Pregunta
¿Por qué Zacarías fue castigado por dudar del mensaje de Gabriel, pero María no, aunque también dudó?
Respuesta
En Lucas 1, tanto Zacarías, un anciano sumo sacerdote judío, como María, una adolescente virgen, recibieron la visita del ángel Gabriel, quien les anunció el papel que desempeñarían en la llegada del tan esperado Salvador de Israel. Mientras Zacarías estaba en el santuario quemando incienso al Señor, se le apareció el ángel del Señor y le dijo: "¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha oído tu oración. Tu esposa, Elisabet, te dará un hijo, y lo llamarás Juan" (Lucas 1:13, NTV). Gabriel explicó que el niño crecería para ser el instrumento elegido por Dios, un gran profeta como Elías, que prepararía a Israel para la venida del Mesías (ver Lucas 1:14-17).
Aproximadamente seis meses después, Gabriel visitó a María y le dijo: "No tengas miedo, María...¡porque has hallado el favor de Dios! Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será muy grande y lo llamarán Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David. Y reinará sobre Israel para siempre; ¡su reino no tendrá fin!" (Lucas 1:30-33, NTV).
Zacarías y María eran candidatos poco probables para las misiones que Dios les había encomendado, y ambos recibieron la asombrosa noticia con temor y admiración (ver Lucas 1:12, 29). Cada uno de ellos se preguntó cómo se llevarían a cabo tales milagros (Lucas 1:18, 34). Sin embargo, Zacarías fue castigado, quedando mudo hasta que naciera su hijo (versículo 20), y María no fue reprendida en absoluto. ¿Por qué Zacarías fue castigado y María no?
A primera vista, la respuesta de Gabriel a la pregunta de Zacarías parece un poco injusta en comparación con la que le dio a María. Pero si la analizamos más detenidamente, encontramos una diferencia significativa. Al oír el anuncio de Gabriel, Zacarías preguntó: "¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá esto? Ya soy muy anciano, y mi esposa también es de edad avanzada" (Lucas 1:18, NTV). Abrumado por la duda, Zacarías pidió una señal que lo confirmara. Gabriel se apresuró a señalar que la aparición del mensajero de Dios en el templo debería haber sido señal suficiente: "¡Yo soy Gabriel! Estoy en la presencia misma de Dios. ¡Fue él quien me envió a darte esta buena noticia! Pero ahora, como no creíste lo que te dije, te quedarás mudo, sin poder hablar hasta que nazca el niño. Te aseguro que mis palabras se cumplirán a su debido tiempo" (Lucas 1:19-20, NTV).
La petición de una señal por parte de Zacarías provenía de la incredulidad. Aunque él y su esposa habían orado por un hijo, la pareja había abandonado la esperanza de que Dios respondiera alguna vez a sus oraciones. El anuncio de Gabriel les trajo la respuesta. Dios había escuchado sus oraciones (Lucas 1:13). Pero Zacarías no respondió con fe, sino con duda. Necesitaba una “señal".
Santiago enseñó acerca de la oración, diciendo: "Pero que pida con fe, sin dudar. Porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor, siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos" (Santiago 1:6-8). Zacarías era de doble ánimo. Con los ojos puestos en sus limitaciones humanas, no podía ver a Dios realizando este milagro. Según el apóstol Pablo, la incredulidad de Zacarías era un pecado, porque "todo lo que no procede de fe, es pecado" (Romanos 14:23).
Al igual que muchos que le precedieron —Moisés (Éxodo 3:11; 4:1, 10-13; 6:12, 30) y Gedeón (Jueces 6:15, 17, 36-40), por ejemplo—, Zacarías luchó contra la duda y la incredulidad. Al igual que muchos cristianos hoy en día, Zacarías dudó de la Palabra de Dios. Como sacerdote que servía en el templo de Jerusalén, Zacarías debía de estar familiarizado con las Escrituras del Antiguo Testamento, especialmente con los cinco libros de Moisés. Debía de saber que la misma promesa que se le había hecho en su vejez también se le había hecho a su antepasado Abraham (Génesis 12:1-9). Abraham también había dudado del Señor (Génesis 17:17). Pero Dios dijo: "¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Volveré a ti al tiempo señalado, por este tiempo el año próximo, y Sara tendrá un hijo" (Génesis 18:14). Zacarías debería haber recordado estas palabras a Abraham, así como el cumplimiento de la promesa (Génesis 21:5); sin embargo, en ese momento, vaciló. Dios silenció la incredulidad de Zacarías y el plan del Señor se cumplió.
Ahora comparemos la respuesta de Zacarías con la de María. Cuando María escuchó la promesa de Gabriel, dijo: "¿Cómo será esto, puesto que soy virgen?" (Lucas 1:34). Zacarías dudó y pidió una señal, pero María creyó y se preguntó: "¿Cómo será esto?". Su preocupación era más logística. Estaba confundida acerca de su papel como sierva obediente, especialmente siendo una virgen soltera. Quizás se preguntaba cómo podría anunciarse el nacimiento antes de la boda. ¿Tendrían que adelantar la fecha de la boda? El ángel no reprendió a María por sus sinceras preguntas. La pregunta de María no se basaba en la duda, sino en la fe y la obediencia, el tipo de preguntas que las Escrituras elogian (Proverbios 25:2; Hechos 17:11).
Gabriel le explicó a María cómo sucedería: ¡el Espíritu Santo obraría un milagro! Sería algo completamente nuevo que ningún ser humano podía imaginar, que nunca había ocurrido en toda la historia. María concebiría un hijo, no de un hombre, sino de Dios Todopoderoso, por el poder del Espíritu Santo. En su vientre, el Hijo de Dios crecería y nacería. Estaba destinado a ser el Mesías de Israel, el Santo y Salvador del mundo (Lucas 1:35).
Gabriel concluyó su mensaje, repitiendo las palabras de Dios a Abraham: "Porque nada será imposible para Dios". Y María dijo: "Aquí tienes a la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra" (Lucas 1:37-38, NBLA). María creyó al mensajero del Señor. Respondió con fe y se sometió a la voluntad de Dios.
Zacarías expresó incredulidad; María reveló fe. Zacarías no fue castigado arbitrariamente ni injustamente. Tanto Zacarías como María fueron tratados según su reacción al mensaje. Uno dudó; la otra creyó. El anciano sacerdote se negó a creer la respuesta a sus propias oraciones; María creyó algo por lo que no había orado y que nunca hubiera podido imaginar.
A pesar de la duda de Zacarías, Dios lo bendijo abundantemente a él y a su familia. El Señor hizo que Zacarías callara, no solo como castigo por su incredulidad, sino como una señal, primero para Zacarías y luego para todas las personas que lo rodeaban (ver Lucas 1:20–21, 59–79). Después de que Juan el Bautista naciera y Dios le devolviera el habla a Zacarías, "todo el vecindario se llenó de temor reverente, y la noticia de lo que había sucedido corrió por todas las colinas de Judea. Los que la oían meditaban sobre los acontecimientos y se preguntaban: ¿Qué llegará a ser este niño?. Pues la mano del Señor estaba sobre él de una manera especial" (Lucas 1:65-66, NTV). A través de todo esto, Dios estaba llevando a cabo Su plan de salvación y "para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito" (Romanos 8:28).
English
¿Por qué Zacarías fue castigado por dudar del mensaje de Gabriel, pero María no, aunque también dudó?
