Pregunta
¿Quién fue la reina de Sabá?
Respuesta
Según el relato bíblico, la reina de Sabá fue una mujer de gran riqueza, belleza y poder. Se cree que Sabá estaba ubicada en lo que hoy sería Etiopía o Yemen, y aunque hay poca evidencia fuera de la Biblia sobre la naturaleza de esa monarquía o cómo fue establecida, está claro que la reina gobernaba sola y no estaba cautivada por las religiones de su tierra.
La reina de Sabá viajó a Jerusalén porque "oyó de la fama de Salomón, por causa del nombre del Señor, vino a probarlo con preguntas difíciles" (1 Reyes 10:1, NBLA). Como Dios le había concedido a Salomón el don de la sabiduría (1 Reyes 3:5–12), "no hubo nada tan difícil que el rey no pudiera explicárselo" (1 Reyes 10:3, NBLA). Después de compartir una comida, la reina de Sabá expresó cuán impresionada estaba con las respuestas de Salomón, su hospitalidad y la reputación que lo precedía. La historia concluye con un intercambio de bienes y con la reina regresando "con sus siervos" (1 Reyes 10:13, NBLA).
Fuentes extrabíblicas sugieren que la reina de Sabá habría concebido un hijo en secreto con el rey Salomón, mientras que algunos comentaristas bíblicos han propuesto que la mujer sin nombre en el Cantar de los Cantares es la reina de Sabá (y el hombre sería Salomón). Ambas ideas son especulativas y, aunque interesantes, no pueden considerarse hechos. También es incierto si ella guarda alguna relación con el "Seba" mencionado en Génesis 10:7 y 28, o si fue antepasada de "Candace, reina de los etíopes" (Hechos 8:27, NBLA).
La reina de Sabá es mencionada nuevamente en el Nuevo Testamento con un título diferente: la Reina del Sur (Mateo 12:42; Lucas 11:31). Jesús se refiere a ella, reafirmando que fue una persona real, para ilustrar que, a pesar de ser pagana de nacimiento y gentil por raza, la reina de Sabá reconoció la verdad y la realidad de Dios, a diferencia de los líderes religiosos que se oponían a Jesús. Por eso, ellos serían condenados por su ignorancia y su actitud desafiante.
Podemos aprender dos lecciones de la historia de la reina de Sabá. Primero, al igual que el rey Salomón, los creyentes deben mostrar evidencia del favor de Dios en sus vidas, sea cual sea su rol, profesión o entorno. Segundo, la reputación de los creyentes debe precederlos por medio de sus palabras y acciones piadosas, ya que somos "embajadores de Cristo" (2 Corintios 5:20).
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