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Pregunta: "¿Es el alma humana mortal o inmortal?"

Respuesta:
El alma humana es la parte del ser humano que no es física. El alma es fundamental para la personalidad de un ser humano. Es el "verdadero yo", lo que la persona es en realidad. El alma es el centro de la vida, los sentimientos, el pensamiento y la acción del ser humano.

No cabe duda de que el alma humana es inmortal. Es decir, el alma no está sujeta a la muerte. El alma nunca deja de existir, sino que es eterna. El alma es espiritual y, por tanto, tiene la cualidad de la inmortalidad. Por el contrario, el cuerpo es físico; el cuerpo terrenal que ahora tenemos está sujeto a la muerte.

En muchos pasajes de las Escrituras se ve claramente la inmortalidad del alma. Por ejemplo, en el Salmo 23:6 David dice: "Y en la casa del Señor moraré por largos días". En Eclesiastés 12:7 el Predicador menciona dos cosas que suceden en la muerte: "el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio". En 1 Tesalonicenses 4:14, Pablo dice que los creyentes que han muerto estarán con Cristo en el rapto de la iglesia: "creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él". Todos estos pasajes indican que el alma es inmortal.

En Apocalipsis 6:9, Juan ve "bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían". Así pues, las almas de los mártires cristianos están en el cielo. Como enseña 2 Corintios 5:8, estar "ausente del cuerpo" es estar "presentes al Señor".

En Lucas 23:43, Jesús le promete a uno de los ladrones que está muriendo junto a Él: "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso". Obviamente, Jesús creía que el alma del ladrón arrepentido iba a sobrevivir a la muerte física.

Daniel 12:2-3 dice: "Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad". Este pasaje promete una resurrección tanto de los justos como de los injustos. Cuando morimos, nuestros cuerpos vuelven al "polvo" (cf. Génesis 3:19). De ese polvo el cuerpo volverá a la "vida eterna" o a la "confusión perpetua". Debemos suponer que el alma se reunirá con el cuerpo en ese momento; de lo contrario, los cuerpos carecerían de alma y, por lo tanto, serían inhumanos.

En Mateo 25:46 Jesús dijo que los impíos "irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna". La misma palabra griega, traducida "eterno", se usa para describir tanto el "castigo" como la "vida". Jesús enseñó claramente que tanto los malvados como los justos existirán para siempre en una de las dos condiciones. Así, todo ser humano tiene un alma inmortal y eterna.

La clara enseñanza de la Biblia es que todas las personas, ya sean salvas o perdidas, existirán eternamente. La parte espiritual de nosotros no deja de existir cuando nuestros cuerpos carnales mueren. Nuestras almas vivirán para siempre, ya sea en la presencia de Dios en el cielo o en el castigo en el infierno. La Biblia también enseña que nuestras almas se reunirán con nuestros cuerpos en la resurrección. La esperanza de una resurrección corporal es la esencia misma de la fe cristiana (1 Corintios 15:12-19).

Todas las almas son inmortales, pero no son eternas como Dios. Dios es el único ser eterno en el sentido de que sólo Él no tiene principio ni fin. Dios siempre ha existido y siempre seguirá existiendo. Todas las demás criaturas, animales, humanas o angelicales, tuvieron un principio. Nuestras almas nacieron en un determinado momento de la historia, y después vivirán para siempre. No obstante, hubo un tiempo en que nuestras almas no existían. Nuestras almas son inmortales, y viviremos eternamente. Pero sólo nuestro Creador es eterno.

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