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Pregunta

¿Qué significa que "una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar" (Mateo 5:14, NBLA)?

Respuesta


Jesucristo comenzó su gran Sermón del Monte enseñando las Bienaventuranzas, una lista de bendiciones que definen el carácter interior de un verdadero siervo de Dios (Mateo 5:1-12). Estos versículos también ilustran los principios del reino de Dios, que son directamente opuestos al sistema de valores del mundo. Para el oyente casual, esta enseñanza contracultural podría sugerir que Cristo espera que Sus discípulos se retiren del mundo. Sin embargo, en Mateo 5:13-16, Jesús continúa inmediatamente con un pasaje esclarecedor, dejando a Sus verdaderos seguidores sin ninguna duda sobre el significado que Él quería dar: "Ustedes son la luz del mundo . Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar" (versículo 14, NBLA).

Jesús comparó a los cristianos con una ciudad en un monte que no puede ocultarse porque el pueblo del reino está destinado a ser un faro en la noche, proporcionando luz espiritual a un mundo perdido y moribundo. Jesús dijo en Juan 9:5 (NBLA): "Mientras estoy en el mundo, Yo soy la Luz del mundo". A Sus discípulos les explicó: "Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida" (Juan 8:12, NBLA). Jesús es la luz que ilumina nuestras vidas. Todos los que ponen su fe y su confianza en Él «no permanecerán en tinieblas» (Juan 12:46).

Mientras vivamos en esta tierra, estamos destinados a influir en las personas que nos rodean. El apóstol Pablo enseñó: "porque antes ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor; anden como hijos de luz" (Efesios 5:8, NBLA).

El propósito de la luz es dar dirección al hacer posible la visión. Por la noche, una ciudad situada en una colina ilumina con su luz todas las direcciones desde su posición elevada. La luz se ve a lo lejos e ilumina el camino a muchos viajeros, mostrándoles el camino a seguir. Jesús dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí" (Juan 14:6, NBLA). Hacia Jesús, y en última instancia hacia una relación con Dios Padre, es la dirección en la que deben caminar las personas.

El apóstol Juan dijo de Jesús: "En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres. La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron" (Juan 1:4-5, NBLA). Como cristianos, debemos hacer visible la luz de la verdad, compartiendo el evangelio de la salvación en Jesús y a través de la forma en que vivimos nuestras vidas, proporcionando así dirección y guía a aquellos que están perdidos y viven en la oscuridad.

Isaías previó la venida de Jesucristo como el amanecer de una gran luz vista por "El pueblo que andaba en tinieblas [...] los que habitaban en tierra de sombra de muerte" (Isaías 9:2, NBLA; cf. Mateo 4:16). Saulo de Tarso había estado caminando en una profunda oscuridad espiritual, persiguiendo a los cristianos. Cuando Jesucristo se le apareció, Saulo vio "una luz procedente del cielo más brillante que el sol, que resplandecía alrededor mío" (Hechos 26:13, NBLA).

El Señor permitió que Saulo permaneciera temporalmente cegado por la luz, como símbolo de su estado espiritual de ceguera. Ese día, Dios le dijo a Saulo: "porque te he aparecido con el fin de designarte como ministro y testigo, no solo de las cosas que has visto, sino también de aquellas en que me apareceré a ti. Te rescataré del pueblo judío y de los gentiles, a los cuales Yo te envío, para que les abras sus ojos a fin de que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe en Mí, el perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados" (Hechos 26:16-18, NBLA). Desde el momento en que Dios le quitó las vendas de los ojos, Saulo comenzó a predicar la verdad de que Jesús es el Hijo de Dios (Hechos 9:17-31).

Saulo, que más tarde pasó a llamarse Pablo, se convirtió en uno de los mensajeros más fervientes del cristianismo. Dondequiera que iba, Pablo enseñaba a los cristianos a vivir "una vida limpia e inocente como corresponde a hijos de Dios y brillen como luces radiantes en un mundo lleno de gente perversa y corrupta" (Filipenses 2:15, NTV).

La vida cristiana debe tener un impacto visible y no vivirse en secreto, oculta al mundo. Jesús dijo: "Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial" (Mateo 5:15-16, NTV). No existe el cristianismo encubierto ni el discipulado clandestino.

Pablo aconsejó a Timoteo: "nunca te avergüences de contarles a otros acerca de nuestro Señor" (2 Timoteo 1:8, NTV). No debemos ocultar nuestra devoción a Cristo. Más bien, debemos permanecer humildes mientras hacemos todo lo posible por atraer, influir y guiar a otros hacia la verdad: "Pues el Señor nos dio este mandato cuando dijo: Yo te he hecho luz para los gentiles, a fin de llevar salvación a los rincones más lejanos de la tierra" (Hechos 13:47, NTV).

Cuando vivimos como verdaderos discípulos de Jesucristo, obedeciendo los principios del reino de Dios, nos convertimos en una ciudad situada en un monte que no puede ocultarse. De hecho, como nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17), ahora forma parte de nuestra naturaleza como siervos del reino ser la luz del mundo. La luz que irradiamos no proviene de nosotros, sino que es una luz reflejada que proviene de nuestra fuente: "el Señor, el Espíritu" (2 Corintios 3:18, NBLA).

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