Pregunta

¿Qué significa servirnos unos a otros por amor (Gálatas 5:13)?

Respuesta
La ley del amor gobierna la vida cristiana. El apóstol Pablo enseñó que tenemos libertad en Cristo, pero no una licencia para pecar ni para servir a nuestros propios deseos egoístas. Estamos llamados a amar a los demás como Cristo nos ama: "Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; solo que no usen la libertad como pretexto para la carne, sino sírvanse por amor los unos a los otros" (Gálatas 5:13, NBLA). El apóstol Pedro lo confirma: "Anden como libres, pero no usen la libertad como pretexto para la maldad, sino empléenla como siervos de Dios" (1 Pedro 2:16, NBLA).

Algunos creyentes llevan la libertad cristiana al extremo, pensando que pueden hacer lo que quieran y vivir como les plazca. Otros permanecen cargados bajo la esclavitud legalista de la ley. La verdadera libertad cristiana significa que somos libres de la culpa del pecado gracias al perdón de Cristo (Efesios 1:7; Romanos 8:1) y del castigo del pecado gracias al sacrificio de Cristo en la cruz (Romanos 5:8–10; 6:23). Hemos sido liberados de las exigencias y peligros de la ley. Por medio del Espíritu de Dios que habita en nosotros, el poder del pecado ha sido roto (Romanos 6:1–23; Hebreos 2:14).

Pablo define la nueva ley bajo la cual viven los cristianos, citando Levítico 19:18: "Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo"". Los discípulos le preguntaron a Jesús: "¿Cuál es el gran mandamiento de la ley?" Él respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y primer mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas" (Mateo 22:34–40, NBLA).

Ya no servimos como esclavos de las antiguas leyes del pecado y de la muerte, sino que ahora somos libres para ministrarnos unos a otros mediante el amor. Pablo explica: "Porque aunque soy libre de todos, de todos me he hecho esclavo para ganar al mayor número posible" (1 Corintios 9:19, NBLA). Pablo dice a los Romanos que el amor cumple la ley: "No deban a nadie nada, sino el amarse unos a otros. Porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley. Porque esto... en estas palabras se resume: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". El amor no hace mal al prójimo. Por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley" (Romanos 13:8–10, NBLA).

¿Cómo podemos servirnos unos a otros por amor?

El Espíritu Santo nos capacita para servirnos unos a otros por amor (Romanos 5:5). Si "andamos por el Espíritu", dice la Escritura, "no satisfaremos los deseos de la carne" (Gálatas 5:16). Si somos "guiados por el Espíritu", produciremos el fruto del Espíritu, que incluye "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio" (ver Gálatas 5:18–23).

Pedro exhorta a los cristianos a usar los dones que Dios les ha dado "[sirviéndose] los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios" (1 Pedro 4:10, NBLA). A través del amor, servimos porque el amor busca edificar a los demás (1 Corintios 8:1–13) y cuidar compasivamente a otros (1 Corintios 12:25–26; 13:4–8).

Jesucristo es nuestro modelo. Es Su amor el que nos impulsa a amar a los demás (2 Corintios 5:14). Él dijo a Sus discípulos: "Un mandamiento nuevo les doy: "que se amen los unos a los otros"; que como Yo los he amado, así también se amen los unos a los otros" (Juan 13:34, NBLA). Jesús vivió y murió como el ejemplo supremo de servicio humilde y abnegado (Lucas 22:27; Mateo 20:28; Filipenses 2:6–7; 2 Corintios 8:9; Juan 13:1–17). Cristo sirvió a otros despojándose a Sí mismo de Su posición exaltada y "tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:6–8, NBLA).

Emular a Cristo significa no buscar nuestro propio bien, sino el bien de los demás (1 Corintios 10:24). Pablo dijo a los Romanos: "Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para su edificación" (Romanos 15:2, NBLA). El ejercicio de la libertad espiritual en Cristo debe estar siempre equilibrado con nuestro deseo de edificar y beneficiar a otros creyentes (1 Corintios 10:24). Pablo no buscaba su "propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos" (1 Corintios 10:33, NBLA). Exhortó a sus lectores a seguir su ejemplo, así como él seguía el de Cristo (1 Corintios 11:1).

La libertad cristiana implica morir a uno mismo y convertirse en esclavo al servicio de los demás. Es una de las paradojas extraordinarias del reino. Lo opuesto al amor egoísta es el amor que sirve a otros. Si verdaderamente amamos a los demás, los ayudaremos y llevaremos sus cargas (Gálatas 6:2). Tomaremos en serio el desafío de Pablo: "No buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás" (Filipenses 2:4, NBLA).