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Pregunta

¿Está mal si un cristiano comparte su vivienda con alguien del sexo opuesto?

Respuesta


¿Es bíblicamente aceptable tener compañeros de cuarto o de casa del sexo opuesto? Los problemas económicos y sociales llevan a muchos solteros a considerar la posibilidad de compartir habitación con amigos de ambos sexos, aunque los cristianos en ocasiones se preguntan si esto es prudente.

Para los propósitos de este artículo, nos vamos a referir a los "compañeros de cuarto" como aquellos que comparten el mismo espacio habitacional, pero que mantienen una relación estrictamente platónica sin connotaciones románticas o sexuales. Los compañeros de cuarto que se involucran sexualmente están claramente quebrantando los mandamientos de Dios (1 Corintios 6:18). Ahora bien, si un chico y una chica disfrutan de la compañía del otro, establecen límites sexuales firmes y ambos se beneficiarían de compartir una casa o un apartamento, ¿hay algún mandamiento bíblico claro que prohíba que sean compañeros de casa?

Los acuerdos de convivencia eran diferentes cuando se escribió la Biblia, de modo que no existe un mandamiento claro que se refiera a tener un compañero en una casa del sexo opuesto. Sin embargo, eso no significa que no haya principios bíblicos que podamos aplicar. Cuando conocemos a Dios y buscamos agradarle, queremos saber más que lo mínimo. Queremos escuchar cada uno de Sus susurros y tratar de obedecerlos.

Al considerar el tema de las personas que comparten la vivienda con el género opuesto, debemos examinar los siguientes pasajes:

1. Romanos 13:14 dice: "Vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne". Hacer provisión" significa que nos colocamos en situaciones en las que nuestra débil carne no puede ser lo suficientemente fuerte para combatir. Un niño y una niña de 14 años acostados solos en la oscuridad "viendo una película" están haciendo provisión para la carne. Se han puesto en una posición comprometedora donde las emociones y la disponibilidad pueden combinarse para un efecto pecaminoso. Por eso, cuando dos personas del sexo opuesto que ya disfrutan del otro y se llevan bien se mudan juntas y juegan a las casitas como si estuvieran casadas, pueden estar creando una situación que ninguno esperaba. Una chica que camina por la casa envuelta sólo con una toalla puede crear deseos no deseados en su compañero de residencia. Un abrazo amistoso y reconfortante del chico cuando ella está triste puede convertirse fácilmente en algo más en el ambiente adecuado. Una pregunta que todas las personas que comparten la casa con personas del sexo opuesto deben responder con honestidad es la siguiente: ¿podríamos estar haciendo provisión para la carne al estar en una situación de convivencia tan íntima?

2. Primera de Corintios 10:31-33 dice: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos" (énfasis añadido). Esta es la clase de versículo que separa a los cristianos carnales y bebés de aquellos que verdaderamente desean honrar a Dios. Este versículo nos permite restringirnos, no por una lista de lo que se debe y no se debe hacer, sino por la ley de la libertad (Santiago 2:12). "No ser tropiezo" es ser un obstáculo; es decir, obstaculizar el camino de alguien con Dios. Las preguntas normales que acompañan a este versículo son las siguientes: al compartir la casa con alguien del sexo opuesto, ¿podría estar siendo una piedra de tropiezo en el camino de alguien con Dios? ¿Acaso los que saben que soy cristiano pensarán que estoy cometiendo un pecado sexual al vivir con esta persona? ¿Estaríamos "siendo de tropiezo" a nuestras familias, a nuestros amigos cristianos o a nuestros mentores? ¿Estamos glorificando a Dios al vivir juntos siendo personas del sexo opuesto?

3. Jesús dio una advertencia aún más fuerte sobre las ofensas en Lucas 17:1. "Imposible es que no vengan tropiezos; ¡mas ay de aquel por quien vienen!". Dios se toma muy en serio cuando alguien hace que un incrédulo o un cristiano recién nacido se aleje de la verdad y viole su conciencia, y nosotros también deberíamos tomárnoslo en serio. Dios nos hace responsables a la hora de limitar nuestra propia libertad para no hacer tropezar a otros cuando se encaminan hacia Jesús. Así que la pregunta obvia que debemos hacernos es esta: ¿acaso el hecho de aceptar a una persona del sexo opuesto para compartir la vivienda podría limitar mi eficacia como testigo cristiano?

4. Primera de Tesalonicenses 5:22 dice: "Absteneos de toda especie de mal". Algunas traducciones utilizan la palabra forma o clase en lugar de apariencia, aunque el significado básico del versículo es el mismo. Se trata de una advertencia para evitar el mal en su totalidad. Siendo conscientes de nuestro testimonio ante el mundo y de nuestro deber de apoyar a los demás creyentes, nos mantenemos alejados de cualquier cosa que parezca pecaminosa. Supongamos que una persona camina por el borde mismo de un precipicio, pensando que no caerá por la ladera. Sin embargo, esa suposición es absurda porque se basa en factores que están fuera de su control, tales como las corrientes de viento, los desperfectos de los zapatos, los mareos y los desprendimientos de rocas. Primera de Tesalonicenses 5:22 nos instruye para que nos mantengamos lejos del borde del precipicio a fin de que no seamos derribados por factores fuera de nuestra experiencia o expectativa. Debemos ser conscientes de nuestras propias tendencias al pecado. En lugar de coquetear con lo que podría llevarnos al pecado, deberíamos tomar medidas preventivas para evitarlo. Las preguntas que debemos hacernos son: ¿hay algo en la convivencia entre compañeros de sexo opuesto que tenga apariencia de maldad? ¿Las personas que no nos conocen bien supondrán que vivimos en pecado sexual, y eso perjudicará nuestro testimonio?

Para los que profesan la fe en Cristo, las decisiones sobre el estilo de vida con frecuencia reflejan la eficacia de esa creencia. La cultura se expresa con una voz fuerte, aunque siempre lo ha hecho. Los creyentes oyen las voces de la cultura, la razón y la conveniencia, pero están más atentos a la voz de Dios en sus vidas. Jesús nos ha llamado a salir de la cultura, a vivir vidas extraordinarias llenas de entrega, lucha y auto-sacrificio (Mateo 10:34-39; Romanos 12:1-2). Cuando le pedimos al Señor que gobierne nuestras vidas, todo lo que hacemos debe pasar Su revisión. Él no se conforma simplemente con obtener un voto en nuestras decisiones. El señorío no es una democracia. O Él es el Señor, o lo somos nosotros (Lucas 16:13). Cuando nos enfrentamos con situaciones difíciles, podemos encontrar respuestas en Su Palabra si realmente queremos encontrarlas.

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