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Pregunta

¿Cómo proporciona Dios la vía de escape de la tentación (1 Corintios 10:13)?

Respuesta


Nadie está libre de caer en la tentación. Lo que se nos da como cristianos es una vía de escape. El apóstol Pablo enseñó a los creyentes a no tener miedo cuando se enfrentan a la tentación, porque Dios ofrecerá ayuda y una salida a quienes la busquen: "No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres. Fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que puedan resistirla" (1 Corintios 10:13, NBLA).

La Escritura establece que Dios es fiel (Deuteronomio 7:9; 1 Tesalonicenses 5:24; Hebreos 10:23; Apocalipsis 1:5). Del mismo modo que Yavé proporcionó una vía de escape a los hijos esclavizados de Israel, siempre nos presentará un camino hacia la libertad. Nuestro Padre celestial no es un observador lejano y desinteresado que nos deja ir a tientas por la vida. Está con nosotros en la batalla. El Señor nos ama y quiere que triunfemos en nuestra lucha contra el pecado: "Dios hará que esto suceda, porque aquel que los llama es fiel" (1 Tesalonicenses 5:24, NTV).

Para los creyentes, el plan de rescate de Dios es la persona de Jesucristo. Él comprende nuestras debilidades y tentaciones: "Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna" (Hebreos 4:15-16, NBLA). Nuestra principal vía de rescate es acudir a Jesús en busca de ayuda (1 Juan 2:1; 4:4).

A menudo, confundimos la tentación con el pecado, pero ser tentado no es en sí mismo un pecado. Pecamos cuando cedemos a la tentación. Por eso Jesús nos enseñó a orar: "No permitas que cedamos ante la tentación, sino rescátanos del maligno" (Mateo 6:13, NTV).

En la mayoría de los casos, lo mejor es huir. El relato de José en casa de Potifar es un ejemplo perfecto de cómo Dios proporciona la vía de escape de la tentación (Génesis 39:1-23). José se negó a ceder a las repetidas tentaciones sexuales de la mujer de Potifar. Comprendió correctamente que tal pecado era una ofensa contra Dios (versículo 9). Cuando la tentadora trató de obligar a José a meterse en su cama, él aprovechó la vía de escape de Dios y huyó de la casa, dejando su manto en la mano de ella (versículo 12). José nos da una demostración literal de las advertencias de Pablo de huir "de la fornicación" (1 Corintios 6:18, NBLA) y de "[Abstenerse] de toda forma de mal" (1 Tesalonicenses 5:22, NBLA).

Evitamos la tentación manteniéndonos lejos de ella. Proverbios 4:14-15 advierte: "No entres en la senda de los impíos, ni vayas por el camino de los malvados. Evítalo, no pases por él; apártate de él y sigue adelante" (NBLA). Si queremos dejar de darnos el gusto de comer dulces, nos mantenemos alejados de la tienda de golosinas.

Nos mantenemos lejos del mal y de la tentación acudiendo a Dios y a Su Palabra. Pablo instó a Timoteo: "huye de todas esas maldades. Persigue la justicia y la vida sujeta a Dios, junto con la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad. Pelea la buena batalla por la fe verdadera. Aférrate a la vida eterna a la que Dios te llamó" (1 Timoteo 6:11-12, NTV). Santiago nos instruyó para que nos humilláramos ante Dios: "Resistan al diablo, y él huirá de ustedes" (Santiago 4:7, NTV). Jesús resistió las tentaciones del diablo con la verdad de la Palabra de Dios, y nosotros también podemos hacerlo (Mateo 4:4, 10).

Dios también proporciona una vía de escape de la tentación por medio de la vigilancia en la oración. Jesús dijo a Pedro, Santiago y Juan: "Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil" (Marcos 14:38, NBLA). Más tarde, Pedro aconsejó a los creyentes: "Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resístanlo firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en sus hermanos en todo el mundo" (1 Pedro 5:8-9, NBLA). Las últimas palabras registradas de Pedro incluían la orden de estar "en guardia, no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos, caigan de su firmeza. Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pedro 3:17-18, NTV).

A veces necesitamos estar junto a otros cristianos para que se nos rindan cuentas, nos apoyen y oren. Pablo enseñó: "si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado" (Gálatas 6:1, NBLA). Como hermanos y hermanas en Cristo, somos más fuertes juntos cuando llevamos las cargas de los demás (Eclesiastés 4:12).

Siempre que nos enfrentemos a la tentación, debemos recordar que no estamos solos (Deuteronomio 31:8). El Señor está con nosotros, y Su Espíritu actúa en nosotros, permitiéndonos crucificar "la carne con sus pasiones y deseos" (Gálatas 5:22-24). Dios nunca nos dejará ni nos abandonará a nuestra suerte. Debemos buscar en Él y en otros creyentes la vía de escape que Dios ha prometido proporcionarnos.

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