Pregunta
¿Cual debería ser el punto de vista de los cristianos sobre las armas de destrucción masiva?
Respuesta
Las armas de destrucción masiva (ADM) de hoy son capaces de causar millones de muertes en cuestión de segundos. ¿Acaso la Biblia dice algo sobre cómo debemos considerar este tipo de armas?
Primero, la tecnología es nueva, pero el resultado final de la guerra no lo es. El propósito de usar tales armas es provocar mucha muerte, y la muerte es un tema tratado con frecuencia en la Escritura. La muerte en el contexto de la guerra se menciona a menudo, especialmente en el Antiguo Testamento. La paz era normalmente deseable, pero la muerte en la guerra fue una triste realidad para muchos en la historia bíblica. A lo largo de la Biblia encontramos imágenes vívidas de las barbaridades de la guerra, incluyendo incluso el genocidio (Josué 6:17–21; 1 Samuel 15:2–3).
En el período de la tribulación, los cuatro jinetes del Apocalipsis saldrán para conquistar, empobrecer y matar (Apocalipsis 6:1–8). Con la guerra no solo vienen el conflicto y la hostilidad, sino también el desastre económico, la enfermedad y la muerte generalizada.
En un mundo lleno de pecado, odio y maldad (Romanos 3:10–18), la guerra es inevitable. En nuestro mundo moderno y tecnológicamente avanzado, la guerra incluye la amenaza de las ADM. Como cristianos, no debemos desear la guerra (Mateo 5:9). Al mismo tiempo, debemos aceptar el hecho de que Dios ha dado a nuestro gobierno autoridad para administrar justicia (Romanos 13:1; cf. 1 Pedro 2:13). Los gobiernos también tienen la responsabilidad, dada por Dios, de proteger a sus ciudadanos. A veces, administrar justicia y defenderse de la agresión puede incluir incluso la fabricación y el uso de armas de destrucción masiva.
En segundo lugar, los creyentes están llamados a buscar la paz. El Salmo 34:14 exhorta: "Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela" (NBLA). Tener armamento suficiente es una clave para mantener la paz. El rey Salomón, en una época de paz, mantuvo 1,400 carros y 12,000 caballos de guerra, además de su infantería (1 Reyes 10:26). Somos llamados a perseguir la paz en la medida de lo posible, pero también reconocemos el principio de paz mediante la fuerza; la posesión de armas de destrucción masiva—en las manos correctas—puede ser un elemento de disuasión frente a la guerra.
En tercer lugar, los creyentes no necesitan vivir con miedo a las armas de destrucción masiva. En su descripción del arrebatamiento de los creyentes, Pablo concluye: "Confórtense unos a otros con estas palabras" (1 Tesalonicenses 4:18, NBLA). Nosotros esperamos la eternidad con el Señor y no tenemos que vivir con temor a las armas de este mundo.
En cuarto lugar, en sociedades democráticas los creyentes pueden usar sus voces para el bien. Proverbios 31:8–9 dice: "Abre tu boca por los mudos, por los derechos de todos los desdichados. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende los derechos del afligido y del necesitado" (NBLA). En la medida de lo posible, podemos ayudar a aliviar a las víctimas de la guerra y brindar ayuda a los afectados por el uso de armas de destrucción masiva.
En quinto lugar, la oración es más poderosa que cualquier arma de destrucción masiva. Dios, en última instancia, controla la capacidad del ser humano de usar estas armas. Nuestras oraciones actúan de maneras poderosas para cambiar el curso de la historia (Santiago 5:16). "Algunos confían en carros y otros en caballos [y algunos en ADM], pero nosotros en el nombre del Señor nuestro Dios confiaremos" (Salmo 20:7, NBLA).
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