Pregunta
¿Cuál es el significado de la ciudad de Sidón en la Biblia?
Respuesta
Jesús mencionó la ciudad de Sidón en Mateo 11:21–22: "¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros que se hicieron en ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza. Por eso les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para ustedes". Tiro y Sidón eran ciudades hermanas fenicias conocidas por su opulencia y maldad. Debido a que Israel no logró conquistar Sidón durante la toma de la Tierra Prometida (Jueces 1:31), su idolatría y prácticas paganas continuaron, incluso llevando a Israel a imitar sus pecados (Jueces 10:6–16; 1 Reyes 11). Para un público judío en tiempos de Jesús, Sidón era sinónimo de maldad.
Sidón, también llamada Zidón, era una ciudad portuaria ubicada en el actual Líbano, sobre la costa del mar Mediterráneo, con su ciudad hermana Tiro aproximadamente a 36 kilómetros al sur. Sidón se encontraba dentro de los límites asignados a la tribu de Aser (Josué 19:28), pero Aser nunca la controló, debido al fracaso de Israel en eliminar completamente a los cananeos, como Dios les había ordenado (Deuteronomio 20:17; Jueces 1:31). El Antiguo Testamento menciona las relaciones comerciales de Israel con Sidón, incluyendo la obtención de materiales para la construcción del templo (1 Crónicas 22:4). Los sidonios también participaron en la reconstrucción del templo en tiempos de Esdras (Esdras 3:7). La malvada reina Jezabel era sidonia; se casó con el rey Acab y causó muchos problemas a Israel (1 Reyes 16:31). La ciudad de Sarepta, cerca de Sidón, fue el lugar donde una viuda cuidó del profeta Elías, y el Señor proveyó aceite y harina durante la hambruna; más tarde, el hijo de la viuda enfermó y Elías lo resucitó (1 Reyes 17:8–24).
Parece que hubo una iglesia en Sidón durante el período del Nuevo Testamento, probablemente fundada por los creyentes que salieron de Jerusalén y fueron a Fenicia después del martirio de Esteban (Hechos 11:19). Al inicio del viaje de Pablo a Roma como prisionero, su barco atracó en Sidón, y a Pablo se le permitió "visitar a sus amigos para que lo atendieran" (Hechos 27:3).
El Antiguo Testamento contiene varias profecías contra Tiro y Sidón que predicen su completa destrucción (Isaías 23; Jeremías 25; 27; 47; Ezequiel 26—28; Joel 3; Amós 1:9–10; Zacarías 9:1–4). Nabucodonosor sitió Tiro entre 585 y 572 a.C. Alejandro Magno conquistó Tiro en el 322 a.C., destruyendo por completo la ciudad. El rey persa Artajerjes conquistó Sidón. En resumen, el juicio profetizado por Dios se cumplió.
El Nuevo Testamento menciona que multitudes de Tiro y Sidón acudieron a ver y escuchar a Jesús (Marcos 3:7–8), y que habitantes de Sidón estuvieron presentes en el Sermón del Llano (Lucas 6:17–18). Más adelante, Jesús viajó por Sidón (Marcos 7:31). Fue una mujer sidonia quien impresionó a Jesús por su gran fe (Mateo 15:21–28). Así que, cuando Jesús usó a Tiro y Sidón como ejemplos de cuán endurecido se había vuelto el pueblo de Israel, los judíos entendieron lo que quería decir. Era un gran privilegio vivir en la época y en la región donde el Mesías demostró Su poder, y solo necios tercos rechazarían las señales que Él hizo. Incluso los antiguos sidonios —dijo Jesús— se habrían arrepentido si hubieran visto lo que Israel vio que Él hizo.
Cuando Jesús elogió la fe de la mujer sirofenicia, nos mostró que la nacionalidad y la herencia no determinan nuestra posición ante Dios. Él mira el corazón (1 Samuel 16:7; Salmo 139:23). Su declaración de que "en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para ustedes" (Mateo 11:22) significa que Dios nos hace responsables por todo lo que se nos ha dado. Seremos juzgados de acuerdo con la verdad que Dios nos ha revelado. Debido a que los judíos del tiempo de Jesús tuvieron el privilegio de ver y escuchar al Hijo de Dios, su juicio por rechazarlo será mayor que el de aquellos que nunca lo oyeron (ver Lucas 12:47–48; Hebreos 10:29). Sidón simboliza la maldad del sistema de este mundo, pero la aceptación de una sidonia por parte de Jesús nos muestra que Él de ninguna manera rechaza a la persona que viene a Él con fe (Juan 6:37).
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