Solo nuestro Creador es eterno.

Otros pasajes que indican la inmortalidad del alma humana incluyen Lucas 23:43, donde Jesús promete a uno de los ladrones que está muriendo junto a Él: "En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso". Obviamente, Jesús creía que el alma del ladrón arrepentido iba a sobrevivir a la muerte física.

Daniel 12:2-3 dice: "Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno. Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad". Este pasaje promete una resurrección tanto de los justos como de los injustos. Cuando morimos, nuestros cuerpos vuelven al "polvo" (cf. Génesis 3:19). De ese polvo el cuerpo volverá a la "vida eterna" o al "desprecio eterno". Debemos suponer que el alma se reunirá con el cuerpo en ese momento; de lo contrario, los cuerpos resucitados carecerían de alma y, por tanto, serían inhumanos.

En Mateo 25:46 Jesús dijo que los impíos "irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna". La misma palabra griega, traducida "eterno", se usa para describir tanto el "castigo" como la "vida". Jesús enseñó claramente que tanto los malvados como los justos existirán para siempre en una de las dos condiciones. Así, todo ser humano tiene un alma inmortal y eterna.

La enseñanza inequívoca de la Biblia es que todas las personas, salvadas o perdidas, existirán eternamente. La parte espiritual de nosotros no deja de existir cuando nuestros cuerpos carnales mueren. Nuestras almas vivirán para siempre, ya sea en la presencia de Dios en el cielo o en el castigo en el infierno. La Biblia también enseña que nuestras almas se reunirán con nuestros cuerpos en la resurrección. Esta esperanza de una resurrección corporal está en el corazón mismo de la fe cristiana (1 Corintios 15:12-19).

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