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Pregunta

¿Qué quiso decir Jesús cuando nos instruyó a odiar a nuestro padre y a nuestra madre (Lucas 14:26)?

Respuesta


Primero, debemos tomar este versículo en el contexto del capítulo. Jesús está enseñando a Sus discípulos y, como buen maestro, hace pensar a Sus estudiantes. En este caso, comienza con una declaración de verdad que es difícil de entender. Luego la aclara con una metáfora. La declaración de verdad es Lucas 14:26, "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo". Pareciera que, si no odiamos a nuestra familia, no podemos ser discípulos de Jesús. ¿O hay algo más en esta cuestión?

Después de la declaración de que debemos "odiar" a nuestro padre y madre, Jesús relata una metáfora sobre un hombre que construye una casa sin contar primero el costo (Lucas 14:28-30). El hombre descubre que no puede llevar a cabo lo que se propuso hacer. Deja la casa sin terminar porque no puede pagar lo que se requiere. La ilustración de Jesús ayuda a explicar su difícil declaración de odiar a nuestra madre y padre, es decir, debemos calcular el costo de ser un discípulo. Hay un costo, y ese es el punto del pasaje.

Para ser un discípulo, debemos estar dispuestos a renunciar a todo por Jesús. Seguir a Jesús requiere compromiso y fidelidad, incluso si nuestros padres eligen no seguir al Señor. Si y cuando nos enfrentamos con la dolorosa elección de lealtad a la familia versus lealtad a Jesús, debemos elegir a Jesús. Incluso si los miembros de nuestra familia nos desheredan, o peor, por ser cristianos, debemos seguir a Cristo. En este sentido es en el que estamos "odiando" a nuestra familia. El mandamiento de Jesús de "odiar al padre y a la madre" nos exige que prioricemos nuestra relación con Jesús sobre nuestra relación con los padres, hermanos y otros miembros de la familia.

Por supuesto, es correcto amar a los miembros de nuestra familia, y queremos que ellos amen y sigan a Dios. En otro lugar, Jesús confirmó el quinto mandamiento de que debemos honrar a nuestros padres (Marcos 7:9-13). Y Pablo advirtió severamente que "cualquiera que no provee para sus parientes, y especialmente para su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo" (1 Timoteo 5:8). La declaración de Jesús de que debemos "odiar" al padre y a la madre debe verse en relación con toda la Escritura. Su punto no es que debemos ser insensibles con nuestras familias, solo que debemos amarlo más a Él. Este amor comparativo se describe claramente en Mateo 10:37.

No debemos olvidar que incluido en la condición de Jesús de que un seguidor debe "odiar" a su padre y madre está la condición de que también debe odiar "incluso su propia vida" (Lucas 14:26, NAS). Jesús no está enseñando un odio emocional hacia los padres más que está enseñando a odiarse a sí mismo. El énfasis está en la renuncia a sí mismo y la rendición absoluta. Inmediatamente después está la instrucción de Jesús de "cargar su propia cruz"(versículo 27).

Otras traducciones hacen un poco más clara la intención de Jesús: "Si quieres ser mi discípulo, debes odiar a todos los demás en comparación" (Lucas 14:26, NLT, énfasis añadido), y la Biblia Amplificada dice que un seguidor de Cristo debe "odiar" a los miembros de su familia "en el sentido de la indiferencia o el desprecio relativo por ellos en comparación con su actitud hacia Dios". Es un "odio" por comparación, no un odio absoluto.

La palabra odio en Lucas 14:26 merece una mirada más cercana. En las Escrituras Hebreas, el contraste entre "amor" y "odio" a veces se usa para comunicar preferencia. Por ejemplo, al tratar las herencias en matrimonios polígamos, la Ley Mosaica se refería a "dos mujeres, una amada y otra odiada" (Deuteronomio 21:15). Esta es una buena traducción literal. Había una esposa "amada" y una esposa "odiada". Otras traducciones suelen suavizar a la esposa "odiada" para que sea "no amada" o "menos amada". La ley no indicaba un odio emocional por parte del esposo, solo preferencia. Se prefería a una esposa sobre la otra. Tenemos un uso similar del idiomático amor/odio en Malaquías 1:2-3 (cf. Romanos 9:13).

Muchos cristianos nunca tendrán que tomar la dolorosa decisión de darle la espalda a su familia para seguir a Cristo. Pero, en todo el mundo, hay muchos otros cristianos que enfrentan el rechazo, el desheredamiento o la persecución de sus familias. Estos creyentes, si quieren ser fieles a Cristo, se ven obligados a vivir de una manera percibida como "odiosa" hacia su "padre y madre, esposa e hijos, hermanos y hermanas" (Lucas 14:26). Todos los creyentes están llamados a reconocer el señorío de Cristo y preferirlo sobre todos los lazos terrenales. Aquellos que deben sacrificar las relaciones terrenales tienen esta promesa: "Nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o tierras, por mi causa y por el evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna" (Marcos 10:29-30).

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