Pregunta

¿Qué quiso decir Pablo cuando dijo que había terminado la carrera?

Respuesta
"He terminado la carrera" es la segunda de las tres frases que componen un pasaje escrito por el apóstol Pablo a Timoteo: "He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe" (2 Timoteo 4:7). El apóstol escribió estas palabras cerca del final de su vida. Estas tres afirmaciones reflejan las luchas de Pablo en la predicación del evangelio de Cristo y su victoria sobre esas luchas.

En el siglo I, los romanos celebraban tanto los Juegos Olímpicos como los Juegos Istmicos. Los competidores pasaban hasta diez meses sometiéndose a un arduo entrenamiento físico. Como los corintios estaban muy familiarizados con estos eventos, Pablo utilizó los juegos como analogía de la vida de fe de los creyentes. Escribió a la iglesia de Corinto diciendo: "¿No saben que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero solo uno obtiene el premio? Corran de tal modo que ganen. Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible" (1 Corintios 9:24-25). La exhortación de Pablo es que los creyentes deben estar tan concentrados y dedicados como aquellos corredores antiguos en los juegos. Nuestra motivación para servir a Cristo es mucho mayor; no "corremos" por una corona temporal, sino por una eterna.

En su carta a Timoteo, Pablo no se está alabando a sí mismo por haber "terminado la carrera"; más bien, simplemente está describiendo lo que la gracia de Dios le había permitido hacer. En el libro de los Hechos, Pablo dice estas poderosas palabras: "Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios" (Hechos 20:24).

Así, al declarar "he terminado la carrera", Pablo le está diciendo a Timoteo que ha puesto todo su empeño en la labor de proclamar a todos el evangelio de la salvación. Ha completado la carrera que se le había encomendado; no ha dejado nada sin hacer. Está listo para cruzar la línea de meta y entrar en el cielo.

En una carrera, solo gana un corredor. Sin embargo, en la "carrera" cristiana, todos los que pagan el precio de un entrenamiento riguroso por la causa de Cristo pueden ganar. No competimos unos contra otros, como en los juegos atléticos, sino contra las luchas, físicas y espirituales, que se interponen en nuestro camino para alcanzar el premio (Filipenses 3:14).

Cada creyente corre su propia carrera (1 Corintios 9:24). Cada uno de nosotros está capacitado para ser un ganador. Pablo nos exhorta, diciendo: "Corran de tal modo que ganen", y para ello debemos apartar todo lo que nos impida vivir y enseñar el evangelio de Cristo. El autor de Hebreos repite las palabras de Pablo: "despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe" (Hebreos 12:1-2).

Que seamos diligentes en nuestra "carrera", que mantengamos la mirada fija en la meta y que, como Pablo, podamos terminar con fuerza.