Pregunta
¿Qué quiere decir la Biblia cuando habla en contra de los ojos soberbios?
Respuesta
La palabra soberbio se define en el diccionario Merriam-Webster como "orgulloso de manera descarada y despectiva". En la Biblia, siempre se utiliza con el sentido negativo de "arrogante, altivo y que se cree superior a los demás"; a menudo se contrapone a la humildad.
En Proverbios 6:16-19 hay una lista de "Seis cosas hay que el Señor odia, y siete son abominación para Él". La primera de la lista es los "ojos soberbios", seguida de cosas como la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que trama planes perversos y los pies que corren hacia el mal. Los ojos soberbios se consideran un pecado en Proverbios 21:4, junto con el corazón orgulloso. Tener ojos soberbios es tener un comportamiento arrogante; es una actitud general del corazón que lleva a despreciar o "mirar por encima" de los demás. La persona altiva se coloca por encima de los demás y, en última instancia, por encima de Dios.
Cuando somos soberbios, nos convertimos en el centro de nuestro universo; todo gira a nuestro alrededor. Nos importa poco o nada lo que piensen los demás y no tenemos en cuenta la voluntad de Dios. El orgullo, la soberbia, es el tronco del árbol del que brotan todos los demás pecados. Cuando estamos en el centro de nuestro mundo, nada de lo que queremos es ilegal para nosotros.
Dios se resiste a la soberbia. Una y otra vez en las Escrituras leemos que Dios derriba a los soberbios y a los orgullosos (2 Samuel 1:28; Salmo 18:27; Isaías 2:11, 5:15; Ezequiel 16:50). Dos veces en Proverbios leemos que la soberbia precede a la destrucción (16:18, 18:12). El Nuevo Testamento es claro sobre los peligros de la arrogancia y advierte repetidamente contra ella. Tanto Santiago como Pedro advierten que Dios se opone activamente a los orgullosos (Santiago 4:6, 1 Pedro 5:5).
Ninguno de nosotros es inmune a la soberbia. La Biblia nos habla de personas que, por lo demás buenas, fueron derribadas de una forma u otra por el orgullo. El piadoso rey Uzías fue golpeado con lepra porque, en su arrogancia, trató de tomar el lugar del sacerdote y quemar incienso delante del Señor (2 Crónicas 26:16). De manera similar, el orgullo de Ezequías por sus posesiones acabó trayéndole el castigo de Dios (2 Crónicas 32:25). La orgullosa declaración de Pedro de que nunca abandonaría a Jesús (Mateo 26:33-35) resultó ser falsa cuando lo negó (Mateo 26:69-75).
El peligro del orgullo es la razón por la que en las Escrituras hay tantas exhortaciones a la humildad. Meditar en algunos pasajes clave puede combatir la tendencia que todos tenemos al orgullo. Primera de Corintios 4:7 nos dice que todo lo que tenemos es un don, por lo que debemos estar agradecidos. Tanto 1 Pedro 5:6 como Santiago 4:6 animan a la humildad, diciendo que Dios da gracia a los humildes. Isaías 66:2 llega incluso a decir que la humildad en el corazón de una persona atrae la atención de Dios. La humildad de corazón nos da una perspectiva adecuada. Un corazón orgulloso —ojos soberbios, por así decirlo— hace que una persona sea intratable. Dios se resiste a una persona así.
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