Pregunta

¿Cuál es el significado del Valle de los Huesos Secos en Ezequiel 37?

Respuesta
La visión del valle de los huesos secos (Ezequiel 37:1–14) le fue dada a Ezequiel inmediatamente después de profetizar sobre el renacimiento de Israel en el capítulo 36. A través del profeta, Dios anunció que restauraría a Israel en su tierra con bendición, bajo el liderazgo de "mi siervo David [quien] será rey sobre ellos" (Ezequiel 37:24, NBLA), una referencia clara al futuro reinado de Jesucristo, el Mesías, descendiente de David (Isaías 7:14; 9:6–7; Lucas 1:31–33). Sin embargo, esa promesa parecía imposible dada la condición presente de Israel. La nación estaba "muerta", privada de su tierra, su rey y su templo. Llevaban tanto tiempo divididos y dispersos que la reunificación y restauración parecían inalcanzables. Por eso, Dios le dio a Ezequiel una visión como señal: el valle de los huesos secos.

Dios llevó a Ezequiel—probablemente no de forma literal, sino en una visión—a un valle lleno de huesos secos, y le ordenó que les hablara. Ezequiel debía decirles que Dios haría entrar aliento en esos huesos y que volverían a la vida, en un paralelismo claro con la creación, cuando Dios sopló vida en Adán (Génesis 2:7). Ezequiel obedeció, los huesos se juntaron, se cubrieron de tendones, carne y piel, luego vino el aliento, y se levantaron como un gran ejército. Esta visión simbolizaba a toda la casa de Israel que estaba entonces en cautiverio. Como esqueletos sin enterrar, el pueblo vivía una especie de muerte en vida, consumiéndose sin ver un fin cercano a su juicio. Pensaban que ya no tenían esperanza y que habían sido cortados para siempre. Los sobrevivientes creían que sus esperanzas nacionales se habían desvanecido y que la nación había muerto entre las llamas del ataque de Babilonia, sin posibilidad de resurrección.

El renacimiento de los huesos secos representaba el plan de Dios para la futura restauración nacional de Israel. Esta visión mostraba, sobre todo, que esa nueva vida dependería del poder de Dios, no de las circunstancias humanas. El hecho de que Dios pusiera "aliento" en los huesos por medio de su Espíritu indicaba que Él los restauraría no solo en lo físico, sino también en lo espiritual. Los israelitas que actualmente habitan la Tierra Santa no representan el cumplimiento de esta profecía. Esta profecía se cumplirá cuando Dios reúna en su tierra a los israelitas creyentes (Jeremías 31:33; 33:14–16) y Cristo regrese para establecer Su Reino Milenial (Mateo 24:30–31).