Pregunta
¿En qué sentido está Dios lleno de compasión (Salmo 112:4)?
Respuesta
El Salmo 112:4 afirma que la persona recta está llena de compasión porque recibe iluminación espiritual y discernimiento del Señor: "Luz resplandece en las tinieblas para el que es recto; Él es clemente, compasivo y justo" (Salmo 112:4, NBLA). Incluso en la oscuridad, los piadosos pueden ver lo que otros no pueden porque ven con ojos iluminados por Dios. Además de obtener los poderes de la percepción celestial, la persona recta recibe un corazón misericordioso lleno de compasión y justicia, porque estos son atributos del carácter de Dios.
De hecho, El Señor es "clemente y compasivo es el Señor" (Salmo 111:4, NBLA). Por naturaleza, Él está imbuido de ternura, bondad y compasión (Salmo 119:156; Joel 2:13; 2 Corintios 1:3; Santiago 5:11). La compasión de Dios está estrechamente relacionada con Su amor y misericordia. La compasión es una profunda empatía por los necesitados. Ser compasivo, en los idiomas bíblicos originales, es tener misericordia, sentir simpatía y tener piedad.
La compasión de Dios le hace muy consciente y comprensivo con la debilidad de los seres humanos. El rey David declaró: "Pero Tú, Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad" (Salmo 86:15, NBLA). Movido por la compasión, Dios escucha cuando los seres humanos atribulados claman a Él pidiendo ayuda (Isaías 49:13; Éxodo 22:27; Salmo 40:1-2, 11-12).
En toda Su Palabra, Dios muestra que está lleno de compasión y perdón hacia los pecadores (Salmo 51:1-2; Isaías 54:7-8; Daniel 9:9; Jeremías 12:15; Lamentaciones 3:22). Aunque el Señor odia el pecado y jura juzgar a los pecadores (Job 34:21-27; Salmo 1:4-6; Romanos 2:12-16; 2 Pedro 2:4-9), Su corazón anhela ver a todos los pecadores arrepentirse para no tener que impartir Su juicio (Isaías 55:6-7; 2 Crónicas 7:14; Mateo 4:17; 1 Juan 1:9). Para los obstinados y rebeldes que olvidan todo lo que el Señor ha hecho por ellos, Él sigue siendo "un Dios de perdón, clemente y compasivo, lento para la ira y abundante en misericordia" (Nehemías 9:17). Incluso después de que el pueblo de Dios cometiera grandes males y blasfemias, Nehemías testificó: "Sin embargo, cada vez que tu pueblo volvía y nuevamente clamaba a ti por ayuda, desde el cielo tú lo escuchabas una vez más" (Nehemías 9:28, NTV).
La expresión más profunda y extravagante de la compasión de Dios se encuentra en Jesucristo, Su Hijo, a quien envió para ser nuestro Salvador (Lucas 1:78-79). El ministerio de Jesús estuvo lleno de compasión: "Cuando vio a las multitudes, les tuvo compasión, porque estaban confundidas y desamparadas, como ovejas sin pastor" (Mateo 9:36, NTV). Movido por la compasión, Jesús sanó a los enfermos (Mateo 14:14; 20:34; Marcos 8:2), consoló a los afligidos (Lucas 7:13; 8:50; Juan 11:33-35), alimentó a los hambrientos (Mateo 15:32), ofreció descanso a los cansados y agobiados (Mateo 11:28-29) y ministró la salvación a los perdidos (Mateo 9:36; Juan 8:10-11).
En la parábola del siervo despiadado (Mateo 18:21-35), Jesús ilustró la profundidad de la compasión que debe llenar el corazón de todo creyente. Así como el amo se compadeció y perdonó la deuda de su siervo, nosotros debemos estar dispuestos a perdonar a los demás y cancelar sus deudas. En la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37) y la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32), Jesús continuó definiendo la actitud de compasión que debe capturar los corazones de Sus seguidores.
Jesús es la encarnación física de la compasión. Experimentó el dolor, el sufrimiento y la tentación humanos (Hebreos 4:15). Debido a que somos indefensos, incapaces de salvarnos a nosotros mismos, Cristo se hizo uno de nosotros para poder rescatarnos (Juan 1:14; Filipenses 2:6-7). Las Escrituras expresan maravillosamente cómo "Jesús, a través de su sufrimiento", se convirtió en "un líder perfecto", el único ser capaz de llevarnos a la salvación. Cristo "se hizo de carne y sangre. Pues solo como ser humano podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía el poder sobre la muerte" (Hebreos 2:10-18, NTV). Jesús quitó nuestros pecados mediante Su sacrificio compasivo en nuestro favor y nos salvó de la muerte eterna.
Como nuestro Dios es misericordioso, justo y lleno de compasión (Salmo 116:5), llama a Sus hijos elegidos a revestirse "de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia" los unos con los otros (Colosenses 3:12). El apóstol Pablo instó a los creyentes a ser "amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo" (Efesios 4:32). Jesús es nuestro modelo perfecto a seguir (Lucas 10:36-37; Juan 13:34; 17:18; Filipenses 2:1), y Él es nuestro ayudador siempre presente, que nos equipa y nos llena con el poder divino y la inspiración para amar a los demás con Su misericordia.
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¿En qué sentido está Dios lleno de compasión (Salmo 112:4)?
