Pregunta
¿Cómo produce la "prueba de su fe" la paciencia (Santiago 1:3)?
Respuesta
En todo el Nuevo Testamento se insta a los creyentes a ver los problemas y las pruebas desde una perspectiva celestial. Santiago dice que debemos tener "por sumo gozo" nuestros problemas (Santiago 1:2) porque producen en nosotros una cualidad de carácter que es clave para mantener el rumbo y terminar bien: "la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte" (Santiago 1:3-4).
La palabra traducida aquí como "paciencia" (hypomonēn en el griego original) significa "el poder de soportar dificultades o tensiones, especialmente la fortaleza interior necesaria para resistir". Otras traducciones traducen este sustantivo por "constancia" (NTV) y "perseverancia" (NVI). La prueba de nuestra fe produce el poder y la resistencia interior necesaria para soportar pacientemente las dificultades y la persecución y crecer en la madurez espiritual.
En una enseñanza paralela, el apóstol Pablo afirma: "También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia" (Romanos 5:3, NTV). El apóstol Pedro repite esta opinión: "En cambio, alégrense mucho, porque estas pruebas los hacen ser partícipes con Cristo de su sufrimiento, para que tengan la inmensa alegría de ver su gloria cuando sea revelada a todo el mundo" (1 Pedro 4:13, NTV). El escritor de Hebreos explica: "Porque ustedes tienen necesidad de paciencia, para que cuando hayan hecho la voluntad de Dios, obtengan la promesa" (Hebreos 10:36, NBLA).
Pedro también nos asegura que la prueba de nuestra fe a través de las pruebas demuestra la veracidad o autenticidad de nuestra fe: "Así que alégrense de verdad. Les espera una alegría inmensa, aunque tienen que soportar muchas pruebas por un tiempo breve. Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo" (1 Pedro 1:6-7, NTV).
Una cosa es mantenernos firmes en nuestras convicciones cuando todo va bien y nuestra fe no se pone a prueba. Pero, ¿cómo reaccionamos cuando Dios parece guardar silencio, cuando todo se desmorona, cuando nuestro corazón se rompe y nuestros sueños se hacen añicos? Es entonces cuando las pruebas de esta vida ponen verdaderamente a prueba nuestra fe y nos brindan la oportunidad de producir perseverancia, una resistencia firme que desarrolla en nosotros la plenitud y la madurez espirituales. Cuando nuestra confianza en Cristo se demuestra inquebrantable a través del fuego de la adversidad, podemos afrontar cualquier situación con alegría, determinación y una esperanza cada vez mayor. Podemos confiar en que Dios nos sostendrá a través de todo y nos recompensará al final.
Dejamos que "la paciencia tenga su perfecto resultado" cuando continuamos siguiendo a Jesucristo, dejando que nuestras raíces se arraiguen "profundamente en él y edifiquen toda la vida sobre él. Entonces la fe de ustedes se fortalecerá en la verdad que se les enseñó, y rebosarán de gratitud" (Colosenses 2:7, NTV; ver también Colosenses 1:10-12). Permanecer en Cristo exige paciencia a lo largo del tiempo y a través de las pruebas para que la obra se realice en nosotros (ver Juan 15:4-10; Romanos 12:12; Colosenses 1:23; Hebreos 10:36-38; 2 Pedro 1:5-8; Apocalipsis 2:2-3).
La prueba de nuestra fe también produce vida. Jesús dijo a Sus discípulos que, en medio de la oposición "Con su perseverancia ganarán sus almas:" (Lucas 21:19). Sabiendo que todos ellos se enfrentarían a una intensa persecución, Jesús dijo: "serán odiados de todos por causa de Mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo" (Mateo 10:22; ver también Mateo 24:13).
Afortunadamente, la perseverancia no depende únicamente de nuestros esfuerzos. Como seguidores de Jesús, el Espíritu de Dios actúa en nosotros, dándonos el poder y la fortaleza para perseverar (Filipenses 2:13; 4:13; Efesios 3:16; 1 Corintios 12:6; 15:10; 2 Corintios 1:21-22; Hebreos 13:21).
Quizás uno de los mejores ejemplos bíblicos de una persona que desarrolló madurez espiritual perseverando a través de severas pruebas de fe fue el personaje del Antiguo Testamento José. Fue engañado por sus hermanos y vendido como esclavo (Génesis 37:1-36), incriminado por la mujer de Potifar (Génesis 39:12-36 ) y olvidado en la cárcel (Génesis 40:23). Pero Dios estaba obrando en José a través de sus dificultades, cumpliendo un plan para salvar a su familia y a la futura nación de Israel. Sin embargo, no fue hasta muchos años después que José pudo ver la mano de Dios en sus pruebas. Entonces pudo decir a sus hermanos: "Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente" (Génesis 50:20). Dios permitió que la prueba de la fe de José produjera perseverancia, que terminó su obra haciéndolo "[perfecto] y [completo], sin que nada [le] falte". Además, la perseverancia decidida y firme de José produjo "la salvación de mucha gente".
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¿Cómo produce la "prueba de su fe" la paciencia (Santiago 1:3)?
