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Pregunta

¿Cuál debe ser la postura de un cristiano frente a la Mafia?

Respuesta


La Mafia, también llamada la Cosa Nostra o la "Mob" en inglés, es una organización internacional de criminales que utiliza métodos despiadados para controlar gran parte del tráfico de drogas, la prostitución y otros delitos tanto en Estados Unidos como en Europa. La palabra Mafia proviene del adjetivo siciliano mafiusu, que significa "valentón" o "presumido". Algunas personas se sienten atraídas por el dinero, la influencia y el riesgo asociados con las actividades de la Mafia. La Mafia representa poder y riqueza ilícitos, y en ciertos círculos recibir una invitación para unirse se considera un honor. Aunque muchos negocios manejados por la Mafia parecen legítimos e incluso puedan tener vínculos con obras benéficas, los cristianos no deberían involucrarse conscientemente en ningún nivel con la Mafia.

Originaria de Sicilia, la Mafia italiana se expandió hacia el oeste y dio lugar a la Mafia estadounidense. Existen cinco principales "familias" mafiosas que controlan el crimen organizado: las familias Bonanno, Colombo, Gambino, Genovese y Lucchese, con base principalmente en Nueva York y Chicago. Sus actividades incluyen asesinato, extorsión, trata de personas, corrupción de funcionarios públicos, apuestas ilegales, infiltración en negocios legítimos, manipulación de sindicatos, usura, fraude fiscal y manipulación bursátil. Se le llama "crimen organizado" porque su infraestructura está altamente desarrollada y protege ferozmente sus intereses. Las guerras entre mafias suelen ser el origen de asesinatos sin resolver e incluso de actividad de pandillas. La Mafia no es más que una pandilla callejera más grande y sofisticada.

La Mafia encarna todo lo que Dios detesta: orgullo, asesinato, inmoralidad, codicia, mentira y planes perversos. De hecho, Proverbios 6:16–19 ofrece un retrato bastante acertado de la Mafia al decir: "Seis cosas hay que el Señor odia, y siete son abominación para Él: ojos soberbios, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, un corazón que trama planes perversos, pies que corren rápidamente hacia el mal, un testigo falso que dice mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos" (NBLA). Esa es una descripción muy cercana a las actividades de la Mafia.

Los cristianos deben vivir de manera completamente opuesta a la de un miembro de la Mafia. La motivación de un mafioso es el dinero y el poder. Esos deseos pertenecen a nuestra naturaleza pecaminosa y no tienen lugar en la vida de un cristiano (Romanos 6:1–6). Cuando vemos que esas tendencias pecaminosas crecen en nuestra vida, debemos crucificarlas, no alimentarlas (Gálatas 2:20).

Jesús dijo: "Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas" (Mateo 6:24, NBLA). Los miembros de la Mafia han vendido, en esencia, sus almas al diablo, eligiendo al dinero y al poder como sus dioses. A menudo mantienen una religiosidad superficial, principalmente católica, y pueden asistir a misa o confesarse con la esperanza de hacerse "correctos" ante Dios. Pero la Escritura es clara: la religión no puede salvar a nadie ni reconciliarnos con Dios. La única esperanza para el alma de cualquier persona es rendirse al señorío de Jesucristo, abandonar su antigua vida y tomar su cruz para seguirle (Lucas 9:23; 14:26–27; Mateo 16:24–27). Parte de cargar la cruz es renunciar a todo lo que desagrada al Señor. Todo lo que la Mafia representa desagrada a Dios, así que debemos aborrecer sus actividades de la misma manera que Él las aborrece (Salmo 97:10).

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