Pregunta
¿Por qué no todos los judíos quisieron regresar a Jerusalén (Esdras 1:5–6)?
Respuesta
El libro de Esdras comienza relatando que el rey Ciro de Persia dio a los judíos la libertad para regresar a Jerusalén. Esdras 1:5–6 dice: "Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y los levitas, y todos aquellos cuyo espíritu Dios había movido a subir para edificar la casa del Señor que está en Jerusalén. Y todos los que habitaban alrededor de ellos los ayudaron con objetos de plata, con oro, con bienes, con ganado y con objetos preciosos, además de todo lo que fue dado como ofrenda voluntaria" (NBLA).
Así que no todos los judíos regresaron a su tierra. Algunos aprovecharon el decreto de Ciro y salieron de Babilonia, mientras que otros decidieron quedarse y colaboraron enviando oro, plata y otros recursos.
Varias razones influyeron en la decisión de permanecer en Babilonia. Algunos judíos ya eran demasiado ancianos para viajar. Habían pasado setenta años desde la destrucción de Jerusalén, y muchos no podían soportar un viaje de aproximadamente 1,400 kilómetros. Lo mismo aplicaba para las familias con niños pequeños o para aquellos enfermos o discapacitados.
Otros probablemente se negaron a mudarse debido a la comodidad que habían alcanzado en Babilonia. Muchos habían nacido allí durante el exilio y no conocían otra vida. Además, varios judíos habían alcanzado un estatus importante bajo el gobierno de Ciro, y estaban cómodos en su situación.
Otra razón fue el temor por la seguridad personal. Tanto el camino hacia Jerusalén como la región de Judea presentaban muchos peligros. De hecho, Esdras y su grupo dedicaron tiempo a orar y ayunar para pedir protección durante el trayecto—un viaje considerado "rápido" porque solo tomó cuatro meses (Esdras 8:24–36). El versículo 31 señala: "La mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y de las emboscadas en el camino" (NBLA).
Lamentablemente, algunos judíos también vivían en desobediencia a Dios en ese tiempo, por lo que no sentían el deseo de regresar a Jerusalén.
Finalmente, otra razón por la que muchos no volvieron fue el enorme trabajo que implicaba restablecerse en la tierra. Jerusalén debía ser reconstruida, incluyendo el muro de la ciudad, y eso representaba un gran desafío.
Los judíos que permanecieron en Persia más tarde enfrentaron sus propias dificultades, como se narra en el libro de Ester. En cambio, aquellos que regresaron a Jerusalén formaron parte del plan de Dios para reconstruir la ciudad y restaurar la adoración en el templo, cumpliendo así las promesas de Dios (Jeremías 29:10).
Así que no todos los judíos regresaron a su tierra. Algunos aprovecharon el decreto de Ciro y salieron de Babilonia, mientras que otros decidieron quedarse y colaboraron enviando oro, plata y otros recursos.
Varias razones influyeron en la decisión de permanecer en Babilonia. Algunos judíos ya eran demasiado ancianos para viajar. Habían pasado setenta años desde la destrucción de Jerusalén, y muchos no podían soportar un viaje de aproximadamente 1,400 kilómetros. Lo mismo aplicaba para las familias con niños pequeños o para aquellos enfermos o discapacitados.
Otros probablemente se negaron a mudarse debido a la comodidad que habían alcanzado en Babilonia. Muchos habían nacido allí durante el exilio y no conocían otra vida. Además, varios judíos habían alcanzado un estatus importante bajo el gobierno de Ciro, y estaban cómodos en su situación.
Otra razón fue el temor por la seguridad personal. Tanto el camino hacia Jerusalén como la región de Judea presentaban muchos peligros. De hecho, Esdras y su grupo dedicaron tiempo a orar y ayunar para pedir protección durante el trayecto—un viaje considerado "rápido" porque solo tomó cuatro meses (Esdras 8:24–36). El versículo 31 señala: "La mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y de las emboscadas en el camino" (NBLA).
Lamentablemente, algunos judíos también vivían en desobediencia a Dios en ese tiempo, por lo que no sentían el deseo de regresar a Jerusalén.
Finalmente, otra razón por la que muchos no volvieron fue el enorme trabajo que implicaba restablecerse en la tierra. Jerusalén debía ser reconstruida, incluyendo el muro de la ciudad, y eso representaba un gran desafío.
Los judíos que permanecieron en Persia más tarde enfrentaron sus propias dificultades, como se narra en el libro de Ester. En cambio, aquellos que regresaron a Jerusalén formaron parte del plan de Dios para reconstruir la ciudad y restaurar la adoración en el templo, cumpliendo así las promesas de Dios (Jeremías 29:10).