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Pregunta

Estudio bíblico musulmán - La historia de Navidad – Día 4

Respuesta


Día 4. ¿Adoran los cristianos a María?

Algunas personas le otorgan un honor especial a María por ser la madre del Salvador. Algunos incluso piensan que fue perfecta. Pero la Biblia dice que todos han pecado (Romanos 3:23), y prohíbe adorar o dirigir oraciones a seres humanos. Jesús mismo dijo: "Al Señor tu Dios adorarás, y solo a Él servirás" (Mateo 4:10, NBLA).

Cuando una mujer bendijo a María, Jesús respondió con una bendición distinta: "Mientras Jesús decía estas cosas, una de las mujeres en la multitud alzó la voz y dijo: "¡Dichosa la matriz que te concibió y los senos que te criaron!". "Al contrario", le contestó Jesús, "dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan"" (Lucas 11:27–28, NBLA).

Aquellos que adoran o rezan a María desobedecen los mandamientos de Dios. La misma María adoró a Dios cuando supo que daría a luz al Hijo de Dios:

"Entonces María dijo: "Mi alma engrandece al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la humilde condición de esta su sierva; pues desde ahora en adelante todas las generaciones me tendrán por bienaventurada. Porque grandes cosas me ha hecho el Poderoso; y santo es Su nombre. Y de generación en generación es Su misericordia para los que le temen. Ha hecho proezas con Su brazo; ha esparcido a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Ha quitado a los poderosos de sus tronos; y ha exaltado a los humildes; a los hambrientos ha colmado de bienes y ha despedido a los ricos con las manos vacías. Ha ayudado a Israel, Su siervo, para recuerdo de Su misericordia tal como dijo a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre"" (Lucas 1:46-55, NBLA).

El nacimiento virginal no significa que María fuera perfecta, sino que señala la perfección de Jesús. Desde que Adán y Eva desobedecieron, toda persona ha heredado la culpa y la naturaleza pecaminosa: "...el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron" (Romanos 5:12, NBLA). Todos hemos pecado, violando mandamientos como estos:

- Amar a Dios por sobre todas las cosas (Deuteronomio 6:5; Mateo 22:37)

- Amar al prójimo como a uno mismo (Levítico 19:18; Mateo 22:39)

- Honrar a los padres (Éxodo 20:12; Mateo 15:4)

- No cometer adulteriocastigo-por-el-adulterio.html">adulterio ni codiciar con lujuria (Éxodo 20:14; Mateo 5:28)

Jesús, sin embargo, nació de una virgen y no heredó la naturaleza pecaminosa. Aunque fue tentado, nunca pecó (Hebreos 4:15). En cambio, mostró la perfecta justicia de Dios, Su Padre.

Así como el pecado de Adán afectó a todos los que nacieron después de él, la justicia de Jesucristo afecta a todos los que nacen de nuevo y claman con fe a Jesús: "Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de Uno los muchos serán constituidos justos" (Romanos 5:19, NBLA).

¿Cómo podemos ser "constituidos justos"? No podemos lograrlo por nosotros mismos. Dios es quien nos declara justos por medio de Jesús, el justo. Según la Palabra de Dios, la Biblia, Jesús vivió como el Dios-Hombre perfecto, murió en la cruz para tomar el castigo por los pecadores que creen en Él, y resucitó como Señor y Salvador viviente.

Dios despierta el corazón del pecador, quien responde apartándose del pecado para confiar únicamente en Jesús como Salvador del pecado y del infierno. Dios perdona al pecador y lo declara justo, no por méritos propios, sino por la justicia de Cristo (Romanos 8:1–4). Así como Dios cargó sobre Cristo los pecados del creyente en la cruz, también otorga al creyente la justicia de Cristo. ¡Un intercambio inigualable!

"Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él" (2 Corintios 5:21, NBLA).

"Pero al que no trabaja, pero cree en Aquel que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia" (Romanos 4:5, NBLA).

Un hombre se oponía a estas verdades. Metía cristianos en la cárcel y fue testigo de cómo apedreaban hasta la muerte a uno de ellos. Creía que podía agradar a Dios cumpliendo perfectamente la ley. Pero cuando Jesús lo llamó y lo salvó (Hechos 9), Pablo dio testimonio de la justicia por medio de la fe en Cristo:

"Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, y conocerlo a Él, el poder de Su resurrección y la participación en Sus padecimientos, llegando a ser como Él en Su muerte, a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos" (Filipenses 3:7-11, NBLA).

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